miércoles 24, abril 2024
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Música para camaleones (I)

No es la obra de Truman Capote, no, es la Milton Friedman, el de la billete Chicago boys, orquesta que solo conoce un son: el sonsonete de los dólares.

Los grandes expoliadores, Reagan y Tatcher, siguiendo ese ritmo, transformaron América Latina en un inmenso mundo de “compradores y vendedores”: un mundo de liberalismo económico luchando por borrar cualquier indicio de Libertad-Igualdad-Fraternidad, ese lema que destruyó las monarquías europeas y acabó con el dominio español de medio mundo. Apenas dos siglos después, comenzaban a derrumbarse todos los logros sociales del siglo XX. Hace cuatro décadas la orquesta de cámara de Wall Street, lograría derretir como una barrera de mantequilla, los logros de nuestros abuelos.

Hoy, los mismos empleados de la era dorada del capitalismo de estado (social democracia), empujan la carreta hacia el despeñadero, marchando irremisiblemente hacia un mundo de inmensas desigualdades socio económicas, que junto a la IA amenaza a las nuevas generaciones con dejarlas sin fututo a mediano plazo.

La conjunción perfecta: tecnología y consumo, una manera de desarrollar la función destructora del Capitalismo Salvaje, hijo putativo del neoliberalismo económico. Se acabó la era de las ideologías, durante más de un siglo dirigieron los destinos de la humanidad, con o sin éxito, hasta acabar arrolladas por sus mismos tentáculos.

Ya nada importa si no viene respaldado con el dinero, lo que no es monetario no tiene sentido.

Habiendo logrado una gran evolución social, insoñable por nuestros vecinos, hemos logrado ver una erosión de nuestro estado hacia niveles superados muchos años atrás, quizá cincuenta o más años, despedazados por los últimos cinco gobiernos, mediante crueles medidas impuestas por BM y FMI, mediante marionetas nuestras.

¿Cómo funciona esto? Fácil, demasiado fácil. Un millón de dólares es nada para una empresa grande, hay cientos o miles de ellas. Un diputado hipotético gana un millón de dólares en veinticinco años de trabajar, si usted consigue hacerle llegar ese dinero vía puestos privados “puretes”, usted tendría un aliado por un cuarto de siglo. Podría perfectamente conseguir en menos de dos décadas cincuenta “colaboradores”, no necesariamente diputados, hay muchos sitios de poder donde reclutar “colaboradores”, entonces se logra una inmensa red de influencias políticas pagadas por la empresa privada, vía interés.

Desde luego es una alternativa, no necesariamente diputado, hay muchos nichos donde reclutar la gente ideal y conseguir reencauzar las directrices políticas para convertirlos en una verdadera orquesta de cámara, que toque únicamente “Música para Camaleones”.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico

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1 COMENTARIO

  1. El camaleonismo ha sido una práctica habitual en la política costarricense, ya en las campañas políticas de los años sesenta se cantaba una canción que decía «el camaleón mamá cambia de colores según la ocasión. Las melodías propias del mimetismo en la vida política parece que han llegado hasta las salas de concierto, no sé si fue con la batuta de Arturo Toscanini en los viejos tiempós holiwoodenses o con la de Herbert Von Karayan antes, después y durante la Segunda Guerra Mundial en los festivales wagnerianos, lo cierto es que fueron grandes maestros que no se olvidan, tanto como esas orquestas que dirigieron con una gran carga emocional y estética. Lo que no sabía era que la predilección por los sonidos contantes y sonantes tan propia de Wall Street se había tornado musical y se había trasladado al Metropolitan Opera House o al Carnegie Hall en la misma ciudad de Nueva York. A pesar de todo, según el doctor Arce, la tarea de brindarnos la música para camaleones está destinada a las pequeñas orquestas de cámara y no a las grandes orquestas sinfónico-filarmónicas que nos han deleitado con las colosales sinfonías de Beethoven, Schubert, Berlioz, Brahms y Mahler. Mucho han cambiado las cosas.

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