martes 23, abril 2024
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Nuestra sociedad en debacle a las puertas de 2023

Cualquier día podemos ver a miles de personas en las calles de San José, niños, mujeres y hombres tirados como basura a la vista y paciencia de todos. Lo peor de ello es que ni el gobierno mueva un dedo para remediarlo, ni el pueblo le exija que lo haga. Cerramos el año 2022 con cifras espantosas de degradación social: tres personas son asesinadas cada día, y tres de cada diez muertes violentas se producen en las carreteras. Según los resultados del Enaho 2022 hay “399 439 hogares en situación de pobreza, 15 934 más en comparación al año 2021”. Y en condición de pobreza extrema  pasamos de “104 553 hogares a 110 631 en el 2022”. Estamos hincados ante el crecimiento del crimen organizado y el crimen convencional, el aumento de la violencia y la polarización social en múltiples ámbitos.

Más allá, las diferentes partes de la sociedad mantienen el foco en proteger sus derechos sin hacerse cargo de las responsabilidades que estos generan. Así escogemos líderes histriónicos incapaces de tomar decisiones estructurales que promuevan la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Ya no producimos estadistas, solo candidatos en abundancia, llegando al ridículo número de 27 en las elecciones pasadas.

Aun con estos indicadores de horror, se siguen políticas de regresión social, dando prioridad a la “estabilidad macroeconómica” sobre el bienestar de las personas. Nos encontramos por tanto ante la bancarrota ética, de valores y moralidad, de una sociedad insolidaria. Se diría que hemos optado mayoritariamente por un egoísmo intrínseco  que lleva a los ciudadanos a buscar solo el interés estrecho de su persona, en detrimento de quienes les rodean. Este comportamiento hace que nuestra colectividad se torne disfuncional, ayudando a normalizar la violencia en todos los ámbitos y generando un aumento en la pobreza y las tragedias humanas.

Una gran parte del pueblo costarricense desprecia la educación y apuesta por el facilismo y la desinformación, ejemplificados en el circo del gobierno actual. El resultado de estos procesos pone en riesgo nuestra democracia y la paz social. Por este camino, Costa Rica se encuentra condenada al subdesarrollo como Estado y como Sociedad.

Los integrantes y “pensadores” de gobiernos advenedizos apuestan por un desarrollo basado solo en la producción de ingenieros y técnicos. ¿Qué tipo de sociedad queremos? ¿Una sin arte, sin literatura, sin cultura, sin pensamiento social desarrollado que facilite la retrospección que el individuo requiere para darse cuenta que la búsqueda del beneficio colectivo lo hace crecer más rápido que la del individual? ¿Dónde están los sucesores de los próceres que, aun con humanos errores, instauraron las garantías sociales, tendieron la mano al vencido y permitieron vislumbrar al mundo aún elusivo horizonte de paz?

Costa Rica saldrá verdaderamente adelante cuando los costarricenses comprendamos que la única forma de desarrollarse es si jalamos todos la carreta del mismo lado, de manera que todos nos veamos favorecidos. Esto es, cuando se comprenda necesidad de optar de nuevo por un Estado de Bienestar que ayude a los hogares salir del circulo de pobreza, construya puentes para que todos y todas aprendan una profesión u oficio que les permita insertarse en la economía “formal”, que reforme el sistema educativo por el bien nuestros niños y niñas, que proteja la seguridad social y la institucionalidad en general.

El bienestar colectivo es la verdadera garantía del bienestar individual.

(*) Esteban Damián Avendaño Soto, Profesor Catedrático, Universidad de Costa Rica

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