miércoles 15, enero 2025
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A raíz de los cien años del INS

Hace 60 años conocí y trabajé en aquella ejemplar y estratégica institución, por 20 años.

En aquellas épocas, gracias a conocer personas claves en Marítimo, como F. Paniagua y V. Vargas, junto a Jiménez Lutmer, fui inspector en Aduanas, con 19 años, donde el saqueo y robo era lo usual.

Luego, pasé a varios departamentos, como Vida, Contabilidad, Riesgos Diversos, Auditoría, etc., Tesorería, y en este último, profundicé a lo interno mis desasosiegos.

Esa postrera sección, donde puse mi renuncia (forzosa) fue Cajas, según paso a explicar.

Adquiriendo rudimentarios métodos de fiscalizador e investigador, por 11 años fui cajero, observaba operaciones y documentaciones las cuales interesaron a la Auditoría de turno.

Así, se logró destapar una serie de actos delictivos, que fueron tramitados en su momento, pero con una particularidad que, según los involucrados, si eran conectados políticos, se invisibilizaron.

Tal situación patentizada, llegó a oídos de familiares del gobernante de turno, quienes manejaban el poder dentro del INS, de tal suerte que sutil y hasta descaradamente fui perseguido.

Que los negocios en colecciones de jade y otros se pactaran por cientos de millones es un bochorno.

Que cierto dirigente gremial de agentes de seguros se haya prestado para desbaratar sus respectivas carteras de clientes, privatizando los grandes seguros y restar el esfuerzo que, por años de tales vendedores, desmotivó al nacional, cediendo el negocio a lo externo.

Que las inmensas reservas en aseguramiento se hayan evaporado por el concubinato político de un actuario, que luego fue premiado con millonarias prestaciones, es una vergüenza.

Y hago este recuento, del cómo la mafia política maneja los hilos, por cuanto muy iluso, con mi experiencia podría conseguir otro trabajo, pero no fue así, donde hasta el entonces Contralor, amigo de mi infancia le pedí ayuda, como a otros entes privados, los cuales bloquearon por acuerdo.

En aquellas épocas, luego del despido con responsabilidad patronal, acostumbrado a enviar en el pasado decenas de iniciativas a Recursos Humanos, me picó el deseo de garrotear el idioma, y lo hice con La Prensa Libre, con el apoyo de Andrés Borrasé S., donde exterioricé esas andanzas.

Ya el agua pasó y sigo considerando al Instituto Nacional de Seguros un ente clave para nuestra Patria.

Pero resulta incómodo estar expectante a estas alturas, donde la usual élite corrupta sigue haciendo de las suyas, y no corrupto al actuar con rectitud, acarrearía ser marcado de por vida, aplastado con una mísera pensión, donde el INS nos reflejaba como Costa Rica se ha proyectado a través de los años.

Ya muchos Cañas, Tuta, Ramos, Aguilar, Reuben, De la Espriella, Salas, Castros, Arauz, etc., se han ido para siempre y, junto con ellos las verdades se esconden al costado de la Casa Amarilla.

Que Dios no permita ceder a las angurrias de los privatizadores. Las poderosas fuerzas externas económicas se alistan, para dar la estocada final al resto del sistema. Y las nuevas generaciones tienen la obligación de defender lo nuestro. Muchos años más a mi INS, que a pesar de todo me dio  otras grandes cosas. Es de bien nacidos, ser agradecidos.

PD: Aclaro, la señora funcionaria del INS, con mis apellidos, no es familia mía.

(*) Juan Huezo Zúñiga, ciudadano costarricense. (ex –perito en seguros).

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1 COMENTARIO

  1. LA AÑEJA MAFIA O ELITE TRADICIONAL EN COSTA RICA HACE ACUSADOR SILENCIO, DONDE LA CORRUPCIÓN SE HA INSTITUCIONALIZADO. YA DEBEMOS EXTIRPAR ALCAHUETES PARA EL 2026, AL NOMBRAR AUTÉNTICOS REPRESENTANTES DEL PUEBLO EN EL LEGISLATIVO. ASÍ, O MÁS CLARO.

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