miércoles 11, diciembre 2024
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La aportación del INH a la reconstrucción histórica de Cataluña

Este artículo trata de la actividad de un grupo de investigadores catalanes que se han propuesto ahondar en la manipulación de su historia: el Institut Nova Història. Su interés radica en mostrar el valor de su actividad, consistente en un trabajo nada habitual cuya evidencia debería invitarnos a ver de otro modo nuestro pasado y, por esta razón, están siendo objeto de una compulsiva desautorización, fruto de la incredulidad.

¿Por qué el Institut Nova Història? Y ¿por qué Catalunya? El Institut es la mayor y más importante entidad colectivizada que cuestiona la historia oficial, en lo referente a un episodio capital de la gran manipulación del pasado reciente que ha identificado la Nueva Cronología de Fomenko y Nosovskiy (2003-2007): la adulteración del descubrimiento de América. Y Catalunya es una de las identidades históricas más maltratadas por la historia oficial de la colonización inquisitorial castellana, y un elemento clave a través del cual ahondar en el judaísmo y la Orden del Templo de Salomón; la Edad Media de la Europa de las ciudades mediterráneas; las razones del exterminio cátaro; el auge benedictino y su deuda no reconocida con Oriente; y la autoridad medieval de Constantinopla, del modo que permite hacerlo la Nueva Cronología. Pero, sobre todo, a través de ella es posible reconstruir capítulos esenciales, como lo son las razones, los protagonistas, la época y el sentido último del descubrimiento de América, la colonización cristiana y, en conjunto, la lógica de la mayor fantasía jamás elaborada por el ser humano: la historia oficial (con los textos sagrados). No es la única ni, probablemente, la mejor vía para introducir esta obra, pero es posible hacerlo. Se trata de una puerta principal que, al cruzarla, nos ubica de un modo inequívoco en la vía cronológica a través de la cual comprender al mundo y al ser humano de otro modo, tal como aquí se expone.

El Institut Nova Història, o INH, es una fundación cultural catalana creada en 2008, que postula la idea de que desde España se ha manipulado la historia de los catalanes (y del conjunto de la historia hispana) a favor de la castellanidad. Y lo hace desde el voluntariado colaborador y con un grupo de investigadores que han hecho su propia escuela, porque la academia universitaria no los apoya, al margen de loables simpatizantes a título personal. Jordi Bilbeny es el alma de la fundación, después de haber sido excluido de su proyección académica por haber querido hacer una tesis doctoral que investigue la censura inquisitorial castellana. Pero, como se ha apuntado, no está solo. Ha logrado reunir a su alrededor a una gran cantidad de amantes de la historia, al igual que ocurre con múltiples corrientes, asociaciones y entidades catalanas, que se organizan y crean conocimiento, cultura y red social. Y lo ha hecho desde la firmeza intelectual y la determinación de apostar por el derecho a investigar, y a contradecir la historiografía si ésta muestra errores o señales de manipulación evidentes, respetando las discrepancias y las aportaciones de cada cual.

Detrás de los postulados del INH se encuentran múltiples evidencias, pero, sobre todo, la de la ilógica castellanidad de la empresa colonial española. Aparentemente, la punta de lanza de esta investigación es la tesis de la posible catalanidad del descubridor Cristóbal Colón, que apunta a la familia Colom barcelonesa, siguiendo los pasos de Ricard Carreras i Valls (1928) y del peruano Luís Ulloa (1927). De esta forma, lo que comenzó como una aparente curiosidad, buscando la catalanidad de Colón (Bilbeny, 1998; 1999), en la línea de otras corrientes similares que lo sitúan en Galicia, Mallorca o Portugal, Bilbeny y el INH recibieron cierta atención mediática. En su trasfondo siempre había espacio para la especulación razonable, como la de que el descubridor escondiera, por alguna razón, su identidad, o bien que se haya perdido información que se pueda recuperar y lo aclare. Pero el caso catalán es especial. Lo es porque, al margen de la incuestionable controversia histórica frente el reconocimiento de la autoridad catalana, Castilla y los catalanes han dado muestras, desde el siglo dieciséis oficial, de una mala convivencia desigual, que ha estimulado la catalanofobia (Marfull, 2018a; 2019d). Y estas razones han dado alas a ampliar la investigación, hasta dibujar la lógica de una falsificación de pies a cabeza de grandes y según como inimaginables dimensiones para la conciencia colectiva del público en general, en especial para los historiadores academicistas, que son los que más incómodos se encuentran.

Para empezar, resaltar que no tiene sentido que dos grandes coronas hermanadas por una misma casa real, la castellano-leonesa y la aragonesa (tal como cuenta la historia oficial), opten por castellanizarse y hacer la colonización desde la más extrema castellanidad, andaluza y extremeña, sin ninguna razón aparente que lo justifique, desde los finales del siglo quince oficial. Es decir, la intensa castellanización de España no tiene ninguna razón política ni militar entonces, como sí la tendría, en todo caso, si se hubieran impuesto dos siglos después, en el siglo dieciocho, ya que entonces Castilla invade los reinos catalanes (Catalunya, Valencia y Mallorca) e impone su castellanización forzada. De forma especial, esta anomalía histórica contrasta con la extraordinaria autoridad catalana que, hasta el descubrimiento de América, domina el comercio y la armada marítima del Mediterráneo y más allá, con unos papas valencianos (los Borja), una nobleza altamente militarizada, una poderosa banca y unos estamentos comerciales bien posicionados en el gobierno, con una fuerte presencia judía. Todo ello, en medio de hasta ciento treinta y cinco consulados catalanes, bien documentados, por medio mundo (Guillot, 2012). Ver el trabajo titulado La otra colonización de América (Marfull, 2023) .

Es más, los catalanes, junto a los genoveses y los venecianos formaron parte del ejército del Imperio Griego (conocido como Bizancio o Imperio Romano de Oriente), al servicio de los papas, y estuvieron presentes en la defensa de todos los intereses cristianos ante el islam, a lo largo de la Edad Media, hasta el inicio del siglo dieciséis oficial. La siguiente secuencia de hechos y de personajes, basados en la historia oficial, es ilustrativa [recopilación elaborada por el autor, de acuerdo con el mapa cronológico y los hechos oficializados, que luego, más adelante, se reordenan]:

  • Pedro (años oficiales de 1177/78-1213), quien fuera conde de Barcelona y rey ​​de Aragón, señor de Montpellier por su matrimonio con María de Montpellier y Comneno (en 1204), de sangre imperial bizantina, fue el Estandarte de la Iglesia Católica por la hazaña de la batalla de Navas de Tolosa, en 1212, pero fue muerto por una cruzada papal dirigida contra los cátaros, que él defendió el 1213. Pedro y María fueron los padres de Jaime I el Conquistador y María fue enterrada en San Pedro del Vaticano, junto a la hija del Apóstol San Pedro, llamada Petronila (a día de hoy se ha perdido el rastro) (De Garibay, 1628, p. 36).
  • Dalmau de Rocabertí, al servicio de la Orden del Templo de Salomón, fue quien lideró la defensa de San Juan de Acre, el último fortín continental del Reino cristiano de Jerusalén protegido por los templarios, en el año 1291 oficial.
  • Nahmánides. En esta época, el debate filosófico era en gran medida religioso y catalán, donde resaltan las disputas de Barcelona (del año oficial de 1263) lideradas por el judío Mosé ben Nahmán, más conocido como Nahmánides, ante Ramon de Penyafort (cuyo mausoleo custodiaron los Colom de Barcelona); así como la obra de Ramon Llull, que, con su proyecto Rex Bellator (rey guerrero), propuso la unificación de todas las órdenes militares cristianas para la reconquista de Tierra Santa. Este proyecto de recuperación se ideó con motivo de la derrota de los templarios en San Juan de Acre, y tiene un episodio similar en tiempos del descubrimiento de América (la capitulación judía y la unificación de los órdenes militares).
  • Imperio de Grecia, de Nicea. Una de sus consecuencias fue una alianza catalana con los poderes de Bizancio, y la entrega de los mismos al rey Jaime, catalán (y con la corte en Barcelona), tras una guerra. El enlace fue el Imperio de Nicea. Tras haberse refugiado en Occidente, y haber dejado su descendencia en Provenza e Hispania, en el año 1296 oficial, un veinte de agosto, el rey Jaime II de Aragón concede a la emperatriz Constanza de Grecia la ciudad de Gandía (Archivo de la Corona de Aragón, Registro 44, folio 143) y, en el año 1306 oficial, la emperatriz concede los poderes de su imperio griego a Jaime II (Registro 24, folio 58 del Archivo de la Corona de Aragón) (Láscaris Comneno, 2011).
  • Roger de Flor. El almirante Roger de Flor lideró la empresa de recuperar los poderes romanos, de un modo que ha descontextualizado la historia oficial. Fue un caballero templario al servicio de la corona catalana, que participó en la defensa de Constantinopla ante los turcos en los inicios del siglo catorce oficial, llegando a convertirse en César. Murió (oficialmente) en 1305, junto con su séquito en una traición y llevó el dominio catalán a los ducados de Atenas y Neopatria, en nombre de los Almogávares. Su escudo es una flor de lis roja sobre fondo blanco, como el de Florencia. Se trata de un personaje icónico del cual se conoce poco, que defendió el cristianismo como lo hizo San Jorge, en Anatolia, de hazaña similar a la narrada en la crónica literaria, escrita en catalán, de Tirant lo blanc (ensalzado por Cervantes).
  • Aviñón y el Papa Luna. En el año 1307 oficial, el rey de Francia y de Navarra somete a la Orden del Templo de Salomón, y empieza el papado de Aviñón, cuyo último papa fue Benedicto XIII, el “Papa Luna” (años oficiales de 1328-1423), cercano a la Casa de Barcelona y, según otras fuentes (Hernández de Mendoza, n.d.) de linaje real catalán.
  • Bernat de Vilamarí. Respecto a la caída de Constantinopla ante los otomanos, destaca la figura del almirante Bernat de Vilamarí (?-1463), quien fuera comendador de la Orden de San Juan en Constantinopla. Oficialmente, combatió activamente contra los turcos al servicio de la orden de San Juan durante las décadas de 1440 y 1450, y estuvo en la batalla final del año 1453 (Morales Roca, archivo privado).
  • Papa Calixto III. El primer papa tras la caída de la capital del Imperio Romano fue el valenciano Calixto III (del linaje de los Borja) (?-1458), quien fuera Papa entre los años oficiales de 1455 a 1458.
  • Capitulaciones de Santa Fe, del almirante Colón, del año oficial 1492, en Barcelona.
  • El anuncio mundial del descubrimiento de América, de 1493, en Barcelona.
  • Papa Alejandro VI. El papa que protagoniza el descubrimiento de América y reparte el mundo entre Castilla y Portugal también era un Borja, valenciano. Se llamó Alejandro VI y antes de ser papa fue el Duque de Gandía, dominando la ciudad que fuera del linaje del Imperio de Nicea.
  • Segundo viaje de Cristóbal Colón, del 1493 oficial. Estuvo financiado por judíos conversos catalano-valenciano-aragoneses
  • Bernat de Boïl. El primer patriarca, arzobispo y vicario apostólico de las Indias Orientales y Occidentales, fue catalán y se llamaba Bernat Boïl (1440?-1507?).
  • Imperio Romano. En 1502, el Rey de Aragón, Fernando, compra los derechos del Imperio Romano al último legítimo Paleólogo, en Roma (Zurita, 1580); y en 1504 obtiene el honor de ser condecorado con el poder titular del Reino de Jerusalén, apropiándose de los derechos de los Anjou [este honor recae, hoy en día, sobre la figura del monarca Felipe VI de Borbón. Él ostenta los títulos de Rey de Jerusalén y de Duque de Anjou, en este segundo caso despojado del condado de Provenza].
  • Ramon Marquet. Los catalanes también están presentes cuando la Orden de San Juan pierde la fortaleza medieval de Rodas. Ramon Marquet, el Capitán de la Guardia del Gran Maestre de Rodas, durante el asalto de Solimán el Magnífico a la isla de Rodas los años oficiales de 1522 a 1523, fue el Comisario del Gran Maestre de Alemania y Embajador del Gran Maestre ante la Corte del sultán Solimán II para negociar la paz (Morales-Roca, 2004a) [en los años oficiales de 1525-1529 fue el Gran Prior de la orden en Catalunya. Según parece, era descendente de insignes almirantes catalanes desde el siglo trece en las luchas del Mediterráneo, con el Almirante Roger de Llúria. Otro Ramon Marquet, en el siglo catorce, participó con la Compañía Catalana de Oriente -los Almogávares- para el control del Imperio Romano, con el Almirante Roger de Flor].

Como se puede observar, existe una duplicidad de episodios y personajes entre los hechos del 1300 y los del 1500, que ponen en disputa el imperio greco-romano y donde se crea una acumulación de poderes en el rey catalano-aragonés. En todo caso, resulta evidente que no tiene sentido que la catalanidad se quedara al margen del proyecto colonial, al menos del modo que ha quedado escrito. Todo lo contrario, es un sinsentido. Y, por otro lado, para nada menor, todavía tiene menos lógica que los dominios hispanos de Génova y media Italia, destacando los dominios italiano-catalanes de Nápoles, Sicilia y Cerdeña (a los que conviene añadir a los poderosos dominios borgoñeses y de los Países Bajos), tampoco dejen su razonable rastro colonial en el siglo dieciséis oficial, porque eran poderes de un mismo monarca. Y ningún monarca renunciaría a la mayor parte de sus poderes para colonizar el mundo, entregándoselos a un reino menor, sin tradición naval, es decir Castilla. Pero eso no es todo. Alrededor de estas grandes contradicciones conviven otras disputas históricas que ya vienen heredadas, y que están muy mal resueltas, como el hecho de que desde Aragón y la castellanidad se ha insistido compulsivamente en que Catalunya nunca ha sido un territorio independiente; y que nadie ha sabido dar una explicación razonable a la denominación de Principado de Catalunya, cuando todo parece indicar que se trata de una denominación privilegiada, que apunta a un origen, no a un título menor, como es el caso del Principado de Asturias, que se comprende como el germen de los poderes de Castilla y, hoy en día, de España.

De este modo, mediante la investigación documental, la catalanidad ha ido recuperando la conciencia de su identidad histórica, y de su relevancia, en un proceso donde la academia ha dado pequeños pasos adelante, si bien, en todos los casos, la españolidad ha respondido siempre de malas maneras. Pero se ha creado espacio para el estudio alternativo. En el caso de Jordi Bilbeny y el colectivo del INH, destacan Pep Mayolas, Manel Capdevila, Lluís Maria Mandado, Lluís Batlle, Paolo Pellegrino, Enric Guillot, Montse Montesinos o Iván Giménez, entre otros. Han reconstruido y repensado la historia y han desarrollado grandes trabajos, con muy pocos recursos aparentes. Han encontrado:

  1. más razones de la catalanidad (también judaica) en las primeras expediciones de Colón;
  2. un montón de mapas del siglo dieciséis donde no se ven emblemas castellanos por América, y sí catalanes (Guillot, 2012);
  3. libros (de hasta el siglo dieciocho) que afirman que el Reino de Aragón era el Reino de Tarragona [trabajo realizado por Ivan Giménez];
  4. señales de duplicidades dinásticas entre los reinos hispanos e italianos;
  5. muestras de censura a la catalanidad reconocida, a lo largo de los siglos;
  6. así como numerosas señales de catalanidad en muchas obras de autores castellanos del Siglo de Oro (Batlle i Rossell, 2017; Bilbeny, 2018);
  7. y posibles y muy razonables evidencias de cambios de identidad, es decir, identidades catalanas que se han castellanizado.

El INH ha fomentado un fuerte dinamismo investigador con miles de artículos publicados; cientos de conferencias hechas; varios documentales; un simposio anual en otoño; otro en la forma de universidad de verano; docenas de libros… y una considerable controversia a su alrededor.

Como resultado, con el tiempo, esta investigación ha cambiado el tono, ante la conciencia colectiva, convirtiéndose en una denuncia, también, ante la comunidad catalana, que ahora se muestra más dividida, entre quienes lo apoyan y quienes lo repulsan. De la curiosidad se ha pasado a la estupefacción, en ambos posicionamientos. ¿Por qué? Pues porque del Colom catalán se ha pasado a la posible catalanidad (o valencianidad, según el caso) del “Gran Capitán” (Gonzalo Fernández de Córdova), el almirante que conquistó el Reino de Nápoles al servicio del Rey Católico, quien sería un noble de la familia de los Cardona; así como de Hernán Cortés, en este caso un conde de Ribagorza y de Cortés (catalán), y otros conquistadores considerados castellanos. Por otro lado, se han encontrado pruebas y razones de la posible catalanidad de Santa Teresa de Jesús; de Miguel de Cervantes; o de la autoría de la obra La vida de Lazarillo de Tormes (del año oficial de 1550). Incluso, de Garcilaso de la Vega, Erasmo de Rotterdam y Leonardo da Vinci. Y esto ha causado estupefacción. Da igual que otros autores hayan ahondado en trabajos similares, del mismo modo que sucede con la identidad de William Shakespeare, Da Vinci (Espejo, 2010) o del autor del Lazarillo (Westerveld, 2016). La duda de la autenticidad de Shakespeare aparece a mediados del siglo diecinueve. Existe una ingente producción de autores que cuestionan su identidad, y la atribuyen a otros personajes como Francis Bacon, Christopher Marlowe y Edward de Vere, el 17º conde de Oxford (Gibson, 1962). Respecto a Cervantes, pese a tratarse de un enigmático personaje, no es hasta el siglo veintiuno que se empieza a hablar abiertamente de su manipulación, donde destaca la obra de Lluís María Mandado (2012), titulada El Quixote va esborrar el Quixot, en que se documenta que Cervantes era valenciano y escribió el manuscrito original en catalán, basándose en un análisis filológico en que se encuentran errores de traducción que delatan su catalanidad.

De entre los autores propuestos, acorde con el trabajo realizado por el hispanista Govert Westerveld, resaltan las candidaturas de Alfonso de Valdés (Navarro Durán, 2003), de Juan Luis Vives (Calero, 2003), o Juan Arce de Otálora (Madrigal, 2008). Pero, según Westerveld, quien está más acertado es Jordi Bilbeny (2007), que lo identifica con la identidad del escritor valenciano Joan de Timoneda. Bilbeny identifica que la trama del Lazarillo se realiza en Valencia, y que su traslado a Toledo es fruto de una manipulación.

El INH ha encontrado múltiples pruebas y razones, que apuntan a que el caso de Colom no es una rareza, o una singularidad puntual. Al contrario, están en frente de una gran manipulación, que es… excepcional. Y eso cuesta mucho de aceptar, a unos, y a los otros (los que lo apoyan) les cuesta justificar-lo ante los amantes de la historia oficial. A medida que las razones de la falsificación han ido evolucionando, el INH ha pasado de contar con la simpatía de un público abierto a aceptar que Colón era probablemente catalán (del mismo modo que otras investigaciones apuntan a otras identidades), con cierto apoyo mediático, a ser objeto de una desautorización compulsiva. Así, resultado del desarrollo del espacio crítico que aborda, se ha generado un descrédito irracional hacia el INH que apunta a la incredulidad.

Texto extraído del libro La vía cronológica, de Andreu Marfull (2020).

Bibliografía

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(*) Andreu Marfull Pujadas, Profesor en Planificación y Geografía Urbana a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.

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