martes 23, abril 2024
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¿Por y para qué escribir?

Algunas veces siento que no debería escribir más, solo lo siento pero vuelvo a caer en la tentación de escribir. Hoy no tocaré temas políticos de ningún tipo, aunque me encantan, más bien hablaré de el hecho de escribir.

Hablo de escribir, a mano o a máquina, en la computadora o a dedazos en una pantalla, donde se van hilvanando las letras hasta darle forma al pensamiento, sea concreto o abstracto, hacer lo ininteligible inteligible.

Personalmente mi letra es un asco, imagino que un consejo psicológico o psiquiátrico, dirían que tengo tal o cual complejo, todo cabe de hipótesis ante una letra horrible, dispar y rara vez fluida con similitud, no pude nunca escribir dos palabras iguales morfológicamente hablando, como tampoco hago una misma firma muchas veces.

La ortografía fue un tropiezo para mí desde siempre, los años fueron dándome un conocimiento de ella mediante la lectura permanente de todo tipo de libros hasta hoy. Contaré antes una interesante anécdota, poniendo primero un ejemplo. La coma, el punto y coma, el punto y seguido y el punto y aparte son preciosos dones del lenguaje, dónde podemos darle forma al pensamiento y de paso no hacer que el lector se ahogue sin pausas. Le dan sentido a las frases: “os aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso”, esta frase no dice que ese encuentro será hoy, proviene de la versión protestante de la biblia; “os aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso”, esta segunda frase afirma al buen ladrón que hoy mismo estará con Jesús en el paraíso.

La colocación de una coma, muestra dos diferentes puntos de vista teológicos.  La anécdota es que comencé a leer a José Saramago hace unos treinta años y no conseguía terminar sus novelas, la manera tan particular suya de la puntuación, me chocaba, quizá porque yo además de leer, escribo cuentos. Fui haciendo una inmensa colección de sus libros, muy pocos leídos, hasta que un día hace poco, un dependiente de una librería me buscó uno que yo había buscado en vano, lo llevé y devoré sus quinientas páginas en dos días y lo mejor: me enamoré de su obra. Ahora llevo leídas siete novelas y no muestro deseos de detenerme. Aquí viene mi análisis personal: leer a Saramago es como escuchar al autor contando una historia, donde él, sus personajes y su protagonista hablan entre sí, de seguido. Saramago no va a cambiar mi estilo, pero me temo que mi prosa ya nunca será la misma.

Al final: escribir, ¿por qué y para qué?, muy sencillo, gracias a estos pequeños objetos electrónicos, gracias a las redes sociales, ahora somos totalmente públicos. Entonces vemos tremendas faltas de ortografía, que si nos descuidamos terminarán dañando nuestra escritura. Nada cuesta aprender y oh, milagro de milagros, los teléfonos inteligentes traen “auto corrector”, solo se necesita aprender a interactuar con él.

Escribir tiene un sentido inmenso hoy en día, es la manera de hablar desde la distancia.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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