viernes 19, abril 2024
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¿Globalización o imperialismo cultural?

Hace pocos días la jefa del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos de América realizó unas declaraciones, ¿o debería llamarlo una advertencia no tan velada? acerca de lo que dicho país considera el acercamiento de Rusia y China a su patio trasero: nosotros, dijo claramente que China está jugando Ajedrez y Rusia está jugando Damas con los países de América Latina, al referirse al acercamiento diplomático, por un lado, y las cuantiosas inversiones realizadas, por el otros, en algunos países del continente.

A mi parecer lo expresado implica al menos tres cosas de suma importancia.

La primera es que el imperio continúa considerándonos países de segundo y tercer nivel de su periferia, y cuando mucho, campos propicios para la explotación de nuestros recursos naturales por empresas norteamericanas, altamente protegidas por su gobierno. Actualmente, para servirnos de ejemplo presente, los yacimientos de Litio, altamente codiciados por dichas empresas y a los que el gobierno imperial le concede extremada importancia, por la dependencia que poseen ciertos avances tecnológicos, como son las baterías necesarias para instrumentos de comunicación y los automóviles eléctricos.

En segundo lugar, la soberbia demostrada a través de estas declaraciones, la creencia de que todavía existe el unipolarismo mundial en donde ellos son los que pueden decidir acerca de qué apoyar o qué destruir, dependiendo de si favorece a sus intereses. Recordemos que el Imperio no posee una ideología, sino solamente intereses que defiende hasta el extremo de propiciar la guerra y la destrucción de países que no representan una amenaza real, sino solamente que no se alinean con los intereses imperiales.

Y en tercer lugar, recordarnos a todos los latinoamericanos, que el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos de América, sigue siendo el brazo armado con que tradicionalmente nos han controlado, que está tan vivo como cuando se ubicaba en la Zona del Canal de Panamá, y que su influencia sobre los ejércitos de los países latinoamericanos sigue viva, aunque ya no con la fuerza de antes. Y si a ello le juntamos la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y lo que en realidad es su Ministerio de Colonias: la Organización de los Estados Americanos, las posibilidades de hacerle frente al imperio son realmente pocas, pues juntan los tres elementos indispensables para tratarnos como nos han tratado hasta ahora.

Existen algunos países latinoamericanos que, por su tamaño y su capacidad económica pueden, de alguna forma, presentar alguna resistencia a las ambiciones imperiales, pero otros como nosotros, que no representamos gran cosa en el concierto de las naciones, estamos totalmente plegados a los intereses del imperio, al punto de que la penetración cultural norteamericana se ha hecho notoria, no solamente en las decisiones de política exterior propias, sino también en los valores y costumbres ciudadanas.

Para ningún costarricense es sorpresa que los precios de ciertos bienes y servicios se cotizan en dólares, que el valor de la moneda nacional se establece con relación al dólar, que se le de extremada importancia en la educación el aprendizaje del idioma inglés y lo que no deja de ser ridículo y hasta vergonzoso, que el nombre comercios, escuelas y colegios privados y otros, están en inglés.  Aquí se confunde globalización con americanización, en el sentido de acoplarse a los intereses norteamericanos.

La globalización se emplea como sinónimo de universalizaciones, es decir, lo global sería simplemente todo lo que tiene un alcance o una vigencia mundial y sería el proceso de difusión de objetos y experiencias en todos los rincones del mundo (Giménez, 2002). Este concepto se emplea cuando las culturas predominantes influyen principalmente en la cultura de los integrantes que conforman un país, mostrándose en costumbres, tradiciones, hábitos y comportamientos diferentes a la propia y es cierto que aunque a veces estas tienen una aceptación por parte de la sociedad receptora también puede crear conflicto con la misma.

Latinoamérica vive intensos procesos culturales como parte del fenómeno globalizador de las economías, que al homogeneizar patrones de consumo, afecta a las culturas locales, así como a los mecanismos a través de los cuales los portadores de estas culturas construyen, modifican y redefinen sus propias identidades, por lo cual modifica su identidad cultural y nacional.

La globalización es una gravitación de los procesos financieros, económicos, ambientales, políticos, sociales y culturales de alcance mundial con carácter regional, nacional y local (CEPAL, 2002). Asimismo, se considera que es una interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo. El término de globalización aparece en los últimos lustros del siglo XX y cuya utilización se ha venido masificando en los años recientes.

Al igual que otros procesos integrales, esta ha tenido un desarrollo diferenciado de acuerdo al área de influencia y la posición económica, política y social del país. Se puede diferenciar una caracterización bipolar bien marcada, por un lado países que alcanzaron desarrollo y por el otro lado países no desarrollados. Evidentemente cada uno tiene aspectos y alcances particulares del fenómeno, incrementando en algunos casos la posición de dominio de los países desarrollado y la posición de dependencia de países no desarrollados, sin embargo; es importante señalar que el fenómeno trajo consigo una reorganización política, económica, social y evidentemente cultural, la pérdida o disminución del poder soberano de cada país en pro del desarrollo también otorgo a países emergentes surgir en el escenario económico mundial a partir de sus estrategias de crecimiento, adaptación o apalancamiento a partir de este fenómeno.

La globalización afecta a los aspectos culturales de una sociedad. Este tipo de globalización, como forma de transnacionalización de la cultura, se produce a través de los medios de comunicación de masas y el comercio internacional, la gran expansión propagandística y publicitaria, lo cual permite y facilita.

Esta se caracteriza por la homologación cultural, es decir, poco a poco se impone la cultura al resto de las poblaciones. Esto se debe a que en el fondo, se trata de convencer a la gente de esa cultura sometida a aceptar el dominio «voluntariamente» de la otra. La imposición de contenidos ajenos puede afectar diferentes niveles y ámbitos de la cultura, tanto que es posible encontrar sociedades donde se producen superposiciones culturales relativamente superficiales y sociedades donde los nuevos contenidos se han mezclado profundamente con los locales y hasta los han desplazado en parte, produciendo sincretismos profundos.

Sin embargo, en cualquiera de estos casos, el impacto produce un cierto grado de fragmentación de la cultura local y de los universos simbólicos activos, de forma tal que los individuos corren el riesgo de desorientarse, perder su horizonte cultural y, por ende, su identidad cultural.

Como nos consideran tan poca cosa o de tan escasa importancia, y además como nos hemos plegado a la poderosa fuerza del imperialismo cultural norteamericano, no es de extrañar, entonces, que la máxima representante del Comando Sur del Ejército de los Estados  Unidos, no tenga ningún reparo en expresarse como lo hizo.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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2 COMENTARIOS

  1. Y como patio trasero hasta nos ordenan a quien odiar; y se desata una rusofobia porque al Tío Sam le agrada eso y como borregos dominados debemos aceptar.
    No se apoya ninguna guerra, pero descaradamente nos quieren dar a entender que si la hacen ellos es buena si la hacen otros es mala, hay unos muertos que valen y otros a los que no se les da importancia.

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