Como lo ha manifestado la Organización Mundial de la Salud, el bienestar y la salud mental son fundamentales para que llevemos una vida satisfactoria y podamos desarrollar todo nuestro potencial. En el caso de la Universidad de Costa Rica, la persona docente debe ser valorada en su integralidad humana, académica y profesional. Nunca debe constituir un número o solamente una estadística. La labor pedagógica que desarrolla tiene lugar en contextos cambiantes y complejos, entre los que pueden citarse la situación socioeducativa a nivel nacional e internacional, las características del entorno, la irrupción tecnológica, las injustas condiciones de contratación y laborales e incluso, las relaciones de poder imperantes en la institución.
Las tensiones y la incertidumbre surgidas a raíz de estos factores afectan a todo nivel su salud mental y la de quienes interactúan con ellas. Los altos niveles de estrés, la ansiedad y muchas veces frustración de no lograr los objetivos académicos de manera plena evidencian lo grave de esta situación, lo cual puede acentuarse si se consideran los múltiples compromisos que deben atender, sean educativos, de salud o incluso, cuido de sus familiares.
La administración universitaria no puede ser indiferente a esta realidad. Debe cuidar a de sus docentes, en tanto personas que ponen en marcha todos los procesos de aprendizaje que culminan con éxito, con la graduación de profesionales para servirle al país. Por ello, la Universidad de Costa Rica debe mostrar su disposición para invertir en este campo de manera contundente. Recordemos, como lo ha manifestado el Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus que “la inversión en salud mental es una inversión en una vida y un futuro mejores para todos”, para la humanidad.
Entre las acciones que debe asumir la Universidad de Costa Rica está el impulso a una cultura de la salud mental que permee a toda la institución y que permita la incorporación de prácticas apropiadas para gestionar las emociones de las personas, además de ofrecer los apoyos precisos y efectivos para actualizar los recursos y métodos pedagógicos, así como los enfoques curriculares. La instauración de esta cultura conlleva, necesariamente, una revisión de la forma cómo se está trabajando actualmente el tema, crear suficientes espacios de diálogo, recreación y creatividad, y dotar de los recursos pertinentes para implementar las estrategias de prevención y promoción que sean pertinentes.
Esta es una tarea ineludible y urgente. Una verdadera prioridad. Es el momento de que la Universidad apueste decididamente por el bienestar y por la salud mental de las personas docentes, estudiantes y personal administrativo, superando las concepciones patológicas y fortaleciendo los vínculos que aseguren mejores condiciones en la calidad de vida de la comunidad universitaria.
(*) José Ángel Vargas Vargas, Catedrático UCR
El primero a ser revisado por el psiquiatra es el ciudadano Gustavo Gutierrez, quien desde la rectoría de la UCR pretende aspirar a la presidencia del país. Su labor como rector debe estar enfocada en formar profesionales íntegros y no en utilizar a los estudiantes como su ejército político privado para bloquear las vías públicas del país cada vez que sufre un disgusto o pasa una mala noche por una declaración del actual presidente Rodrigo Chaves. Sí la cabeza está mal el resto del cuerpo también, bien sería que este tipo se haga a un lado con toda su mafia académica y la UCR vuelva a florecer como en el pasado.