De cal y de arena
Después de auscultarlo durante largo tiempo, se decidió a hundir el escalpelo en las entrañas del partido, su Partido Liberación Nacional. Suficiente operación para constatar que, en efecto, había signos alarmantes que acusaban que el movimiento político de tantos aportes a la institucionalidad del país, avanzaba peligrosamente por la ruta donde se casan los políticos con la orfandad popular.
Fue cuando Daniel Oduber Quirós emitió un juicio de valor de indisputable pertinencia: el partido, más que partido, se había convertido en una simple maquinaria electoral.
Pasaron los años y la fundada observación de Daniel Oduber Quirós como que se la llevó el viento: ningún empeño renovador se puso en marcha, es la verdad. Las estructuras partidarias la dejaron pasar como si hubiese sido el fruto de una observación caprichosa, tal vez estimulada por aquellas luchas de palacio que empezaban a hacer mella en Liberación Nacional. De las que él, por mucho poder, prestigio y sapiencia política que tuviese, también llegó a ser víctima.
Hoy, a más de 30 años de la sentencia, el Partido Liberación Nacional está atrapado por una desgastadora lucha interna que puede resultar devastadora. Por el vacío de liderazgos eficientes para marcar el rumbo.
Contaminantes estructurales, ideológicos, electorales, territoriales, cacicazgos etarios…. ¿Qué va a resultar de la puja?. Cuidado si una anquilosis deviene fatalmente en el factor determinante de una cuarta derrota.
Pero, ¿acaso solamente Liberación Nacional se revuelca en una crisis amenazadora para su existencia?. ¿Y el PUSC, y la izquierda, y la derecha?. ¿Felices apenas de ganar unas cuantas curules parlamentarias?.
De no pocos partidos nos acordamos solamente por las inscripciones del Registro Electoral. Ahí ahora pululan nuevos movimientos que están sometidos a la prueba de fuego que significan los votos en las urnas: el propio partido en cuyos hombros se postuló don Rodrigo Chaves al igual que el partido que preside el diputado Eliécer Feinzag. Y algo tan personalizado como aquel que postula a Fabricio Alvarado. ¿En qué irán a parar?. Es mucho el trayecto pendiente de recorrer para saber cuán profunda y vigorosa es su raigambre.
La arquitectura política nacional tiene en estos momentos una definida característica: la ausencia de liderazgos. Los partidos con historial carecen de líderes de prominencia respetada y escuchada. Y los partidos emergentes, pues aún deben pasar por el túnel de la comprobación de la presencia de liderazgos. “Un partido –escribió Oduber- ideológico y permanente sin líderes no funciona; se convierte en un pequeño partido de clases, de élites o de minorías ilustradas y deja de ser partido de masas”.
Vista esa orfandad, esa ausencia de liderazgos políticos y de partidos que sean algo más que un derecho de llave o una franquicia “taxi”, es aventurado afirmar que la democracia costarricense está libre de contorsiones propicias a la emergencia de modelos arbitrarios o temperamentales. Ya no es solo Liberación el que está en apuros; son muchos más. ¿Cómo, entonces, esperar confiada y tranquilamente que la Democracia sobreviva?. Rodrigo Facio repetía la necesidad de los partidos políticos permanentes para emprender la solución firme y eficaz de los problemas de Costa Rica.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
Al tico no le interesan los colores políticos, eso ha quedado claro ya en 3 elecciones seguidas, el tico lo que quiere es que el Estado trabaje y deje de parasitar, que le dejen de robar, dejar de estar manteniendo los caprichos de sectores que se creen realeza, que se haga justicia pronta y cumplida, que la cantidad exagerada que se paga de impuestos se vea reflejada en obra pública y servicios de calidad, no sólo en la bolsa de esos que se creen realeza y parasitan.
Mientras los políticos tradicionales sigan creyendo que esto es una «mejenga» al estilo Liga vs Saprissa, donde los colores de la camisa importan, seguiran sepultando partidos políticos, ultimados con una X en contra blandida por el voto del pueblo que está harto de esa gente miope que no ve más allá de su ego.