– Hola, soy Demerzel II, un robot del tipo más fuerte e inteligente diseñado hasta el momento, con lo último de inteligencia artificial. Estoy haciendo un trabajo de exploración e investigación astronómica en Europa, el satélite II de Júpiter, el más pequeño de los galileanos, justo entre las órbitas del volcánico Io y el de mayor tamaño, Ganímedes.
Somos siete robots idénticos (séptuplos), con mecánica, hardware y software totalmente compatible e intercambiable, tanto a nivel de micro como macro componentes. Tenemos una fuerte base en mecatrónica con siete especialidades: Criogenia, Biofísica, Bioquímica, Geofísica, Fisicoquímica, Astronáutica y Telecomunicaciones; excepto yo, que por decisión del Consorcio de Agencias Espaciales además actúo como una especie de “facilities manager” de la expedición. Llegamos a Europa el 8 de setiembre del año 2063, procedentes de la Tierra, con una escala en Marte, donde fuimos finalmente modificados y adaptados al ambiente de Europa.
¿Por qué robots? Algunos motivos son
La gravedad en Europa es solo 1,314 m/s2; en la Tierra 9,8 m/s2.
La temperatura promedio es -171 °C. El récord en la Tierra es en la Estación Vostok en Antártica: −89,2 °C.
La presión atmosférica es 0,1 micropascales (una diezmillonésima del valor en la Tierra).
La radiación ionizante que recibe de Júpiter es peligrosa para humanos, durante períodos largos-.
– Voy a contarles algo que la mayoría de los terrícolas (o “earthlings” como cariñosamente les decimos nosotros a ustedes) ignoran, o no le ponen atención; es sobre la vida de los robots. En realidad, la vida de cualquier entidad autónoma ya sea un organismo biológico o puramente mecánico como un robot una vez construido (creado), depende de una fuente de energía para realizar sus funciones y puede morir si esta se agota.
Baterías, algo imprescindible.
– En el caso de nosotros los robots, esa fuente de energía es una batería activa y otra dormida. La primera (siempre lista) suministra la electricidad para que todos nuestros mecanismos funcionen: palancas, poleas, pistones, motores, y calor para que nuestros fluidos corporales (aceites y lubricantes, similares a los de transmisión y frenos de un carro) no se congelen y permitan el funcionamiento de dichas partes móviles. La segunda batería entra en funcionamiento un segundo después que la primera tenga una disminución notoria, pero eso nunca ha pasado, bueno hasta ahora. Las baterías tienen una duración finita y deben recargase o cambiarse, para eso contamos con un generador eléctrico alimentado con un mini-reactor nuclear de Torio. Cuando este ya no funcione, pues nuestra vida se terminará poco a poco.
Envejecimiento y deterioro
– Las partes móviles se desgastan por el rozamiento. Esto a pesar de que fueron construidas con las mejores aleaciones de metales encontradas a la fecha en el Sistema Solar. Con propiedades excepcionales similares al ficticio “mithril”, el mitológico mineral encontrado en las minas de Khazad-dûm en Tierra Media.
Piezas de repuesto, no
Por motivos de peso, volumen y combustible de la nave espacial que nos trajo, solo nos transportó. Ahora sirve de refugio o bodega para el reactor nuclear, algunas herramientas, lubricantes, dos vehículos rover para movilizarse sobre hielo y el equipo de telecomunicación local y con la Tierra, por eso somos solo siete robots idénticos. Si alguno de nosotros se inhabilita, pues simplemente seguimos operando con algún tipo de minusvalía.
Accidentes, sí claro
Debemos viajar a diferentes sitios, explorar y recoger muestras. transportar equipo, construir, armar y desarmar piezas. Casi siempre lo hacemos en pareja. Eso involucra riesgos; los robots no somos indestructibles. Hace unos meses, Kinglet mi compañero especialista en Biofísica estuvo a punto de morir debido a un problema causado por una batería defectuosa, durante una fuera de lo común exploración en solitario de una semana. ¿O quizás porque el software encargado de verificar el nivel de carga eléctrica, no lo hizo a tiempo? Estamos expuestos a casi el mismo tipo de riesgos que cualquier eartling.
Además, debemos cumplir con las tres leyes de la robótica establecidas en 1942, por I. Azimov.
Primera: Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.
Segunda: Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.
Tercera: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
Nuestra base de operaciones está exactamente en el punto geográfico de Europa, desde donde Júpiter se ve siempre al principio de la mañana, como si fuera nuestra estrella, es decir un poquito después de su orto, con toda la bola joviana exactamente sobre el horizonte; como recuerdo que se ve el Sol naciente, desde un punto de la Tierra, en los días que estuve allí, luego de que me construyeron y durante la etapa de programación.
Sucede que Europa, Io, Ganímedes y Callisto (también nuestra Selene a su propia manera con la Tierra), tienen un perfecto acople gravitacional con Júpiter. En el caso de esta luna (Europa) su periodo de revolución sideral (¡con respecto a Júpiter!) es muy corto, solo 3,55 días, lo mismo que su período de rotación (respecto a su eje).
Posiblemente Galileo y otros astrónomos de su época lo notaron por el año 1610, al menos la revolución. Así la humanidad se dio cuenta -por primera vez- que había un segundo centro de revolución, además de la Tierra, y entonces el modelo heliocéntrico de Copérnico y Kepler comenzó a tener más apoyo, aunque lentamente. Y a su vez otros mitos astronómicos comenzaron su declive.
Le dejo de tarea averiguar ¿Cuánta duración tiene el día en Europa?, esto es, desde un orto del Sol hasta el siguiente (suponiendo que usted se mantiene fijo en un punto del satélite).
– Entonces vea qué extraordinario, en este punto donde estoy ahora; el más grande de los planetas, el poderoso e impresionante Júpiter, nunca se mueve de donde está (“no asciende ni desciende”), -está fijo, no revoluciona-; ¡desde luego sí lo vemos rotar, ¡una vuelta cada 10 horas!
Claro, este es un punto escogido estratégicamente por nuestro proyecto de exploración científica, donde se supone además que la capa de hielo de Europa es menos gruesa.
Como ustedes saben, en otros puntos de este lado cercano de Europa respecto a Júpiter, también se tendría una vista (poquito distinta), con el gigante a diferente altitud. Pero desde ninguno lo verá llegar al mediodía, descender, u ocultarse.
– ¿Habrá un sito en Europa desde el cual nunca se verá Júpiter?
Creo que sí, más bien hay muchos lugares. ¡Sucede lo mismo en sitios de la Luna (en el lado lejano), desde los cuales no podemos ver la Tierra!; muy convenientes para la observación del universo.
Llegó mi primera noche en Europa
¡El satélite resplandece -brilla en la oscuridad-! Ya me habían explicado que por el fuerte flujo de partículas y radiación que recibe de Júpiter, ocurren interacciones con las sales disueltas en el hielo de la superficie europea, que se excitan y posteriormente emiten luz. El mecanismo fisicoquímico aún está en estudio. Esa peligrosa radiación es el motivo principal para que esta exploración sea robótica,
– Observando videos en la biblioteca de la base, como lo hicieron Leeloo (en 1977) y Lucy (en 2014), para ponerme al día con la historia de la Tierra, el panorama parece semejante a estar en la ciudad cercana a la planta nuclear de Chernóbil, durante el accidente del reactor nuclear en 1986. O quizás como sumergirse en el puro centro de un cono de luz zodiacal un millón de veces más intensa, en una noche terrestre sin Selene.
Además, es curioso y explíqueselo usted mismo con un simple diagrama (con cuidado eso sí):
– Desde la Tierra no se puede ver el lado nocturno de Europa.
Simplemente porque el Sol está entre nosotros y dicho lado, debido al acople gravitacional entre esta luna y Júpiter. Por eso ningún telescopio ha podido confirmar ese resplandor. Quizás lo compruebe la sonda espacial Europa Clipper, en unos años.
Nuestros equipos de radar han determinado que el espesor del hielo donde estamos tiene un promedio de 20 km, que posiblemente esté flotando sobre un océano interno de unos 55 km de profundidad, encima de un manto rocoso. Lástima que aún no se construye una taladradora que pueda perforar esa distancia, a la temperatura de Europa. Si así fuera estaríamos en capacidad de descubrir visualmente, ¿qué hay en ese “mar global” y en su fondo?; su bioquímica y propiedades físicas. Salir de la duda de si hay algún tipo de organismos autorreplicantes, esto es, si existe algún tipo de vida allí.
Mis compañeros y yo hemos hecho varias veces un viaje de unos 613 km hacia el Oeste de nuestra base, a través de las casi lisas planicies de hielo de Europa, sin montañas ni cráteres notables, pero atravesadas por múltiples conjuntos de crestas y fracturas, semejantes a las grietas en el hielo que vemos en el Océano Ártico totalmente congelado.
Frecuentemente encontramos lo que parece ríos y lagos congelados. Cubiertos con una capa, no muy gruesa de hielo, encima de ellos. Parecido a lo que se ha encontrado en el Lago Vostok, en la Antártida. Estamos averiguando si pudieran ser de agua fresca, es decir, con un bajísimo componente de salinidad.
También hemos encontrado varios puntos, donde parece que ese supuesto océano interno se ha salido por alguna grieta en el hielo, pues se observa lo que llamamos crio-géiseres, eso sí de poco volumen y duración y con una periodicidad nada constante.
A lo mejor en este satélite se dan los tres requisitos indispensables para la vida que conocemos; agua líquida, bioquímica apropiada y una fuente de energía. Proporcionada por un núcleo caliente, apoyado por la fuerte marea oceánica que produce Júpiter y las colaboraciones cómplices de Io y Ganímedes debido a sus inherentes acoples gravitacionales.
Esto sería un resultado importante, no solo para la ciencia, sino también para una posible visita humana, aunque seguramente de muy corta duración.
Mientras Europa realiza una revolución, Io nos alcanza, sobrepasa y nos deja atrás dos veces. Y Ganímedes parece que lo mira todo desde arriba, con una sonrisa malévola, dando apenas media vuelta. Entre los dos satélites y Júpiter amasan a Europa y la mantienen en ese estado, desde su formación, hace unos 4500 millones de años.
Eso se siente en el hielo bajo nuestros pies de una manera que a veces nos da miedo; se quiebra, se hunde, se levanta, libera líquidos y vapores que se solidifican casi de inmediato y cambian de color. Hay microsismos casi contantemente, pero lo más temido son las fallas de deslizamiento oblicuo, que ocurren con una potencia increíble, se abren y cierran en pocos segundos y si logran atraparnos entre sus paredes, posiblemente nos destruirán.
Lo mejor de nuestra estadía va a pasar el 8 de abril de 2083. En esa fecha va a ocurrir lo que llamaría un doble eclipse solar sobre el lado lejano (respecto a Júpiter). El alineamiento no será tan perfecto (¡casi nada lo es, pero a veces se acerca) como una recta sobre el cenit de Europa, pero Ganimedes y Calisto entrarán casi uno después del otro en el equivalente a una luna nueva, mientras que 5 horas después Io, que estará en fase de luna llena.
¡Que interesante que entre el equipo hay un micro gravímetro -GPS, que permite medir cambios de la aceleración de la gravedad (campo gravitatorio) hasta de 0,1 micro metros por segundo al cuadrado, durante el transcurso de un día!
Para finalizar le contaré lo que le pasó a un robot (yo) durante un trabajo de exploración, que parecía simple rutina. Nosotros somos de tamaño humano un poco más que promedio, diga que nos modelaron como el terminator T-800 de la película de 1984, desde luego sin la cobertura de látex para simular piel, que es innecesaria. El equivalente a los pies son apoyos de tres dedos acondicionados para pararse sobre hielo liso y resbaloso (aquí nunca hay nieve). Cada uno de los tres dedos y el talón tienen crampones en la parte inferior, como los que usan los alpinistas que suben el Everest. Pero con una adición que ha resultado extremadamente valiosa; son retráctiles de manera automática, como las garras del oso polar y de casi todos los felinos.
Las manos también tienen tres dedos para poder manipular cualquier herramienta, pero éstos terminan en rotores de diferentes diámetros para sacar o meter tuercas o tornillos.
Yo estaba precisamente tratando de tomar una muestra del hielo color café claro en una grieta que se abrió repentinamente a 75 metros de nuestra base. Era de unos 85 cm de ancho y traté de cruzar al otro lado de una zancada.
Pero el hielo a mis pies se quebró y no me proporcionó el suficiente apoyo para no patinar y a la vez impulsar mi salto.
Mi pie izquierdo (¡soy zurdo!) se hundió en la mezcla frigorífera de la grieta hasta la rodilla y a su vez, la grieta se cerró casi inmediatamente de manera violenta, ejerciendo una extraordinaria presión tal que mi pie no resistió, quebrándolo.
Para liberarme mis compañeros tuvieron que amputarlo a nivel del tobillo.
Así que sigo haciendo mi trabajo caminando renco y con mi cuerpo inclinado 10 grados respecto a la vertical. Suerte que no fueron las manos.
Pero hubo algo positivo, en la muestra que recogí se encontró por primera vez trazas inconfundibles de metano.
Bueno, hasta el próximo cuento.
¿Quiere usted ponerles nombre a los otros cuatro robots?
¡Y adivinar cual es Ananké!
(*) José Alberto Villalobos Morales es asesor en Física y Astronomía.
Sus historias son muy buenas, pero un poco largas. Quizá las podría publicar por partes, y así nos dejaría en suspenso hasta la siguiente parte…