miércoles 24, abril 2024
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El último año de vida de Martin Luther King Jr.

En 1968﹘cuando yo era apenas un niño de casi 8 años- en Costa Rica﹘presencié el funeral del Dr. King por televisión. Le pregunté a mi padre quién era esa persona y por qué había tanta gente que marchaba. Su respuesta fue simple: «hijo, era un buen hombre». Desde entonces su nombre ha estado grabado en mi mente. Cuando cumplí 13 años, mi padre me hizo un gran regalo, un libro: Mi vida con Martin Luther King, escrito por Coretta Scott King, pacifista y defensora de los derechos civiles por méritos propios.

 

Ese mismo año, el 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende, presidente democrático de Chile, fue depuesto por un golpe militar orquestado por Estados Unidos. Estos eventos despertaron en mí inquietantes preguntas relacionadas con la democracia, la no violencia y la lucha armada﹘preguntas ponderadas por muchos en América Latina, el Caribe, Asia y África, y también por sectores radicales entre las minorías oprimidas de los Estados Unidos.

 

En ese momento, no podía imaginar que 25 años después iba a liderar una delegación estadounidense privada a Cuba (en mi calidad de jefe de la Oficina para América Latina y el Caribe del Comité de Servicio Unitario Universalista, una organización de derechos humanos con sede en Cambridge.)

El propósito de la delegación era celebrar la Primera Conferencia Socio-Teológica para honrar la filosofía de no violencia del Dr. King, aliviar las tensiones entre los EE. UU. y Cuba, y abogar por el levantamiento de las sanciones impuestas a la isla. El evento fue todo un éxito en un esfuerzo de pueblo a pueblo para ayudar modestamente a resolver una política irracional de sanciones y animadversiones. El evento se hizo cuando no existían embajadas  de estos países, solo Oficinas de Intereses auspiciadas por las representaciones diplomáticas  respectivas de Suiza, pero autorizado por Bill Clinton y Fidel Castro. El objetivo era ir creando condiciones para el restablecimiento de relaciones diplomáticas. Ello no se obtuvo por el demérito provocador del exilio de Miami que violaba territorio cubano a través de aeronaves de los “Hermanos al Rescate”.

 

Tampoco -de niño- podría haber imaginado que terminaría viviendo en el área de Boston, un lugar donde el Dr. King vivió durante tres años, trabajó, estudió, se graduó de la Universidad de Boston y conoció a la mujer con la que se casaría. También fue en Boston donde revisó su discurso más famoso, Tengo un Sueño  (I have a Dream)

Dada esta historia, tiene sentido que el Boston Common sea ahora el hogar de un destacado monumento a Martin y Coretta. La estructura de bronce, titulada “El abrazo”, representa los brazos, los hombros y las manos de los King, enlazandose  después de que Martin recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1964, un momento inmortalizado en una famosa foto. Este es el trabajo del talentoso y consumado artista afroamericano Hank Willis Thomas.

 

Hace apenas unos días tuve la oportunidad de visitar este monumento de bronce, el más grande de Estados Unidos. El mismo es una invitación a ejercitar lo que los escultores llaman “lectura interpretativa”,actitud que implica recordar o investigar los contextos, ideas y sentimientos suscitados por el trabajo del artista. El objetivo es involucrar al espectador en la obra expuesta.

 

Hago hincapié en este punto porque cada enero, cuando celebramos oficialmente el cumpleaños de MLK, la conmemoración me causa decepción. Se ha vaciado de contenido histórico real. Paradójicamente olvidamos al Dr. King en su realidad dinámica y humana. Su memoria ha sido desinfectada, cepillada y filtrada; su imagen se ha congelado en el imaginario popular como un retrato muerto, una versión simplificada de un soñador idealista que se recuerda solo por un puñado de oraciones célebres y elocuentes. Este es el MLK que el statu quo desea recordar, no el MLK que luchó por la democracia radical, no solamente contra la segregación racial, sino tambien contra la pobreza, el militarismo y la guerra.

 

¿Quién es este King que dijo: Hemos luchado mucho y durante mucho tiempo por la integración, como creo que debemos haberlo hecho, y sé que venceremos. Pero he llegado a creer que nos estamos integrando en una casa en llamas. Me temo que Estados Unidos puede estar perdiendo la visión moral que pudo haber tenido… Y me temo  incluso que mientras nos integramos, estamos entrando en un lugar que no entiende que esta nación necesita estar profundamente preocupada por la difícil situación de los pobres y marginados”? ¿Quién es este King que se volvió pesimista cuando dijo“mi sueño se ha convertido en una pesadilla”? El King de 1964 ya no era el King de 1968: había evolucionado y se había radicalizado.

 

Lincoln emancipó a los esclavos, pero no aseguró sus libertades, ni los liberó de la pobreza, la discriminación o el analfabetismo. El período de Reconstrucción (el que siguió terminada la Guerra Civil) fue de corta duración, y luego Jim Crow (ethos racista de la nación) se convirtió en ley y costumbre  en los Estados Unidos.

 

El Dr. King heredó el trauma de aquellas generaciones originalmente secuestradas de África y traídas aquí con saña. Eric Garner, Michael Brown, Tamir Rice, Walter Scott, Alton Sterling, Philando Castile, Stephon Clark, Breonna Taylor, George Floyd, Daunte Wright son ejemplos de personas que cayeron presa del racismo violento institucionalizado que continúa hasta el presente y producto de sociedades agrarias e industriales inhumanamente explotadoras del trabajo manual. 

 

Black Lives Matter envió ondas de choque en todo el país y expuso nuestra realidad al mundo. Incluso hoy, este horror sin resolverse sigue siendo un problema intrincado y difícil en Estados Unidos.

 

El 4 de abril de 1967, King fue a la iglesia Riverside en la ciudad de Nueva York y pronunció un fuerte discurso contra la guerra de Vietnam titulado «Más allá de Vietnam: es hora de romper el silencio». El icónico activista de los derechos civiles y congresista de Georgia, el difunto John Lewis, dijo: La fuerza del discurso eclipsó a la de todos los demás que pronunció King, incluido el más célebre.Lo escuché hablar tantas veces. Sigo pensando que este es probablemente el mejor”.

 

En esa ocasión King dijo que Vietnam erael síntoma de una enfermedad mucho más profunda dentro del espíritu estadounidense” y, “si no se trata, si la enfermedad continúa extendiéndose, seguramente seremos arrastrados por los largos, oscuros y vergonzosos pasillos del tiempo reservados para quienes poseen poder” sin compasión, poder sin moralidad y fuerza sin visión.” También dijo: “Llega un momento en que el silencio es traición (…) Durante los últimos dos años, mientras me he movido para romper la traición de mis propios silencios ahora hablo desde el ardor de mi propio corazón…”

 

King, quien vinculó las enfermedades del racismo y la pobreza con la “inmoralidad inherente del militarismo desenfrenado de su nación, dijo que “nunca podría alzar su voz contra la violencia de los oprimidos sin haber hablado primero claramente sobre el mayor provocador de violencia en el mundo de hoy: mi propio gobierno”. desenfrenado de esta nación”, y agregó: Aún así, a pesar de su agria crítica de la política estadounidense, King  amó como pocos a esta nación más allá  de consideraciones de tribu, clase, raza y procedencia nacional. Su ejemplo -como otros muchos- me producen el orgullo de ser ciudadano estadounidense, costarricense y del mundo.

 

168 periódicos importantes condenaron el discurso. King se convirtió en persona non grata en la Casa Blanca del presidente Johnson.

El Washington Post dijo: “Ha disminuido su utilidad a su causa, a su país y a su pueblo”.

El New York Times argumentó que el discurso de King fue «tanto derrochador como contraproducente» para vincular a Vietnam con la desigualdad y el malestar interno”.

Otros fueron menos medidos en su lenguaje. Time Magazine lo describió como “calumnias demagógicas que sonaron como un guión para Radio Hanoi”.

El Washington Post dijo: “Otros fueron menos medidos en su lenguaje.Time Magazine lo describió como “calumnias demagógicas que sonaron como un guión para Radio Hanoi”.

King también fue atacado por personas negras prominentes como Dr. Ralph Bunche, su compañero Premio Nobel de la Pazy el primer afroamericano en recibir dicho reconocimiento; por Carl Rowan, el periodista afroamericano más prestigioso de la época; por Thurgood Marshall, el primer juez supremo afroamericano nombrado por el presidente Johnson; por Conferencia Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP); y por la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC) que él cofundó.

 

Otros líderes negros -a la izquierda- discreparon honestamente con King, como Stokely Carmichael,del Comité Coordinador Estudiantil No Violento, quien acuñó el término “poder negro”, y también Malcolm X. El 26 de marzo de 1964, King y Malcolm X se encontraron por primera y única vez en Washington, D.C. Menos de un año después, Malcolm fue asesinado, al igual que King, a la edad de 39.

 

Además, como si poco fuera, King fue atacado y perseguido por J.Edgar Hoover, el poderoso y despreciable Director del FBI. Dicha Agencia lo describió como “el enemigo número uno de los Estados Unidos”, intervino sus comunicaciones y lo espió con todo posible método, infiltrándole informantes como James Harrison, que que se convirtió en el tesorero de SCLC, y Ernest Withers, el gran fotógrafo afroamericano del Movimiento por los Derechos Civiles.

 

En los años previos a su asesinato, el predicador y activista de los derechos civiles era impopular por su radical oposición a la Guerra en Vietnam. Una encuesta de Gallup de 1966 encontró que casi dos tercios de los estadounidenses tenían una opinión desfavorable del Dr. King y apenas un tercio tenía una opinión positiva, un aumento de 26 puntos en la tasa desfavorable desde 1963. Más tarde, en sus últimos días, aumentó a 75%  en la opinión general y a casi un 60% entre los afroamericanos que lo calificaron de figura “irrelevante”.

 

Pero King no se rindió. Estaba convencido de su misión profética.

Al dar voz a los sin voz en Vietnam, así como a los estadounidenses e inmigrantes pobres de todas las razas, y a riesgo de perder la mayor parte de su apoyo popular, King no tuvo más remedio que decir su verdad frente a los poderosos y las masas y sufrir el martirio de un verdadero profeta.

 

Al denunciar las acciones contradictorias de su propio gobierno, expuso las fallas de la sociedad estadounidense.  Denuncio el incumplimiento de un sistema político que no proporcionaba salarios dignos, atención médica universal, vivienda asequible e igualdad de oportunidades que trascendiera las barreras de clase, raza, nacionalidad y género. Su enérgica condena del complejo industrial militar siempre en constante expansión era una criminal verdad tan actual como lo es ahora.

 

En noviembre de 1967, King anunció la Campaña de los Pobres que demandaba el termino de la pobreza en Estados Unidos. King planeó acampar en Washington, D.C. King culpó a la Guerra de Vietnam por frustrar los esfuerzos prometidos en La Gran Sociedad de Johnson.

 

Como parte de la Campaña de la Gente Pobre, King fue a Memphis en 1968 para apoyar a los trabajadores que recogían la basura y que estaban en huelga ante sus infrahumanas condiciones de trabajo. Su posición marcó una lucha temprana en favor de la justicia economica y derechos sindicales para la clase trabajadora de color. La huelga atrajo a King y fatídicamente se convirtió en el escenario de su último discurso, «He estado en la cima de la montaña». Un día después, un 4 de abril de 1968, exactamente 12 meses después de su casi olvidado discurso sobre Vietnam, Martin Luther King Jr. fue asesinado. El profeta y su destino: una intensa vida dedicada a libertad material y espiritual, y un largo camino por recorrer; la gran marcha de quienes hoy vivimos y de las muchas otras generaciones que vendrán y que son el porvenir. El legado del Dr. King ya no es exclusivo de los Estados Unidos, sino que también es un hijo de todas las naciones, un servidor de la humanidad. Su figura trasciende fronteras y muros y su lenguaje es universal, amor que cambia, amor que transforma, amor revolucionario que desafía las injusticias estructurales e institucionales, así como el carácter y el temple moral de cada ser humano.  Tal es el Jesús que vive en su mensaje y que se multiplica en vida.

 

El futuro político de Johnson se derrumbó con la guerra en curso en Vietnam. Su agenda interna se desaceleró a medida que dirigió la atención hacia el conflicto en el extranjero. Y Johnson se retiró de la campaña presidencial de 1968 una semana antes del asesinato de King.

 

En un discurso que pronuncié en Boston dije: “nuestra historia pasada tiene un espejo realista y nos encanta ignorarla. En el mejor de los casos, la mayoría de las veces vemos un espejo idealizado y decorado con flores. Y tal camino conduce a la perdición y a la deshonestidad. El cerebro es selectivo, y eso es bueno, pero también puede ser perjudicial y para detrimento de la memoria histórica de todas las naciones. Hace veinte años, Estados Unidos invadió y destruyó Irak ilegalmente. ¿Estamos pagando reparaciones por este acto atroz y criminal que se basó en mentiras? Ciertamente, los plutócratas, burócratas y militares de nuestro imperio no quieren aprender ni disculparse de sus propios crímenes.” Al gran historiador, Howard Zinn, amigo muy estimado, dedico este artículo, memoria que me retrotrae décadas atrás sobre el significado de Estados Unidos y sobre el sentido de ser disidente. En Estados Unidos el nacionalismo es una venenosa fantasía y, para bien o para mal, nativos y las olas permanentes de inmigrantes de todos los rincones del planeta tienen su parte por derecho propio en este pastel imperial.  En esto consiste la excepcionalidad de los Estados Unidos: en su imposibilidad nacionalista, blanca y exclusivamente cristiana.

 

Nota: este artículo es una síntesis de mi discurso del pasado 2 de abril en Community Church of Boston, distinguida institución humanista con más de un siglo de antigüedad. Desde este podio se han escuchado voces históricas como las de WEB. DuBois, Will Durant, Jiddu Krishnamurti, Rosa Parks, Angela Davis, Sarojini Naidu (la poeta india que, junto con Gandhi, desempeñó un papel fundamental en el movimiento de independencia de la India), Daniel Ellsberg, Noam Chomsky, Howard Zinn y, como era de esperar, también la voz Dr. Martin Luther King Jr.

 

(*) Allen Pérez es Abogado

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3 COMENTARIOS

  1. A los comentaristas les pido educación y respeto. Nunca me ha molestado que critiquen mis textos, que los demuelan, que lo pulvericen si pueden, con razones y buenos argumentos, porque aquí se debate lo escrito y no tiene sentido descalificar al autor en lo personal. Mi pensar es libre e independiente y, probablemente, no sea del agrado de algunas personas, pero respetuosamente les solicito afinar los argumentos con una mente en paz.

  2. El doctor King fue una figura que siempre me conmovió, su firmeza en la defensa de sus convicciones, las que asumió desde el primer momento en que sintió el llamado de la historia allá en la Alabama de 1955. Este discurso tuyo Allen en una pieza que recoge muchas de mis inquietudes de entonces, de tiempos que ahora me parecen muy lejanos. Martin Luther King a pesar de todas las adversidades permaneció en nuestra memoria y en la de las generaciones que vendrán.

  3. En cuanto a Chile, ahora en 1973, cuando faltan pocos meses para que se cumpla el medio siglo del golpe empresarial militar del 11 de septiembre de 1973, yo que viví la represión militar de entonces, constato con asombro y hasta con dolor como hay tanta gente que defiende a las dictaduras militares del Cono Sur: la ultraderecha y el fascismo más descarnado han desatado todo su odio, hoy más que nunca la democracia está en peligro, también en una Costa Rica donde el estado social de derecho y la Segunda República agonizan.

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