Mesa Américas, 30 may (Sputnik).- La crisis de consumo de fentanilo en EEUU, responsable del 70 por ciento de las muertes por sobredosis en 2023, y tal vez más, dada la práctica de mezclar el opiáceo con estimulantes, tuvo este año un debate político entre los gobiernos de ese país y su vecino del sur, México, que este domingo elige nuevo presidente.
Según un informe de InsightCrime, en base a datos del Servicio de Aduanas y Protección de EEUU, las incautaciones de fentanilo en la frontera entre ambos países creció casi 10 por ciento entre el año fiscal -de octubre a septiembre- de 2019 hasta el de 2023, año en que totalizó 12.119 kilogramos secuestrados en la frontera.
«La crisis del fentanilo en EEUU, alimentada en gran parte por el Cartel de Sinaloa, amenaza nuestra salud pública, nuestra seguridad pública y nuestra seguridad nacional», dijo la fiscal general adjunta, Lisa Monaco, quien apunta directamente al cartel de Sinaloa, en forma más específica, a la facción denominada «Los Chapitos», comandada por los cuatro hijos de Joaquín «el Chapo» Guzmán, exlíder del cartel que pena condena de prisión desde enero de 2016.
El actual mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, desmintió tales versiones y retrucó que el sintético se produce en EEUU y Canadá, «y en México en menos proporción», aunque luego reconoció mayor responsabilidad a regañadientes.
Para la directora del Instituto RIA, una asociación civil mexicana que hace investigación e incidencia en políticas de drogas, Zara Snapp, la discusión sobre quién es la madre del borrego ya está zanjada, y lo que es menester discutir es la estrategia a adoptar para resolver el problema, con un condimento muy especial: las elecciones en EEUU.
«Muchas personas creen que (el expresidente Donald) Trump (2017-2021) va a ganar y pues eso también cambiará mucho la relación con México, que creo que es algo a lo que tendríamos que estar muy atentos, ya que eso podría tener un impacto», admite Snapp en diálogo con la Agencia Sputnik.
Pero no nos alejemos de los comicios mexicanos de este domingo, y el posible panorama a partir del 1 de octubre, cuando asuma la nueva administración.
Nuevo Gobierno
Al 20 de mayo, las encuestas posicionaban a Claudia Sheinbaum, del gobernante Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, izquierda) en la delantera con aproximadamente 55 por ciento de las intenciones de voto, seguida de Xóchitl Gálvez, del opositor Frente Amplio por México (centro), con 34 por ciento, y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano (centroizquierda), con ocho.
Las dos candidatas que lideran los sondeos -y encabezan a su vez las respectivas alianzas electorales Sigamos Haciendo Historia y Fuerza y Corazón por México- bregan por la cooperación internacional como respuesta integral a la crisis que genera el opiáceo.
Esa idea también es sostenida por el candidato de Movimiento Ciudadano, quien comparte con Sheinbaum su férrea oposición a la guerra contra las drogas impuesta por EEUU desde la década de 1960 y que se expresa a través del prohibicionismo.
«La pregunta sobre cuáles serían los cambios que harían las distintas candidatas y el candidato en el tema de drogas es más amplia en México, si continuarían la campaña que empezó AMLO (como se conoce al presidente por las siglas de su nombre), y si harían más enfoque en temas de salud», plantea Znapp.
Y completa: «Va a depender mucho de cuáles son las fuerzas políticas (que ganen), porque el tema de drogas suele ser una moneda de cambio para otras cosas en la política y eso es lo difícil, porque entonces no es como una prioridad necesariamente, sino algo que se puede negociar por otros pactos que se hacen».
«No ha sido un tema principal (en la campaña) y la preocupación es cuál va a ser la política (de quien gane), si van a mandar al ejército o si va a ser una política muy conservadora. Entonces, estamos un poco a la espera y con mucha expectativa», añade.
Sheinbaum aseveró hace pocos días que no empleará «el autoritarismo de la guerra contra el narco», modelo que en México instauró el expresidente Felipe Calderón (2006-2012).
«Hay que atender las adicciones como un problema de seguridad pública. Es lo que hemos dicho, por ejemplo, en el caso del fentanilo en EEUU. No solo es un asunto de disminuir el tráfico de fentanilo, sino es un asunto de que EEUU también tiene que asumir que los jóvenes tienen una crisis porque hay más de 100.000 muertes por fentanilo, aunque creo que el año pasado disminuyó», añadió la candidata en un mitin.
En efecto, y a pesar de que los opioides sintéticos están implicados en más de dos tercios de las muertes por sobredosis en el gigante del norte, las mismas registraron bajas por primera vez en cinco años en 2023, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Gálvez, en tanto, ha reiterado que la actual administración minimiza los actos de violencia, y subrayó a Sheinbaum como una continuación de esa política. «Yo estoy pensando claramente hacer un acuerdo con EEUU para el tema de aduanas, necesitamos parar la entrada de fentanilo a México, la entrada de armas y darle seguimiento al lavado de dinero», arguyó durante una reunión con estudiantes del Tecnológico de Monterrey (Nuevo León, norte).
«La nueva ley entrega la comercialización del fentanilo al crimen organizado. El prohibicionismo es el peor enfoque, y tendrá enormes costos de salud», publicó Álvarez Máynez en su cuenta de X hace un año, luego de que el Gobierno de López Obrador sancionara una norma que incentiva el control a los precursores químicos que se utilizan para obtener la sustancia.
Con todo, Znapp siente que «desde México no va a cambiar sustancialmente la estrategia hacia el fentanilo, pero lo que cambiaría sería la estrategia por parte de Estados Unidos, porque ellos sí han tenido un enfoque más de salud en su administración».
Es por ello que el resultado que arrojen las urnas mexicanas el próximo domingo poco tendrá que ver con el porvenir de la producción y consumo de fentanilo, algo que también preocupa en los estados norteños de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.
Cuando la nueva o nuevo presidente asuma, quedarán pocas semanas para conocer quién será el nuevo -aunque conocido- mandatario estadounidense y, en consecuencia, que sucederá con las políticas de drogas para uno y otro país y también, claro, con la cooperación entre ambos. (Sputnik)