sábado 18, enero 2025
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Costa Rica como expresión del mundo global

En respuesta al artículo recientemente publicado por The New York Times sobre el fenómeno del narcotráfico en Costa Rica:

The New York Times: Un paraíso turístico se convirtió en un imán para el narco

Si tomamos a la segunda mitad del siglo XX como una etapa de transición entre la llamada Primera Revolución Industrial y la actual revolución tecnológica de la “era digital”, encontramos que el gran logro de este pequeño país centroamericano llamado Costa Rica, ha sido el ser identificado con todo un estilo de vida ligado al mejor bienestar humano, a algo tan preciado como es la vida en “conexión” con la naturaleza, la cual ya se perdió hace varias décadas en buena parte de regiones de los países más desarrollados del mundo. Pero curiosamente, desde que en 2021 Costa Rica ingresó como el país miembro número 38 en el club de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo), ha sido cuando más se están viendo los graves problemas que arrastra en todos los ámbitos, pero muy especialmente en el campo social con datos alarmantes relacionados con el aumento de la pobreza y la criminalidad.

Y es que, pertenecer a la OCDE bajo el modelo de desarrollo occidental que lidera un país como los Estados Unidos de América, no significa que se garantice un progreso generalizado. Muy al contrario, desde hace décadas se sabe que este modelo de desarrollo genera enormes desigualdades sociales, y con ello toda una larga lista de problemáticas que van en detrimento del bienestar y de la calidad de vida, como muy bien sabe la gente que vive en el Área Metropolitana de San José de Costa Rica, que concentra el 70% de la población total del país. Pero a pesar de todo, la reputación de Costa Rica como el país de la “pura vida” todavía resiste con fuerza en todas las zonas rurales del territorio gracias a su biodiversidad, a la cercanía de hermosos parajes naturales, a la calidad del agua para el consumo o a los buenos alimentos locales. El problema general es fundamentalmente de modelo socioeconómico. ¿Y a qué modelo me refiero? Pues a aquel que surgió después de la Segunda Guerra Mundial en los países occidentales, basado en convertir a las sociedades en un inmenso espacio de consumidores preocupados por su felicidad. Un pensamiento que ha cambiado valores y hábitos como nunca en la historia humana.

Después de casi 80 años desde entonces, una vez estos mismos países consolidaron unas estructuras administrativas muy sólidas, vemos como la “búsqueda de la felicidad” por parte de la ciudadanía está íntimamente ligada a unos hábitos de consumo directamente dirigidos hacia una oferta de millones de productos que no necesitamos para nada. Al mismo tiempo, la brecha entre ricos y pobres se hace cada día más grande, pero ello no impide que todos sean por igual consumidores de todo tipo de drogas. Un consumo cuya popularización se inició en los años 70 del siglo XX, cuando desde los servicios de inteligencia de los Estados Unidos de América se creyó oportuno que había que apaciguar la contestación de los jóvenes con una distribución masiva de drogas, hoy ya la mayor “pandemia” en todo el mundo.

En Costa Rica, si quieren saber cómo ha sido la evolución del país en estos últimos 80 años, sólo necesitan charlar con alguna abuelita que tenga esa misma edad en algún pueblo de Guanacaste, de Monteverde, de Sarapiquí o del Pacífico Central, y bien seguro que todas ellas les dirán lo mismo. Esas abuelitas, tal como yo mismo he constatado en persona en mis más de 10 años visitando o viviendo en este país, les dirán que no les gusta para nada que sus nietos hayan copiado el hábito de tomar drogas de los “turistas gringos”, y también les dirán que la vida de antes era más pobre pero más feliz que hoy.

Y mientras todo esto ocurre la crisis climática es imparable, con una pérdida de biodiversidad considerable en la misma Costa Rica, donde el modelo ecoturístico se orienta principalmente para favorecer a las clases acomodadas del “primer mundo” en la búsqueda desesperada de su propia felicidad. A la sombra de todo ello, la extensión de monocultivos con uso indiscriminado de agroquímicos ha situado a Costa Rica en el puesto número uno del ranking mundial, pues el mundo global necesita tanta cantidad de piña como de lavado de dinero. Esta es la gran paradoja de este mundo, la existencia de una cantidad de excedentes casi inmoral que lleva al colapso, pues la verdadera crisis global es la que tiene que ver con los valores humanos. Pero por ello mismo, para taparlo todo como si no fuese responsabilidad de nadie, aumentan los incentivos para que la ciudadanía se haga adicta al ocio y al entretenimiento más banal, y que aleja a las personas de la búsqueda de conocimiento y de los mejores hábitos de vida.

(*) Sergi Lara, divulgador geográfico y asesor turístico

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