Moscú, 3 ene (Sputnik).- La paz en Oriente Medio no ha sido una opción desde hace muchos años. Dicen que las acciones hablan más que las palabras, y, según lo ocurrido en la región, nadie quiere la paz, aunque todos aseguran que sí; retribuir el dolor sufrido, tomando represalias y ajustando cuentas, y sólo después de eso imponer una paz en condiciones que benefician sólo a un lado y no al otro, ahora sí, esto ya es otra cosa.
Durante décadas, las tierras de Oriente Medio han sido regadas con sangre y envenenadas con duelo, rencor, rabia y odio, con los últimos 14 meses, en particular, protagonizados por Israel, el movimiento suní palestino Hamás en la Franja de Gaza y el grupo paramilitar chií Hizbulá en el Líbano.
En poco más de un año, una serie de ataques sorpresa coordinados de Hamás, los bombardeos de Hizbulá «en solidaridad con las fuerzas de la resistencia palestina» en octubre de 2023 y las posteriores ofensivas e incursiones de respuesta israelíes se cobraron la vida y dejaron heridos a decenas de miles de personas, en su mayoría civiles, en Israel, la Franja de Gaza y el Líbano.
Aunque de momento la situación parece un callejón sin salida –al menos si uno no considera como una salida algo que parece más una aniquilación total de todo lo vivo–, la esperanza muere al último, y varios países y organismos internacionales no frenan sus intentos de encontrar una solución, temiendo una expansión de las hostilidades a toda la región.
Riesgos persistentes
Mientras tanto, la situación humanitaria en la Franja de Gaza ha empeorado drásticamente y sigue yendo de mal en peor, con miles de muertos, heridos y personas desplazadas debido a los bombardeos incesantes, hambruna y la falta de suministros esenciales, medicamentos y acceso a atención médica.
La ayuda que sí se logra entregar al enclave palestino es «deplorablemente insuficiente», mientras los casos de saqueo de suministros por parte de personas armadas van en aumento, lo que pone en alto riesgo al personal que distribuye las ayudas, advirtió el coordinador humanitario adjunto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en los territorios palestinos ocupados, Muhannad Hadi, el pasado 25 de noviembre en una sesión del Consejo de Seguridad.
A su vez, el coordinador especial de las Naciones Unidas para el proceso de paz de Oriente Medio, diplomático noruego Tor Wennesland, puso de relieve en una entrevista concedida a Noticias ONU que «la población palestina es muy joven» y, en caso de no tener resuelta la situación que vive ahora, «puede encontrar otras formas de obtener una salida a su frustración», es decir, aparecerán los «actores que comenzarán a reclutar» a estos jóvenes.
Además, dado que la población del norte del enclave palestino sigue disminuyendo por razones obvias, existe una preocupación por una posible reducción del territorio gazatí.
Las fuerzas israelíes «parecen estar despejando áreas significativas de tierra, gran parte de ellas tierras agrícolas previamente productivas, creando lo que parecen ser zonas de amortiguamiento, lo que genera preocupaciones sobre una reducción a largo plazo en el territorio palestino», según Hadi.
El coordinador humanitario adjunto afirmó que «los ministros del Gobierno israelí han pedido asentamientos israelíes en Gaza» y en este contexto agregó que algunos de ellos también han expresado públicamente su deseo de anexar la Cisjordania ocupada, mientras Israel sigue expandiendo los asentamientos y mantiene su política de desalojos y demolición de propiedades palestinas en la región.
Asimismo, Hadi recordó sobre los riesgos persistentes en la economía y el sector bancario palestinos que provienen de la dependencia del acuerdo de cooperación entre los bancos de Israel y entidades financieras de Cisjordania, recientemente extendido por el Gabinete de Seguridad israelí por un año bajo la presión de Estados Unidos y varios países europeos.
Tampoco hay que olvidarse de los rehenes tanto israelíes como extranjeros que permanecen retenidos en la Franja de Gaza tras el 7 de octubre de 2023: se cree que de los cerca de 250 que fueron secuestrados, unos 100 todavía permanecen cautivos, aunque sólo la mitad de estos siguen con vida.
El 1 de diciembre, el ganador de las recientes elecciones presidenciales estadounidenses, Donald Trump, declaró que «si los rehenes no son liberados antes del 20 de enero de 2025», fecha en la que asumirá el cargo de presidente de EEUU, «habrá todo un infierno que pagar en Oriente Medio para los responsables que perpetraron estas atrocidades contra la humanidad».
Futuro incierto
La situación en el Líbano es apenas mejor: el país ya estaba en medio de una dura crisis económica y una grave situación humanitaria incluso antes de la escalada de tensiones, pero las nuevas hostilidades con Israel obviamente la agravaron aún más, causando muertes, desplazamientos masivos de la población civil y destrucción de la infraestructura.
Sin embargo, el 27 de noviembre de 2024 el país árabe firmó un acuerdo de alto el fuego con Israel y varios países mediadores, incluido EEUU, algo que la Franja de Gaza de momento sólo puede soñar.
A finales de noviembre, la agencia internacional de calificación crediticia Fitch Ratings señaló en un comunicado que, si un alto el fuego de 60 días lleva a una desescalada duradera de las hostilidades, eso podría reducir la presión económica sobre el Estado hebreo.
La escalada del conflicto armado con Hizbulá afectó las finanzas de Israel debido a los costos de movilización de reservistas en la frontera norte, el uso de suministros militares, las compensaciones pagadas a los residentes afectados y la disminución de la actividad económica, explicó.
«Desde nuestro punto de vista, un alto el fuego probablemente será frágil, y las posibilidades de una tregua inminente en Gaza siguen siendo bajas», afirmó Fitch Ratings.
El organismo expresó su convicción de que las hostilidades en el enclave continuarán en 2025, aunque los niveles de intensidad variarán.
A su vez, Atlantic Council, laboratorio de ideas estadounidense en el campo de los asuntos internacionales, planteó tres posibles caminos que Oriente Medio como región podría seguir en el futuro: una guerra continua, una paz sostenible o una crisis perpetua.
El escenario de guerra continua prevé que los conflictos en la región sigan expandiéndose; la posibilidad de una paz sostenible en Oriente Medio dependerá de los esfuerzos diplomáticos y compromisos internacionales para resolver las tensiones actuales; y el tercer camino posible, una crisis perpetua, supone la situación donde la región se mantiene en un ciclo de inestabilidad y violencia intermitente, con choques esporádicos y diplomacia de alto riesgo y sin resolución definitiva.
Cualquiera que sea el futuro de la región, lo cierto es que varias generaciones de israelíes, palestinos y libaneses ya pagaron de antemano su alto precio con la vida y, aparentemente, sus descendientes se verán obligados a hacer lo mismo. (Sputnik)