Río de Janeiro, 12 jul (Xinhua) — La deforestación y los incendios, combinados con el cambio climático, son algunas de las causas del cambio en el régimen hidrológico de los ríos amazónicos, el cual se ha vuelto más intenso en los últimos años, provocando inundaciones y sequías más graves a intervalos más cortos, explicaron hoy viernes expertos en la 76ª reunión anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC).
En el evento, que se celebra en Belém, capital del estado brasileño de Pará (norte), los ponentes pusieron como ejemplo la sequía histórica de 2023, que provocó el mayor descenso del nivel de los ríos jamás registrado en la región.
En el río Negro, el nivel del agua en el puerto de Manaos alcanzó los 14,75 metros, el nivel más bajo jamás registrado desde que comenzó la serie histórica en 1902.
Para Jochen Shöngart, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA), sólo en las dos primeras décadas del siglo XXI se registraron nueve inundaciones graves, el mismo número registrado en todo el siglo pasado.
Shöngart también señaló que el aumento de la amplitud de la crecida y el reflujo en la Amazonia mostró una variación de 1,6 metros. Esto significa que los ríos se secan antes de lo previsto o al contrario.
Este cambio afecta especialmente a las zonas forestales inundadas, con importantes repercusiones en las actividades económicas y también en las poblaciones ribereñas de la Amazonia, que dependen de estos recursos para su supervivencia.
«El curso de las crecidas, que tiene su previsibilidad y regularidad, es el principal determinante de los procesos geomorfológicos, de los ciclos biogeoquímicos, del crecimiento de la biota que se ha adaptado a este régimen, pero también controla las interacciones biológicas en las áreas inundadas, e incluso las actividades económicas de las poblaciones ribereñas, como la agricultura y la pesca», explicó el investigador.
Ayan Fleischmann, investigadora del Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá, señaló que este aumento del régimen de sequías e inundaciones graves ha repercutido en las zonas de llanura aluvial.
En los últimos años, en el 23 por ciento de las zonas inundables de la baja Amazonia, la duración del período de inundaciones ha aumentado en más de 50 días al año.
Las sequías también han sido muy extremas. Durante la sequía de 2023, el lago Tefé, en el Solimões Medio, en Amazonas, se secó en un 75 por ciento, descendiendo casi 30 centímetros al día. Otros lagos de la región se secaron en un 90 por ciento.
La sequía extrema en el Amazonas ha provocado la muerte de 209 delfines en los lagos Tefé y Coaraci, debido a la elevada temperatura de los lagos. El 28 de septiembre de 2023, 70 delfines murieron cuando la temperatura del agua alcanzó los 39,1 grados Celsius.
«Esto es muy preocupante. Los especialistas en mamíferos acuáticos dicen que si encontramos tres cadáveres de delfines en pocos días, eso ya es una advertencia. Si encontramos tantos, es una tragedia. La muerte de peces en sequías extremas es común en el Amazonas, pero la de delfines es muy rara. Esta fue una catástrofe sin precedentes», lamentó el investigador.
Los estudios realizados por Mamirauá, institución vinculada al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI), llegaron a la conclusión de que los animales murieron de hipertemia, debido a las altas temperaturas de los lagos. Las mediciones realizadas por el instituto en los lagos de la región mostraron que se registraron temperaturas de 37 grados Celsius en más de 25 de ellos.
«Lo que ocurrió con el lago Tefé y los delfines fue que el lago se secó mucho, se volvió muy poco profundo. Como tenemos mucha radiación solar, el lago se calentó fácilmente y esto generó picos de temperatura de más de 40 grados en toda la columna de agua, hasta 2 metros de profundidad, y no había refugio térmico para los animales», añadió Fleischmann.
Agregó que el escenario actual ha mostrado un contraste, con más precipitaciones en la parte norte de la Amazonia y menos en el sur. En parte, esta diferencia en las precipitaciones se explica por la mayor deforestación, los incendios y la implantación de grandes proyectos, como presas hidroeléctricas, en la parte sur de la Amazonia. La parte norte alberga las zonas más conservadas.
Cuantos menos árboles hay para llevar a cabo el proceso de evapotranspiración, la generación de vapor de agua a la atmósfera, menor es el porcentaje de precipitaciones, con el consiguiente aumento de la temperatura en la región.
Para este año, el investigador teme la posibilidad de otra grave sequía, debido a un régimen hidrológico inferior al previsto.
El monitoreo realizado por el Servicio Geológico de Brasil, la Companhia de Pesquisa de Recursos Minerais (CPRM), muestra que del 21 de mayo al 19 de junio la cuenca del río Amazonas tuvo precipitaciones inferiores a las esperadas en gran parte de la región.
Fleischmann enfatizó que, frente a este escenario, es necesario invertir en acciones para mitigar el sufrimiento de las poblaciones de la región. En 2023, la sequía aisló a miles de personas, que tuvieron dificultades para acceder a alimentos, medicinas y, sobre todo, agua potable.
«Esta es la paradoja de la Amazonia, hay mucha agua y mucha gente pasando sed», resumió.
«Necesitamos crear urgentemente programas de acceso al agua en la Amazonia. No por estar en la mayor cuenca fluvial del mundo el agua es accesible para el consumo humano», añadió.