martes 23, abril 2024
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Rodrigo Facio, cooperativismo en Costa Rica y Economía Social Solidaria

La economía como actividad humana va más allá de la mera forma de cómo las sociedades en el transcurso de la historia se han organizado para satisfacer sus necesidades.

El cooperativismo como tal responde satisfactoriamente a ese tipo de preocupaciones. Como hija de la revolución industrial, la doctrina cooperativa tiene que ver con el esfuerzo de los individuos, la suma de sus voluntades bajo una perspectiva colaborativa, donde ponemos en común varias cosas, de manera que se crea riqueza y la posibilidad de distribuirla.

En el caso de Costa Rica, el 22 de febrero de 1922 en el programa político del Partido Reformista liderado por Jorge Volio, parecen ideas de esta naturaleza. Don Jorge Volio exsacerdote y formado en Bélgica tuvo contacto con algunas ideas contenidas en la Doctrina Social de la Iglesia.

Esta límpida conciencia política que apunta a la justicia social y la búsqueda del Bien Común, propios de sociedades democráticas, empieza a incubarse –precisamente- hace 100 años, en  la década de los veinte y de los treinta, ello además incluye una incipiente preocupación por el estado de la niñez costarricense. De allí el aporte en eso años, de Omar Dengo, García Monge, Carmen Lyra, Corina Rodriguez, entre otros.

En esos esos años se crea: el INS (1924); la Ley de Riesgos del Trabajo (1925); Ley de Jornada de Ocho Horas (1920); surgimiento del Ministerio de Salud (1927); del Ministerio de Trabajo (1928), el PANI (1930), y aparece la Liga Feminista (1923). Todo ello no producto de una concesión graciosa de la clase política, sino como consecuencia de la lucha social emprendida por trabajadores, asalariados, mujeres y pequeños comerciantes en zonas urbanas. No omito manifestar la creación de la Sociedad de Seguros del Magisterio Nacional en 1920, producto de la luchas del magisterio nacional que ya desde esa época mostraba una adecuada organización.

Hoy por hoy. Seguimos disfrutando de un estado de derecho que elevó a rango constitucional la existencia de las cooperativas y otras formas de organización social, como el sindicalismo y el solidarismo. Nuestra Constitución Política, que data de noviembre de 1949, dedica todo el Título V a las Garantías Sociales, concretamente el artículo 64 y la reforma que experimento dicho artículo en 2011.

De manera que debemos entender la Economía Social Solidaria como un eficaz instrumento de lucha y generación de democracia económica y social. Plantea asocianismo no lucrativo. Donde, insisto, la finalidad es satisfacer las necesidades socioeconómicas de las personas asociadas. En su génesis, resulta naturalmente antagónica a la sociedad anónima, cuyo fin principal es el capital, no las personas. El cooperativismo tiene presencia en diversas actividades de la economía, por ejemplo: agroindustria, construcción, consumo, Ahorro y crédito, transporte, aeronáutica

El Cooperativismo aglutina más de un millón de costarricenses y sus familias. Genera riqueza y empleo decente. Genera riqueza y la distribuye. Es un Instrumento efectivo de lucha contra la pobreza.

Desde la Doctrina Social de la Iglesia hay una línea trazada con el pensamiento de Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y particularmente el Papa Francisco, quienes enmarcan la justicia distributiva y la justicia social, como verdaderos promotores de desarrollo y bienestar, a diferencia de la economía de mercado. “Hay que humanizar la economía, pues sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica”.

El cooperativismo y la Economía Social de Mercado contribuyen a acometer con fuerza, las hirientes e inmorales brechas de la inequidad y de la desigualdad social.

El 22 de marzo de 2017 –hace  casi 6 años- en conmemoración del nacimiento del benemérito Rodrigo Facio Brenes, economista e ilustre político de nuestra nación, hacía mención este servidor en una sesión parlamentaria, a su legado y cómo su pensamiento reformista de carácter socialdemócrata logró permear las discusiones en la constituyente de 1949, de manera que sus ideas fueran plasmadas en el espíritu de nuestra Carta Magna. Su liderazgo al frente de la bancada socialdemócrata fue fundamental. Don Rodrigo se nutre del sabio y maduro pensamiento de Roberto Brenes Mesén, de la aguda lectura de  Repertorio Americano, así como las ideas del laborismo inglés y del New Deal de Roosevelt en EEUU. Todos estos elementos constituyen valioso crisol para forjar sus ideas y luego también abrevar de las ideas económicas de Keynes, cuyo nombre sólo mencionarlo causa alergia dentro del Banco Central, superintendencias y la Asamblea Legislativa. Aquí vino, a San Ramón y habló de cooperativismo en 1 940. Intenta don Rodrigo avanzar con su enfoque progresista en la nueva constitución; sin embargo los temores e incomprensión que inundan las mentes conservadoras de la época, frenan la propuesta,  lo que obliga a un sagaz despliegue táctico e ingenioso para que sus ideas queden impregnadas en el nuevo cuerpo constitucional. Al ser parte de la comisión redactora de la nueva constitución, y enfrentar el rechazo al texto, por parte de la mayoría de constituyentes, su verbo encendido y elocuencia contribuyeron a convencer a unos y otros sobre las tesis esbozadas. Entre otras cosas plantea: temas de justicia tributaria, función social de la propiedad, el surgimiento de las instituciones autónomas como forma de contrarrestar el caudillismo y la forma de gobernar a la cual el país estaba acostumbrado, y aun hoy en día algunos añoran. Con sobrado mérito se le conoce como el diputado más influyente de esa constituyente y es sin duda, junto a Sanabria, Mora, Calderón y Figueres, el más prominente arquitecto del estado moderno costarricense, severamente amenazado en el presente.

Siempre planteó que el cooperativismo es una importante herramienta para preservar el régimen de pequeños propietarios y para la justa creación de riqueza. Sus tesis económicas y sociales contrastan diametralmente, con la creencia ciega, necia  y obstinada de aquellos que sostienen el dogma que el mercado todo lo resuelve.

Hoy en día una herramienta a la cual debe echarse mano y requiere un remozamiento, es la Ley 6437, que desde mayo de 1980,  plantea la obligatoriedad de la enseñanza del cooperativismo desde la currìcula costarricense. Allí encontraremos los cooperativistas una gran oportunidad ante un panorama que hoy nos resulta desolador, pero que ante todo constituye un gran desafío.

Ante una política económica rapaz y depredadora, el cooperativismo hoy por hoy es una excelente alternativa

(*) Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas es Educador

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