Ciudad de México, 29 nov (Sputnik).- La economía mexicana desacelera su ritmo de crecimiento, a niveles magros de alrededor del uno por ciento a tasa anual el año próximo, y navega en una zona de turbulencia con su principal motor, las exportaciones a EEUU, bajo amenaza de ser saboteadas por su propio socio.
Los principales pronósticos comienzan en casa: el Banco de México (Banxico, central) se sumó a los malos augurios y anticipa que la economía nacional conseguirá un crecimiento de apenas un 1,2 por ciento en 2025, en el primer año del sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El Informe Trimestral, recién presentado por la Junta de Gobierno banco estatal -organismo autónomo encargado de la política monetaria-, contiene una estimación para el Producto Interno Bruto (PIB) para 2025 colocado en un intervalo que va de un raquítico 0,4 por ciento, cercano al estancamiento, a un optimista 2,0 por ciento.
Ese nivel es menor al previsto por los mismos banqueros centrales en enero pasado, que era de entre 0,7 y 2,3 por ciento para el año próximo.
Con esos cálculos, la Secretaría de Hacienda del Gobierno federal tiene cada vez más problemas para explicar su optimismo.
Las autoridades federales encargadas de las finanzas públicas estiman con entusiasmo que la economía mexicana crezca en un rango de entre 2,0 y 3,0 por ciento en el año que se avecina, según su Paquete Económico 2025 aprobado por el Congreso la semana pasada.
Ese nivel sólo fue alcanzado por México hace tres décadas, (3,4 por ciento en 1994), y la realidad es que la promesa del expresidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), de crecer a una tasa de 6 por ciento, terminó en apenas una media del 1 por ciento en todo su sexenio.
A pesar de ser el cálculo más alto de todos los pronósticos -incluidos los que emiten las agencias calificadoras de riesgo financiero-, ese rango es menor al aprobado por el Paquete Económico de 2024, que fue de 2,5 y 3,5 por ciento.
Todos los indicadores del paciente económico se mueven en sentido negativo al previsto.
Por ejemplo, en su presupuesto 2025, el Gobierno federal tuvo que bajar su proyección para el crecimiento económico de 2024: la redujo de un rango de entre 2,5 y 3,5 por ciento anterior, a uno menor de 1,5 a 2,5 por ciento.
Además, el banco central pronosticó que este año cerrará con un avance modesto de un 1,8 por ciento, que a pesar de ser mejor que el 1,5 por ciento calculado el trimestre anterior, está lejos del 3 por ciento prometido por el Gobierno de López Obrador.
En enero de este año electoral que termina, cuando el gasto público se dispara en las campañas proselitistas, Banxico era más optimista y anunciaba un avance del PIB de entre 1,9 y 2,9 por ciento. Pero eso no ocurrió.
Aves de mal agüero
Las tres principales agencias de riesgo financiero, Moody’s, Standard and Poor’s (S&P) y Fitch están muy preocupadas por los nubarrones que atravesará la segunda economía latinoamericana, y lo dejaron claro esta semana.
Moody’s rebajó de 1,3 a un 0,6 por ciento su pronóstico de crecimiento de la economía de México para 2025, cerca del estancamiento.
Por su parte, S&P la redujo de un 1,5 por ciento estimado en septiembre pasado, a 1,2 por ciento, tras el anuncio del presidente electo de EEUU, Donald Trump, de imponer aranceles del 25 por ciento a todos los productos mexicanos si no cesa la migración irregular y el narcotráfico.
A la presidenta Sheinbaum no le gustaron tales augurios, y dijo a periodistas: «No sé cuáles sean las consideraciones de Moody’s, pero no coincidimos, porque eso ocurriría si nosotros nos cruzamos de brazos y esperamos a que la economía crezca solita, a que solos aumenten los salarios y haya bienestar en México».
Para dejar claro su desacuerdo con los escenarios esperados por los analistas financieros, zanjó: «Nosotros no creemos que se vaya a presentar una situación de ese tipo».
Pero las agencias financieras estiman que México será afectado por las políticas de Washington en aranceles y deportaciones el año próximo, cuando regrese Trump a la Casa Blanca.
Moody’s advierte que la economía mexicana crecerá menos y sufrirá «efectos colaterales» por las políticas anunciadas por Trump, tales como la depreciación del peso, una caída de las remesas que recibe el país desde EEUU, y mayor inflación, sobre todo los próximos dos años.
«La economía mexicana será una de las más expuestas a los efectos negativos de las políticas económicas de Trump», dice el pronóstico.
En cuanto a las remesas enviadas por mexicanos desde EEUU, recibidas por su parientes pobres, alcanzaron un récord 63.000 millones de dólares el 2023, pero se verán afectadas por las esperadas deportaciones de indocumentados.
La agencia pronostica que «la disminución en el flujo de remesas contribuirá a la desaceleración económica de México, en particular para los hogares de bajos ingresos».
Los analistas de esa firma -que cambió la perspectiva para la economía de México «de estable a negativa»- señalan que esas transferencias financieras han representado un «importante amortiguador» en la economía mexicana en los últimos tres años.
Calculan además un rango de inflación de 4 a 5 por ciento, que está por arriba de las metas de las autoridades monetarias mexicanas, de un 3 por ciento en 2025.
Desde su sede en nueva York, la firma advirtió: «El deterioro de la asequibilidad de la deuda y la mayor rigidez del gasto público dificultan la consolidación fiscal, tras el aumento del déficit público de este año, que se aparta de un largo historial de bajos déficits, independientemente de las presiones económicas» de México.
En efecto, el proyecto de gastos y egresos prevé un importante déficit fiscal de 3,9 por ciento del PIB, financiado en parte con nueva deuda.
La perspectiva negativa se debe además al debilitamiento de los marcos político e institucional -como la elección por voto popular de todo el Poder Judicial y la abolición de los entes autónomos del Estado mexicano- «que amenaza con socavar los resultados fiscales y económicos», indica el anuncio de la firma.
Y existe otra losa que podría hundir a las finanzas públicas: la petrolera estatal. Hay una mayor probabilidad de que la deuda de la estatal Petróleos Mexicanos, la petrolera más endeudada del mundo con 99.000 millones de dólares, impacte en el balance financiero del Gobierno federal.
Sin embargo, queda una luz al final del túnel: a pesar del cambio de perspectiva a terreno negativo, todavía no afecta la calificación de la deuda soberana mexicana, que se mantiene en el escalón Baa2, dos niveles arriba del «grado de inversión», muy valorado por los acreedores.
S&P señala que la incertidumbre en el entorno comercial debilita el crecimiento mexicano ante las amenazas arancelarias de Trump.
Indica que la política de inmigración de EEUU «podría influir en los cambios propuestos en la política de comercio y debilitar la inversión y las remesas».
«Varias fuentes de incertidumbre respaldan nuestra opinión de que la inversión fija será más débil de lo que habíamos previsto anteriormente», afirma la segunda calificadora de riesgo financiero.
Esa firma espera que la economía tenga una ligera recuperación en 2026 y el 2027, con un avance modesto de 1,9 y 2,2 por ciento, respectivamente, que aún sería débil.
Plan México
La presidenta mexicana presentó esta semana un plan con el respaldo de 15 empresarios fabricantes de manufacturas de exportación para disipar temores.
«No creemos que se vaya a presentar una situación de ese tipo, ponemos sobre la mesa todos los argumentos, porque le afecta a EEUU», replicó Sheinbaum.
El plan mexicano de contingencia contiene escenarios de corto, mediano y largo plazo, además del Presupuesto de Egresos 2025.
El gasto público contempla cuatro ejes: primero, cumplir con todos los compromisos de deuda que tiene el país; y segundo, garantizar los programas sociales de bienestar, que permite recursos para el consumo en el mercado interno.
En tercer lugar, incluye la inversión pública en carreteras, agua, trenes y otros, pero lejos de las megaproyectos de trenes, refinerías y aeropuertos de la gestión anterior; y en cuarto, potenciará toda la inversión pública que ya existe.
Para los programas sociales, el Gobierno destina el equivalente a unos 40.000 millones de dólares, casi el 10 por ciento de todo el gasto público.
Esa cifra ha venido creciendo, desde los 15.000 millones repartidos en 2019 por López Obrador, y una cartera social duplicada a 30.000 millones en su último año.
La Cámara de Diputados aprobó esta semana la Ley de Ingresos por un monto de 465.000 millones de dólares, que incluye ingresos derivados de financiamientos por contratación de deuda pública por 62.000 millones de dólares.
Los legisladores oficialistas señalan que se contará con ingresos por unos 400.000 millones de dólares, para disminuir la deuda, sin aplicar aumentos de impuestos, pero bajando la defraudación fiscal de las grandes empresas, y aumentando la recaudación fiscal.
De esa magnitud son las cuentas nacionales de un país agobiado por un fantasma cuyo impacto económico no está cuantificado: el miedo a la violencia y al crimen organizado, que Trump quiere combatir con un electroshock comercial de pronóstico reservado. (Sputnik)