Moscú, 2 ene (Sputnik).- El saliente año 2024 estuvo marcado no solo por una nueva espiral de tensiones entre Rusia y Ucrania, sino por los debates en países de la OTAN sobre permitir o no a las tropas ucranianas atacar con sus misiles el territorio internacionalmente reconocido de Rusia. Estas discusiones, así como otras amenazas que provienen del bloque bélico, obligaron a Rusia a defenderse.
Rusia advirtió en más de una ocasión que si Kiev recibe el permiso para realizar ataques en su contra con armas occidentales, Moscú lo catalogaría como una participación directa de la OTAN en el conflicto y estaría obligada a tomar medidas de represalia.
Dada esta situación tensa y nuevas amenazas a la soberanía y la integridad territorial de Rusia, el presidente Vladímir Putin aprobó el 19 de noviembre la doctrina nuclear actualizada del país para enviar una señal clara a Occidente.
Según la nueva doctrina, las armas nucleares se consideran como un medio disuasorio y su uso es una medida extrema, mientras la política estatal en el ámbito de la disuasión nuclear tiene «carácter defensivo». Sin embargo, el documento establece, entre otras cosas, que un ataque masivo al país, incluyendo un ataque con misiles de crucero y drones, podría generar una respuesta nuclear.
«Estamos dispuestos a resolver todas las cuestiones controvertidas por medios pacíficos, pero también estamos preparados para cualquier desarrollo de la situación. Si alguien aún duda de esto, lo hace en vano», aseveró a este respecto el mandatario ruso.
Según Putin, la nueva redacción de la doctrina considera como un ataque conjunto a Rusia la agresión de cualquier país no nuclear en la que participe o que se lleve a cabo con el apoyo de un Estado nuclear.
Líneas rojas
Sin embargo, parece que Occidente no tomó en serio esta advertencia, algo que evidencian ataques a instalaciones militares en las provincias rusas de Kursk y Briansk con misiles de largo alcance Atacms y Storm Shadow, de fabricación estadounidense y británica, respectivamente, así como con proyectiles del sistema de lanzamisiles múltiples Himars.
Esta agresión obligó a Rusia a adherirse al principio «si quieres la paz, prepárate para la guerra» y demostrar que sus acciones no son un truco de comunicación.
El 21 de noviembre, Rusia lanzó un ataque combinado contra una empresa del sector militar-industrial de Ucrania, probando con éxito un nuevo sistema de misiles balísticos de alcance mediano, Oreshnik, en configuración hipersónica sin armas nucleares.
Según Putin, las pruebas de combate del nuevo misil son una respuesta a las acciones agresivas de los países de la OTAN contra Rusia, mientras los objetivos de ataques se determinarán tras evaluar las amenazas para la seguridad del país.
«No fue Rusia sino EEUU el que destruyó el sistema de seguridad internacional y, al continuar luchando y aferrándose a su hegemonía, está empujando al mundo entero a un conflicto global», expresó el mandatario al subrayar que en estas circunstancias el sistema Oreshnik es de vital importancia para Rusia, que ultima los preparativos para su producción en masa.
En este sentido, las autoridades rusas lamentaron que políticos occidentales hayan decidido ignorar las líneas rojas de Moscú y siguen «obsesionados con la idea de pelear con Rusia hasta el último ucraniano», lo que puede provocar no solo la desaparición total de Ucrania como un Estado, sino desencadenar un conflicto a escala global.
«Los estadounidenses traspasaron ya el umbral que ellos mismos se marcaron (…) Es mejor no bromear con nuestras líneas rojas», afirmó el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
Putin, a su vez, recordó que el sistema Oreshnik «puede alcanzar blancos en toda Europa», no tiene equivalentes en el mundo y tampoco existen medios para interceptar un misil de este tipo.
¿LA PAZ AÚN ES POSIBLE?
Los cambios a la doctrina nuclear rusa, el intercambio de ataques de misiles, así como la retórica ofensiva de los adversarios generaron grandes preocupaciones ante la amenaza de una guerra nuclear que se cierne sobre el mundo entero.
El presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, solicitó a los socios occidentales nuevos sistemas de defensa aérea que, según su opinión, «pueden ser eficaces» contra nuevas armas rusas.
Los mismos aliados de la OTAN calificaron el lanzamiento de Oreshnik de «otro intento de Rusia de aterrorizar a la población civil de Ucrania e intimidar a quienes apoyan a Ucrania» y reafirmaron su intención de seguir prestando ayuda militar a Kiev.
Mientras, en los medios occidentales aparecieron rumores de que algunos funcionarios estadounidenses y europeos supuestamente proponen devolver las armas nucleares a Ucrania, las especulaciones que fueron calificadas de muy irresponsables por el Kremlin.
Sin embargo, últimamente entre estas declaraciones belicosas aparece un resquicio de esperanza de que sea posible iniciar las negociaciones de paz para superar esta crisis en las relaciones interestatales.
En particular, en noviembre el presidente ruso Putin y el canciller federal de Alemania, Olaf Scholz, mantuvieron, a iniciativa de Berlín, la primera conversación telefónica desde diciembre de 2022, que se centró en el conflicto en Ucrania y las perspectivas de su evolución. Tanto Moscú, como Berlín la calificaron de detallada y constructiva.
En su entrevista posterior Scholz se pronunció por continuar el diálogo con Putin sobre Ucrania, aunque destacó que «no fue una conversación agradable» pero necesaria.
A su vez, el canciller austriaco, Karl Nehammer, en una conversación por teléfono con Donald Trump, ganador de las recientes elecciones presidenciales de EEUU, ofreció a Austria como un lugar neutral para las negociaciones sobre el conflicto ucraniano.
«Rápidamente pasamos a hablar de lo importante que es la paz y la necesidad de acabar con la guerra», afirmó Nehammer al subrayar que Trump está «muy motivado para silenciar las armas».
Los llamamientos a diálogo suenan también desde EEUU, en particular, el contralmirante Thomas Buchanan, portavoz del Comando Estratégico del Pentágono (Stratcom), opinó que Washington debe entablar negociaciones con Rusia, China y Corea del Norte para prevenir la amenaza de una guerra nuclear.
La ONU, a su vez, llamó a Rusia y Ucrania a tomar medidas urgentes para estabilizar el conflicto, calificando de «preocupante» su desarrollo actual y destacando que «todo esto va en la dirección equivocada».
A juicio del director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR), Serguéi Narishkin, las capitales occidentales dejaron de pensar en cómo infligirle una derrota estratégica a Rusia, y ahora comienzan a pensar cómo evitar ser derrotados ellos mismos.
De momento es difícil predecir si la nueva etapa del conflicto logra sentar a los bandos a la mesa de negociaciones o solo provoca nuevas víctimas y destrucciones.
Sin embargo, ya está claro que cada vez más países expresan la preocupación, llaman a la paz e instan a calmar la situación para evitar una guerra nuclear en que nadie gana y que nunca debería desencadenarse, tal y como declararon en los tiempos de la URSS el entonces presidente de EEUU Ronald Reagan y el exdirigente soviético Mijaíl Gorbachov. (Sputnik)