viernes 29, marzo 2024
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Música para Camaleones (III)

La evolución del país, entre desastres por omisión y por comisión, no dejan oportunidad de ser optimista, porque el estado como aparato es tan grande y de una u otra forma desarticulado o inconexo, que no deja pie a una reforma racional consensuada.

De la independencia hasta los años cuarenta, fuimos abiertamente manejados por la oligarquía de Cartago, residuo de los criollos, entramos en una era donde primaron los logros sociales, hasta finalizando el siglo XX, después el liberalismo económico comenzó su ofensiva descarada, aquí en manos de amanuenses muy bien disfrazados de estadistas.

La clase gobernante ha logrado evolucionar (o involucionar) dentro de su cuerpo de camaleón, ahora saltan de un puesto a otro y luego a otro y así sucesivamente, consiguiendo un enorme poder de disfrazarse de diferentes maneras, el número de máscaras es infinito.

Por órdenes superiores se han ido vulnerando los derechos de las mayorías, mediante subterfugios bien disfrazados y ahora de manera cínica y descarada. Los ciudadanos de a pie, hemos tenido que aprender a ver los toros desde la barrera, ya no hay opción e incluso los movimientos sindicales han perdido el poder de convocatoria debido a la defensa a ultranza de sus prebendas, ya ni los afiliados les creen.

Los últimos tres períodos presidenciales, se han caracterizado por tener personajes desconocidos, que han logrado demostrar que los juegos de poder trascienden los partidos, el camaleón invadió el traspatio y se metió por la cocina hasta el dormitorio principal.

Hemos conseguido en tres periodos, lo que no se consiguió en décadas de bipartidismo, no obstante es imposible adivinar lo que nos espera a la vuelta de la esquina, lo que las nuevas generaciones podrían o no fraguar, demasiado absortas en la era tecnológica y con un concepto muy negativo de la participación política. Si bien dentro de la clase política se oculta mucho villano, aún hay personas valiosas.

Quizá peregrinamente yo aún confío en que aparezcan nuevos rostros en los partidos más grandes, para que vengan a redactar nuevos programas para todos, de acuerdo a nuestra realidad y acorde a nuestra idiosincrasia, no necesitamos importar programas, podemos crearlos por y para nosotros.

Si bien estamos llenos de dudas, también al final de la tormenta siempre, irremisiblemente, viene la calma.

No existe un modelo social perfecto, porque somos imperfectos, pero al menos necesitamos un modelo que sea incluyente, que no haga mayores las diferencias entre ricos y pobres, que logre darnos beneficios aunque nos exija sacrificios. Es muy posible que muchos de los defensores del sistema del estado benefactor, han sido sus peores enemigos, sus silenciosos detractores, que hicieron posible el advenimiento de una anarquía del pensamiento, de un deterioro de las instituciones desvirtuadas hasta la hez.

Llegándose a escuchar en el monocubo de Cuesta de Moras: “incrementar los impuestos, mejora la producción”(sic).

El bienestar de las mayorías es inalienable.

No dejemos que la música para camaleones se preste únicamente para entretener a estos: todos sin distingo alguno, tenemos derecho a ella.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico.

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1 COMENTARIO

  1. Y tenemos en casa presidencial el camaleón más grande. Llega perdido de su país, un ser de alma podrida, lleno de venganzas y frustraciones. Es difícil combatir a un camaleón porque no se sabe que es, y este juega de progresista cuando le conviene, pero por debajo deja ver su pelambre liberal. No le importa regalar o vender lo que nunca ha sentido suyo, viene a gobernar un país que no siente suyo, pero que con sus mentiras logra atrapar a ese grupo maleducado e inculto, a la chinaca popular como decían en un programa mexicano. Ojalá podamos neutralizar a este camaleón indecente, ojalá que no deje crías por ahí escondidas que terminen de hacer el mal que le están haciendo al país.

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