La división entre un Norte y un Sur Global define al sistema-mundo civilizador que representa a la modernidad, donde impera una jerarquía de dominación que es el resultado de un proceso histórico. Tiene su fundamento en las consecuencias de la expansión colonial europea, que se daba por finalizada, pero persiste en su esencia. Su poder va más allá de la idea económica, e incluye el control del proceso de producción de conocimiento. Su mayor expresión es que el Norte Global controla el saqueo de los recursos del Sur Global y es el principal beneficiario de su explotación. De este modo, el Norte acumula poder y riqueza de un modo inaccesible para el Sur, y mantiene el control de las redes de información y comunicación planetarias, así como la narrativa que lo justifica.
Existe, pues, una relación de dependencia nociva entre el Norte y el Sur, donde uno domina y el otro se somete, o se subordina a sus designios. Pero se desconoce su razón de ser, y se niega esta relación. Sin embargo, esta dependencia es mutua y puede reconocerse. El Norte depende del saqueo del Sur, y el Sur depende del comercio que controla el progreso tecnológico y financiero del Norte, y este factor genera formas de violencia económica, financiera, política, simbólica y militar, que dificultan un progreso civilizador más racional. La violencia está en el proceso de construcción de enormes desigualdades, de desgobierno y de estímulo de la corrupción y la delincuencia. Y, respecto a la diversidad de la vida en el planeta, incide en su deterioro y altera el clima. También, aparece en la migración forzada, que tiene su particular rostro en la violencia de las fronteras que separan al Norte y el Sur Global.
En definitiva, el dominio económico y epistemológico del Norte Global normaliza la destrucción de la naturaleza y la sobreexplotación de los recursos en nombre del desarrollo, pero también construye una lógica de superioridad e inferioridad que normaliza la inequidad, el desprecio, el racismo, la estigmatización y la condena pública y simbólica del Sur Global y de quienes lo denuncian.
Por esta razón, se plantea la lógica y la necesidad de avanzar hacia un nuevo paradigma civilizador, que permita superar esta relación de dependencia enfermiza y transite hacia un renovado sistema-mundo más justo, responsable y equitativo, con futuro.
Nota: esta visión debe su esencia al Dr. Ramón Grosfoguel, concretamente al libro De la sociología de la descolonización al nuevo antiimperialismo decolonial, de 2022, Ed. Akal.
(*) Andreu Marfull Pujadas, Profesor en Planificación y Geografía Urbana a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.
A Occidente se le arruga el ombligo, que China, Rusia y en general los BRICS, se entremeta en su supuesto patio trasero. Están acostumbrados a explotarnos, cediendo a unos cuantos escogidos corruptos, unas migajas. Mientras, el grueso de nuestras riquezas se las roban, literalmente. Y sobran las «técnicas» para lograr sus objetivos, etiquetando a sus contrarios de comunistas, narcos, violadores de derechos humanos, lavados de capitales, etc., etc. Y así, vemos como tientan a Lula, Petro, Boric, etc., y por un disimulado precio –al mejor estilo europeo-, se pasen de acera. Y hasta la extorsión se vale, si no actúan según ellos quieran. En síntesis, por décadas esos parásitos han vivido con lo ajeno. Y todavía tenemos en nuestro seno, gentes que les lame las patas. Debemos viajar hacia el multipolarismo, sin miedo o complejo. Ya basta de que nuestras mayorías, vivan como mendigos, enfermos y pobres. El cambio se impone.