Montevideo, 22 nov (Sputnik).- Hay algo en común entre los problemas ambientales que enfrenta Uruguay, la desigualdad social que sufren los ciudadanos, y el potencial del país como productor de energías renovables, y eso es el agua.
El recurso, consagrado como «esencial para la vida» en el artículo 47 de la Constitución de la República, es un activo seductor para empresas extranjeras que proyectan producción de hidrógeno verde al norte y oeste del país, donde surge del sistema de acuíferos subterráneos centralizado en el «Guaraní», uno de los más ricos del mundo.
Al sur del Río Negro, en cambio, los pozos surgentes y semisurgentes comparten el duro trabajo de hidratar a más del 60 por ciento de la población con la gran fuente de provisión: el río Santa Lucía y su dañada cuenca.
Claro que ni el Río Negro, ni el Santa Lucía están librados de la grave contaminación de sus aguas, provocada por la producción agrícola, el modelo forestal celulósico y la ganadería intensiva. También por la ausencia de saneamientos de aguas residuales domésticas en muchas de las ciudades.
En general, y según fuentes de la empresa pública Obras Sanitarias del Estado (OSE), todas las tomas de agua que existen en el país acusan contaminación a la hora de ser analizadas.
Durante unos 70 días invernales de 2023 la cuenca del Santa Lucía se secó a mínimos históricos y más de la mitad de uruguayos y uruguayas debieron consumir agua dulce mezclada con salada, extraída del estuario platense, con niveles de sodio no recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Los dos programas de Gobierno que se debaten la presidencia coinciden en que la última gran sequía dejó en claro la necesidad de cambios en el manejo del recurso y, por ende, una reestructuración de OSE que, entre otras cosas, mejore los tiempos de respuesta.
Pero ninguno de ellos propone una administración descentralizada, que afloje la presión que hoy recibe el Santa Lucía.
Ya no la dejes correr
El problema más urgente en cuanto a este tema es cerrar el grifo del agua no contabilizada, que en Uruguay supera el 50 por ciento y está muy por encima de la media mundial que, según la Agencia Internacional de Energía, es del 34 por ciento.
Expertos del mundo señalan que una de las estrategias para las pérdidas de agua, ocasionadas entre otras cosas por el robo, la evaporación, la medición y las fugas urbanas, que en la actualidad pueden durar días, y hasta semanas es la descentralización del tratamiento del mineral.
«Sobre todo con la disponibilidad de agua que hay acá en Uruguay», refuerza el geólogo Marcel Achkar a la Agencia Sputnik, y describe que el sistema actual, centralizado en la planta de Aguas Corrientes que se opera desde Montevideo, «ahoga al personal» que tiene que detener las fugas.
La idea de una OSE descentralizada es avalada por gran parte de la academia y se refuerza a medida que se recorre el país y se advierten numerosos cursos de agua dulce que desembocan en el Río de la Plata, para hacerse océano, millas adentro. Son aguas que requerirían tratamiento, pero en regiones poco pobladas y, por ende, con limitado abastecimiento.
«La idea de los ingenieros es que, si pudieran, controlarían toda el agua que se distribuye en el país desde una computadora en el escritorio, tendrían todo centralizado; cuando, digamos, lo mejor, dada las circunstancias de la variabilidad climática y de la posibilidad de accidentes de todo tipo, es tener todo descentralizado», advierte el profesor en ciencias ambientales de la Universidad de la República Daniel Panario.
La idea de multiplicar las tomas de agua para provisión serviría ya no como un plan de contingencia ante el escenario de crisis hídricas más frecuentes derivadas del cambio climático, al tiempo que serviría de apoyo a los Gobiernos departamentales para solucionar de una vez los problemas de saneamiento que actualmente cubren a la mitad de la población.
Más de 2,7 millones de uruguayos están habilitados para votar este domingo para elegir a su presidente para los próximos cinco años en un balotaje con final abierto y que se prevé extremadamente parejo.
Yamandú Orsi, por el opositor Frente Amplio (centroizquierda), y Álvaro Delgado, del gobernante Partido Nacional (centroderecha), se medirán en un duelo directo, luego de que ninguno alcanzara el 50 por ciento más uno de los votos válidos necesarios para imponerse en la primera vuelta, celebrada el 27 de octubre.
El candidato frenteamplista fue el más votado hace un mes con alrededor del 43 por ciento de los sufragios.
En tanto, Delgado cosechó un 26 por ciento. (Sputnik)