Columna Poliédrica
El fútbol y la política se parecen mucho porque son actividades plagadas de traidores y oportunistas. Estamos hablando de personas que están dispuestas a traicionar y a aprovecharse del trabajo que han realizado otros, se trata de gente que está dispuesta a venderle el alma el diablo como se decía antes; en concreto, son personas que se aprovechan de las pasiones y de la falta de raciocinio de quienes están involucrados en las diferentes situaciones para lograr sus objetivos personales, es decir, se trata de parásitos en todo el sentido de la palabra.
En el fútbol he visto despedir a directores técnicos solo porque el equipo que dirige pierde uno o dos partidos. Un caso reciente es el de Vladimir Quesada, exdirector técnico del Deportivo Saprissa, quien habiendo ganado campeonatos fue despedido a pesar de que su equipo no estaba en una mala posición; lo perverso de este tipo de acciones es que se realizan contra personas de la casa, contra gente que ha trabajado denodadamente y que por su cercanía son tratados como si fueran personas desechables.
Cuando se cometen estas traiciones contra los de la casa, se utilizan las más burdas justificaciones. Como no se puede objetar el trabajo que se ha hecho, se acude a falacias ad hominem como hablar de la personalidad del traicionado; por ejemplo, que no tiene carácter porque no grita cuando dirige, que es muy religioso y lo externa cada vez que puede, o que si lo quitan no va a protestar porque es de la casa y el hilo termina rompiéndose por lo más delgado.
El detonante para apuñalar al director técnico suele ser un mal resultado. Como en el fútbol abundan los fanáticos, tanto en la toma de decisiones como en quienes opinan y asisten al fútbol, ello se refleja en la irracionalidad con que se adoptan las decisiones; en otras palabras, los antecedentes de éxito, el trabajo acumulado y la identidad de la persona con los jugadores pasan a segundo plano, ya que los calienta cabezas, los carboneros de siempre, están prestos a atizar las pasiones para que se tomen decisiones pasionales y no racionales.
En la política no es diferente, los oportunistas están presentes porque los intereses personales son más intensos. Siempre hay gente que aspira al protagonismo en los procesos electorales, están procurando quedar bien con el candidato y quieren ser nombrados en puestos en la administración; dicho en otros términos, es gente que está dispuesta a traicionar a sus colegas e incluso a personas que les han ayudado en lo personal, lo profesional o en lo político, no tienen ningún problema para traicionar a sus benefactores.
Cuando en una primera ronda no se logra el objetivo, los oportunistas están prestos a señalar a quienes se dejaron la piel para ganar la elección. La crítica no es el problema porque todos los procesos deben ser objeto de análisis, el problema es cuando los oportunistas hacen señalamientos que no tienen sustento en la realidad; dicho de otro modo, cuando al calor del resultado piden destituir a las personas que han trabajado desde el inicio del proceso electoral todo para asumir puestos que les permita ascender en la estructura partidaria o en el gobierno en caso que se gane la elección.
El oportunismo en política logra su cometido cuando en la toma de decisiones hay personas que deciden con base en las pasiones. Todos se involucran en los procesos electorales para ganar, sin embargo, ese objetivo no justifica la traición y el trato despectivo para quienes han trabajado por la causa desde el inicio; hablamos de aspectos mínimos que se deben tener en cuenta como la dignidad de las personas y el trato mínimo como seres humanos y no como cosas.
Aquí se hace real aquello que dice: Que la necesidad no te convierta en un traidor, porque necesidad tenemos todos, pero lealtad muy pocos.
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com
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La Política y el fútbol en Costa Rica se manejan de la misma manera, grupos de amigos, familiares y compadres aspiran a los puestos directivos y hacen las alineaciones, no hay planes o proyectos a largo plazo y se le rinde pleitesía a la mediocridad. Hago la analogía del mayor logro en el fútbol costarricense, que se alcanzó de la mano de un director técnico que NO gustaba a los jugadores por la forma en la que les hablaba y les exigía disciplina, y el presidente que tenemos hoy en día.
Los traidores y oportunistas están en todo lado, incluso donde uno pensaría. Esa gente ya lo traen desde su proceso de socialización. No se puede generalizar, pero hay perfiles de personas y de nacionalidad muy propensos a la traición y al oportunismo.