Buenos Aires, 10 dic (Sputnik).- El mandatario argentino, Javier Milei, cumple este martes un año desde que asumió como primer dignatario de su país con una popularidad notable por el control relativo de la inflación, mientras propone una «batalla cultural» que instaura un nuevo clima de época y pone en riesgo los consensos democráticos.
«Por lo general, los presidentes tienen una caja de herramientas para gobernar, pero el primer año del Gobierno de Milei sobrevivió en base a solo tres recursos: la opinión pública, la utilización del veto en el Congreso, y el control de la discusión pública», plantea a la Agencia Sputnik el politólogo e investigador Facundo Cruz, coordinador general del Observatorio Pulsar de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La irrupción política de Milei abre un nuevo paradigma desde el momento en que llegó al poder un extraño a la política que pasó de frecuentar los platós de televisión a ser diputado por un breve lapso, antes de ser electo presidente bajo la promesa de aplicar la «motosierra», castigar a la «casta» política y dolarizar del país.
El dirigente ultaderechista llegó como de prestado, ajeno al sistema de partidos tradicionales dominante desde el regreso de la democracia en 1983 que permitió alternarse en el poder al peronismo y al radicalismo. Fue el anarcocapitalista y libertario que se devoró al espacio de centroderecha que se erigió como alternativa entre 2015 y 2019, con el expresidente Mauricio Macri (2015-2019) como su máximo exponente, y que dejó al resto de fuerzas desorientadas.
Modificado así el panorama político de Argentina, el líder ultraderechista tiene un proyecto de poder a largo plazo. A su favor, goza de un apoyo que oscila entre el 45 y el 50 por ciento, y niveles similares de imagen positiva, pese a que en ciertos momentos hubo oscilaciones que hicieron crecer el descontento.
Sobre ese asiento, Milei «ha construido discurso, iniciativas y ha dominado la agenda pública, y eso le ha bastado, sin tener necesidad de recurrir a una coalición legislativa más amplia de la que tiene», puntualiza Cruz, profesor en la UBA y en la Universidad Torcuato Di Tella.
Sin gobernadores, con solo con el 15 por ciento de los diputados y el 10 por ciento de los senadores, y con el apoyo irrestricto del PRO (Propuesta Republicana), partido fundado por Macri, Milei controla un tercio de los escaños del Parlamento» para bloquear cualquier pedido de juicio político y para insistir en los vetos presidenciales», acota el consultor.
La prohibición de Milei a una ley aprobada en el Congreso que aumentaba jubilaciones y a otra legislación que garantizaba el presupuesto para las universidades nacionales le costaron al mandatario las movilizaciones más multitudinarias que se atestiguan desde que asumió su gestión en diciembre, pero prevalecieron pese al descontento social.
Además de recurrir a vetos para cualquier medida legislativa que fuera contra su plan de Gobierno, Milei también ha recurrido a las transferencias fiscales a las provincias de manera discrecional para someter a los gobernadores «y que no se plieguen a una coalición legislativa mayoritaria que le marque la agenda», incide Cruz.
BATALLA CULTURAL
La capacidad del Ejecutivo de generar declaraciones, decretos, normas, valores, y propuestas a diario plantea un escenario insólito para los sectores opositores, con el peronismo a la cabeza, que parecen todavía paralizados por la inesperada victoria de Milei hace un año.
«El Gobierno propone una agenda pública propositiva en términos de cambio del statu quo en un montón de dimensiones de la vida, y la oposición está obligada a sobrecargar la agenda con estas iniciativas discursivas», plantea el académico.
Milei no tenía anclaje territorial, ni cuadros políticos, ni un partido con empuje institucional, pero el presidente no se amilana en su pugna por establecer una «batalla cultural» contra consensos históricos aceptados por la sociedad, como el reconocimiento del terrorismo de Estado durante la última dictadura (1976-1983).
Otro punto de inflexión representa Milei al rechazar el cambio climático, los derechos de las mujeres y de las minorías, en el despliegue de un discurso agresivo contra quienes muestran algún tipo de disenso, sean artistas, académicos o periodistas. Sus alusiones homofóbicas y sus comentarios escatológicos acompañan el hiperbolizado análisis de su gestión, que a estas alturas ya considera como la mejor de la historia.
En el terreno legislativo, el Gobierno logró aprobar una normativa en la que se fundamentan el resto de sus políticas de desregulación de la economía, la Ley Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos.
Su primer intento, en febrero, resultó infructuoso, pero Milei pudo atemperar su dogmatismo, rebajó sus pretensiones, y logró que su segundo avance para sancionar la ley cuajara a finales de junio.
El resto de las reformas que impulsó se ampararon en un decreto de necesidad y urgencia (DNU), el n.º 70, que entró en vigor apenas asumió Milei su cargo, el 29 de diciembre, y que le han otorgado gobernabilidad durante estos meses para avanzar en la apertura económica.
La actual administración campa ahora a sus anchas por el escenario político, con un inédito ajuste que ha provocado la licuación de salarios y que le permitió aminorar el ritmo de la inflación y reducir el peso del Estado, bajo la premisa de lograr el superávit fiscal y financiero.
El presidente tampoco parece precisar al Congreso, lo que explica su falta de interés en ampliar una coalición legislativa más sustentable en el tiempo, que sea más sólida, firme, cohesionada y mayoritaria», refiere Cruz. «Por eso ha planchado la relación con el Poder Legislativo y se espera que siga así hasta las elecciones legislativas de mitad del mandato».
Las primeras proyecciones de la nueva configuración parlamentaria que resultará de las elecciones parlamentarias de 2025 le otorgan un triunfo a La Libertad Avanza que le permitiría desbancar al peronismo como primera fuerza, o que al menos la situarán más cerca de una mayoría legislativa propia.
«Siendo el presidente más débil en términos legislativos que resultó electo desde el regreso de la democracia, la relación con el Congreso ha sido favorable para el Gobierno», resume el académico.
PROMESAS ACEPTADAS
Durante la campaña electoral, Milei prometió que el ajuste lo pagaría la «casta», y que derrotaría la inflación. El incumplimiento de su primera promesa, en un país en el que cinco millones de personas cayeron en la pobreza en el primer semestre, no mancilló su segundo compromiso.
El salto de precios fue en octubre de 2,7 por ciento, en un contexto de desaceleración paulatina aunque no constante que cristaliza en el imaginario popular como una promesa cumplida, pese a la desregulación de las tarifas, los servicios, los alquileres, la educación o los alimentos en el supermercado.
En una nación acostumbrada a sobresaltarse con los saltos del dólar, juega a favor de Milei el control del tipo de cambio, que ha tendido a converger con la cotización informal en un contexto de «cepo», como se conoce al control que ejerce el Estado sobre la compra y venta de divisas.
«El Gobierno ha ganado la batalla discursiva y ha plantado una idea que ha sido comprada por parte de la sociedad: que era necesario hacer estos ajustes fuertes y sincerar los valores reales de la economía, que eso implicaba un aumento del costo de vida y había que hacer eso para estabilizar la economía, pues lo que se vivía antes era una ilusión», resume Cruz.
Por eso, parte de la sociedad considera necesario el sacrificio al que está sometido el conjunto del país, y por eso los niveles de aprobación se mantienen bajo el convencimiento de que la economía, en un futuro, va a ir a mejor.
En ese escenario, Milei también ha conseguido endilgarle parte de la crisis que atraviesa Argentina al Gobierno precedente del peronista Alberto Fernández (2019-2023), hoy caído en desgracia, y con él, polariza con el resto del kirchnerismo, que sigue teniendo como su principal adalid a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).
«Son estrategias que se apoyan sobre un recurso que es fluido, y que es el humor social, uno de los principales recursos en los que se apoya el Gobierno y que puede meterlo en problemas si la ciudadanía pierda las esperanzas», advierte el politólogo.
Argentina tendrá elecciones legislativas en octubre de 2025 para renovar la mitad de los escaños del Congreso y un tercio de los del Senado, pero deberá esperar dos años más para los comicios presidenciales a los que Milei puede aspirar para completar un segundo mandato consecutivo. (Sputnik)