sábado 14, diciembre 2024
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Andrés Ojeda apela al carisma, la juventud y los músculos para ser presidente de Uruguay

Montevideo, 23 oct (Sputnik).- El candidato a presidente de Uruguay por el Partido Colorado (centroderecha), Andrés Ojeda, proclama encarnar la renovación política; sin embargo, al leer su plan de Gobierno surgen numerosos reconocimientos y ánimos de continuismo respecto a la administración del actual mandatario, Luis Lacalle Pou, de quien dice ser amigo, además de pretender ser su heredero.

Y si el candidato del Partido Nacional, Álvaro Delgado, puede entenderse como la continuidad programática del presente Gobierno, la de Ojeda parece ser la permanencia de un carisma fresco, algo desfachatado y con mucha seguridad de sí mismo.

Siempre atildado, de respuestas rápidas, incesante mirada a los ojos y golpes a la mesa, Ojeda respeta a rajatabla muchas de las cualidades que ya se han visto en los últimos años en la región y a las que, incluso, el actual mandatario uruguayo le debe buena parte del 50 por ciento de imagen positiva con el que llega a estas elecciones.

El abogado de 40 años se muestra como «el candidato del futuro» y se enlista en un algo antojadizo grupo de mandatarios jóvenes de la región a los que no los une la ideología, sino «lo que hacen», porque «son la expresión del cambio de época» que destaca «la potencia, la energía, las ganas, el dinamismo y la capacidad de adaptación por sobre las eternas trayectorias políticas», según explicó el propio Ojeda durante una entrevista exclusiva con la Agencia Sputnik.

En esa línea, propone una continuación en muchos de los programas que la coalición ha desplegado en este quinquenio, aunque va un poco más allá: un comercio exterior dispuesto a todo, bienestar animal, una profunda reforma en salud mental, programas de participación civil en prevención del delito y ayudas para el incremento de la natalidad, son algunas de sus propuestas.

Ojeda nació en 1984 y a temprana edad se unió a los Scouts, una experiencia que marcó su formación personal y social.

En 2002, mientras el país navegaba en una profunda crisis económica, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, dónde se graduó como abogado y perteneció al Foro Universitario, una agrupación política de orientación batllista, otrora principal vertiente ideológica del centenario Partido Colorado, llamada así por el dos veces presidente José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915).

Más tarde, se especializó en Derecho Penal con un máster en la Universidad Austral de Buenos Aires, y en la actualidad dirige su propio estudio: Andrés Ojeda Abogados. También fue representante legal del Sindicato de Funcionarios Policiales (Sifpom).

Su notoriedad en la esfera pública aumentó ampliamente tras asumir la defensa del exguerrillero tupamaro Héctor Amodio Pérez, al que la propia organización considera un delator, y que tras una demanda al Estado uruguayo por daños y perjuicios por los 24 días que estuvo en prisión y los 338 que permaneció bajo el régimen domiciliario a la vuelta de su exilio, recibió una indemnización.

Fue edil de Montevideo entre 2010 y 2015.

Ojeda continuó con el patrocinio de constantes casos de alto perfil público, además de participar como columnista en diarios, radios y televisión. Tal notoriedad lo convirtió en figura política.

En la campaña de 2019, se unió al sector Ciudadanos del Partido Colorado, liderado por quien luego fuera nombrado canciller, Ernesto Talvi, donde fue el referente del área de seguridad. En las elecciones departamentales de 2020 fue el primer suplente de la dirigente del Partido Nacional Laura Raffo en la coalición por Montevideo.

Estos sucesos de su vida, Ojeda los relata en un informal spot de campaña donde se lo ve levantando pesas en un gimnasio, sin mangas, mientras cuenta que es «muy de Capricornio», extraña su banda de rock de la adolescencia y está pensando en adoptar una mascota.

También revela que se tiene mucha fe para llegar a la presidencia y que su película favorita para este momento es «300», que relata la historia de la batalla de las Termópilas, entre un puñado de espartanos y millares de persas.

«Quien viene corriendo tercero tiene más necesidad que otros», respondió el expresidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), un emblema del partido, al opinar sobre el spot a músculo limpio y sonrisa seductora, pero carente de propuestas.

No obstante, o quizás por esa magra cosecha, la figura de Ojeda se ha multiplicado tras las primarias y no hay uruguayo o uruguaya que no haya escuchado su nombre, visto su cara o conocido sus opiniones en redes sociales, programas de radio y televisión, entrevistas periodísticas o participaciones en streams.

Tal exposición le ha hecho trastabillar en algunas contradicciones: el candidato del bienestar animal fue visto con una empresaria llamada Kelsey Clay, que fuera denunciada como cazadora por asociaciones de proteccionismo animal.

Una periodista que cuestionó este vínculo, Lucía Brocal, fue tildada de «psicópata» por el propio Ojeda, quien dice estar desvelado por resolver la crisis de salud mental que atraviesa el Uruguay, en caso de ser presidente. Luego del traspié, el candidato colorado pidió disculpas.

En la misma semana, a poco de los comicios, su campaña también quedó bajo sospecha de haber utilizado decenas de miles de bots para dar la sensación de que había mucha más gente siguiendo un acto suyo de la que realmente había.

Con todo, la imagen de Ojeda en las consultas de opinión ha crecido de un tres a un 15 por ciento, y corre con el viento de cola que le ofrecen su juventud, el efecto sorpresa, una intensa campaña propagandística y mediática y, por último, aunque no menor, un importante espaldarazo.

Es que si bien Ojeda ganó la interna partidaria con el 39,50 por ciento de los votos, sobre el 22,41 por ciento conseguido por Robert Silva (su ahora candidato a vicepresidente), el conteo da apenas 40.179 votos, cifra que está muy lejos de los 241.872 apoyos que recibió Delgado, su competidor en la coalición partidaria que hoy gobierna Uruguay.

Lo que la película «300» omite es que ese puñado de espartanos fueron ayudados por la flota ateniense que enfrentó y retuvo a los persas en el estrecho de Artemisio.

El propio Ojeda, aún en desventaja, ha recibido en la campaña el apoyo de Lacalle Pou, generando un fenómeno que puede ayudarlo: el de blancos que votan colorado.

«Ahora empieza la interna de la coalición de Gobierno, hay que elegir cuál de las personas es la más adecuada para ganarle al Frente Amplio en noviembre (en una potencial segunda vuelta)», vaticinó Ojeda tras las elecciones internas.

Gane o pierda, lo que nadie podrá quitarle es el haberse convertido en la gran atracción de la campaña presidencial, un premio que no garantiza cargos, al menos en el corto plazo.

Este domingo, Uruguay celebra la primera vuelta de sus elecciones presidenciales y los candidatos favoritos, según las encuestas, son Yamandú Orsi (Frente Amplio), Álvaro Delgado (Partido Nacional) y Andrés Ojeda (Partido Colorado, centroderecha).

También se eligen los 99 diputados y 30 senadores que integrarán el Parlamento durante los próximos cinco años y se celebran dos plebiscitos, uno que propone cambios en el sistema jubilatorio y otro sobre la posibilidad de que la Policía realice allanamientos nocturnos, algo que hoy está vetado por la Constitución.

En caso de que ningún candidato presidencial consiga el 50 por ciento más uno de los votos válidos, habrá una segunda vuelta el 24 de noviembre.

Las encuestas dan como favorito a Orsi para pasar a la segunda vuelta y un final cerrado entre Delgado y Ojeda para ver quién acompañaría al candidato opositor.

El próximo presidente de Uruguay asumirá el 1 de marzo de 2025 por un periodo de cinco años. (Sputnik)

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