Montevideo, 26 sep (Sputnik).- En una iniciativa que lleva más de dos décadas de impulso por parte de varios países y organizaciones no gubernamentales, la creación del Santuario de Ballenas del Atlántico Sur enfrentará este jueves una nueva prueba al ser puesto a votación en la reunión bienal de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), donde todavía existe una minoría resistente y poderosa.
Es «el día crucial, el Día D en la Comisión Ballenera Internacional. Es casi que estamos jugando el Mundial de las Ballenas en el equipo contrario. Hay una mayoría de países con intereses genuinos por la conservación de las ballenas que viene siendo bloqueado por una minoría que responde a intereses políticos de Japón, que es un país no miembro», dijo a la Agencia Sputnik, la cofundadora del argentino Instituto de Conservación de Ballenas, Roxana Schteinbarg.
Desde 1986, la CBI tiene una moratoria que prohíbe la caza de ballenas en aguas internacionales y la creación del santuario ayudará a la protección de los cetáceos en caso de que se reanude la práctica.
La creación del santuario es una de las varias propuestas presentadas por países miembros de la CBI, integrada por 88 naciones, y ha recorrido un largo camino hasta llegar a la 69 reunión bienal que se realiza esta semana en la capital peruana, Lima.
El santuario busca prohibir «cualquier tipo de actividad de caza de ballenas, ya sea a través de operaciones pelágicas o desde estaciones en tierra» en un área que comprende 21 millones de kilómetros cuadrados desde las costas de América del Sur hasta las de África Occidental.
La propuesta ha sido presentada por los gobiernos de Brasil y Argentina desde 2001, con Uruguay sumándose en 2012 a la iniciativa, que ya fue rechazada 12 veces.
En esta reunión también el Gobierno de Gabón es coproponente de la iniciativa, pese a que su delegado en la reunión de la CBI se manifestó en contra de la idea.
«El santuario todavía no es una realidad por el sabotaje que vienen realizando estos países a una propuesta que es regional, que apunta a la cooperación internacional, que apunta a complementar los esfuerzos del Santuario del Atlántico Sur con el ya existente del Océano Austral», dijo la especialista argentina.
De aprobarse, al menos 54 especies de cetáceos quedarían protegidas en el Atlántico Sur. Siete de ellas – ballena azul, de aleta, sei, barbada común, barbada antártica, jorobadas y franca austral- migran desde el norte hacia la región antártica y subantártica para alimentarse en los meses de verano.
La prohibición de caza en el área será examinada 20 años después de su adopción inicial y a intervalos sucesivos de 10 años, pudiendo ser modificada en esos momentos por la Comisión, muestra el texto de la iniciativa.
En la actualidad solo tres países cazan ballenas en sus aguas jurisdiccionales -Noruega, Islandia y Japón- y cuatro comunidades lo hacen en la categoría caza de subsistencia aborigen, un término que podría ser cambiado en esta reunión.
En su discurso de apertura del encuentro en Lima, Japón reiteró su posición a favor de la caza de ballenas, argumentando que no todas las especies están en peligro de extinción, según sus estudios científicos, y que la práctica es un modo de vida tradicional de la cultura nipona.
Un escudo para el futuro
Los países que se han manifestado en contra, mayormente del Caribe y África, han boicoteado la iniciativa en las reuniones de la CBI, dijo Schteinbarg, utilizando el quórum para bloquear la votación, ya que como la creación del santuario es una enmienda al reglamento se necesita una mayoría del 75 por ciento a favor.
En reuniones anteriores, los países del llamado «bloque ballenero» se retiraron a la hora de la votación o no volvieron a la sala.
Muchas de esas naciones no cazan ballenas, ni consumen su carne, pero reciben beneficios económicos del gobierno japonés para desarrollar su industria del turismo y otros sectores, explicó Schteinbarg.
Japón, que durante años cazó ballenas con el argumento de investigación científica, estrenó este año un nuevo barco ballenero que costó 48 millones de dólares, en gran parte subsidiado por el Gobierno.
El país asiático se retiró en 2019 de la CBI y este año reanudó la caza de ballenas de aleta, el segundo animal más grande del mundo, pese a que el consumo de este tipo de carne no es masivo.
La industria ballenera sobrevive por subsidios del gobierno, dijo Schteinbarg, ya que el costo de mantener cámaras frigoríficas llenas de carne de este mamífero, porque es un consumo de élite, es muy alto.
Pese a que no integra la Comisión, Japón se mantiene como observador y en su discurso de apertura subrayó la importancia de cooperar para utilizar la caza de ballenas de una manera sustentable.
Japón no mencionó la propuesta del santuario en su discurso.
En una línea similar, durante un debate que tuvo lugar el martes, algunos países, como Antigua y Barbuda, expresaron su desacuerdo con el santuario argumentando que perjudicaría el modo de vida de sus comunidades que viven de la pesca.
Otros dijeron que la moratoria es protección suficiente.
Son una «una minoría agonizante», dijo Schteinbarg, aunque con un benefactor poderoso, por lo que no se puede pronosticar un resultado de la votación.
En tanto, EEUU, Nueva Zelanda, Reino Unido, India, Corea, Colombia, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Costa Rica, entre otros, manifestaron su apoyo a la creación del santuario.
«El santuario es una voluntad de los estados de liberar el Hemisferio Sur de una posible renovación de la cacería comercial, cosa que no va a suceder, pero se complementa con la moratoria y se complementa con las acciones nacionales que hacen los países para proteger a las ballenas (…) Es nuestro escudo de lo que nosotros defendemos, que queremos el Hemisferio Sur libre de caza de ballenas para siempre», concluyó Schteinbarg. (Sputnik)