Columna Poliédrica
No hay duda que la educación en Costa Rica ha ido a menos y que vamos para el precipicio. Estamos hablando de la educación primaria y de la educación secundaria principalmente, sin embargo, allí también habría que meter a la educación superior privada y hasta la pública en algunas disciplinas; es decir, todo el proceso educativo desde primaria, pasando por la secundaria y llegando a la educación superior, se ha venido deteriorando para vergüenza de todos.
La educación fue el principal valor de la Costa Rica histórica. Estudiar era la vía para que salir de la pobreza, tener una vida digna y ser un ciudadano de bien, sin embargo, ahora esa idea ya no se promociona; al contrario, ahora se dice que no es necesario estudiar, que uno puede salir de pobre por otras vías y se ponen de ejemplo excepciones, es decir, a gente que le ha ido bien siendo influencer, modelo, futbolista, etc, pero esas personas no son la regla.
La educación es la principal herramienta y mecanismo de movilidad en cualquier sociedad. La apuesta que ha hecho el país desde el siglo XIX cuando estableció la gratuidad de la educación a nivel constitucional y luego la inversión que se hizo después de la segunda mitad del siglo XX, produjo los índices educativos que fueron objeto de admiración a nivel mundial en otro momento; no obstante, en los últimos cuarenta años la política educativa ha sido bastante errática y lejos de fortalecerla, lo que se ha hecho es debilitarla de manera sistemática y aquí estamos sufriendo estos desaciertos.
La falta de una ruta clara y estratégica para la educación está dejando al narcotráfico la mesa servida para reclutar a nuestra población infantil y joven. En lugar de estar preparando a los futuros profesionales en las diferentes ramas del conocimiento, lo que estamos viendo es el reclutamiento para el sicariato, el tráfico de droga y para otras actividades anexas a estas actividades delictivas; en otras palabras, estamos en un punto de inflexión como país, es decir, si no atendemos está realidad, nuestro futuro como sociedad está en grave peligro.
El deterioro ha llegado a tal extremo que se cuestiona a nuestros educadores y se les desautoriza. En un pasado lejano, cuando el docente mandaba a llamar al papá, la mamá o al encargado del muchacho o muchacha, los estudiantes sabíamos que la cosa iba a estar complicada en la casa; ahora es todo lo contrario, más bien se cuestiona al docente y hasta se le amenaza, con lo cual su estatus y autoridad está totalmente disminuida en estos tiempos.
La educación debe ser un objetivo prioritario para la sociedad costarricense y para cualquier gobierno de Costa Rica. La debacle de los años ochenta del siglo pasado debería habernos enseñado de la importancia de no dejar de invertir en educación, sin embargo, lo que tenemos en la actualidad es un desastre educativo y eso está debidamente documentado por medio de la investigación que realiza el Estado de la Educación adscrito al Estado de la Nación, que es una investigación patrocinada por parte del Consejo Nacional de Rectores (CONARE).
Cuando uno escucha a ciertos personajes de la vida pública entra en un pesimismo terrible. Uno se pregunta en cómo hemos llegado a este estado de las cosas, cómo hemos podido caer en este hoyo que no parece tener fin; se trata, por decirlo así, del pesimismo de la razón, de ese que se genera cuando no se encuentran respuestas ante tanta irresponsabilidad, ante tanta demagogia, ante tanta estupidez, es el pesimismo del que observa la realidad y no comprende cómo los seres humanos podemos caer tan bajo.
La educación de este país bien vale, no una marcha, bien vale todo el esfuerzo de cada uno de nosotros para reconectar con nuestra historia educativa.
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com
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