El auto aislamiento de las ultimas dinastías chinas y luego de la amarga e inconclusa Revolución Cultural de Mao Zedong (Mao Tse Tung), nos mantuvieron relativamente aislados de la evolución cultural, política y económica de ese gigante, el gigante dormido, como le llamaron algunos políticos del siglo XX, se despertó y ahora amenaza al mundo entero con su supremacía industrial y comercial. Los gobernantes chinos, sabiamente, aprovecharon la inmensa infraestructura del partido comunista, para manejar eficientemente los hilos del poder y conseguir una cadena productiva inigualable por occidente.
La filosofía china y los libros sapienciales dan una ventaja al pensamiento chino, además su lenguaje sinológico les facilita el desarrollo intelectual al aumentar exponencialmente la capacidad de memorizar.
Hace al menos cuatro décadas, la economía comenzó a subir gracias a los precios tan competitivos que ofrecían sus productos, los occidentales, EEUU, Canadá, Inglaterra, UE, comenzaron a tener de todo, hasta lo que no necesitaban, se fomentaba una economía consumista alienante.
Hoy por hoy, los EEUU logran entender que su economía está bordeando el fracaso gracias a ese sistema económico basado en no producir y únicamente incurrir en gastos desproporcionados, donde ni la demencial producción de dólares han quitado casi un sesenta por ciento del valor real de esa moneda.
Cuando el gobierno de Oscar Arias rompió con Taiwán, esa provincia rebelde china, recibió del gobierno de China un estadio de fútbol colosal, demostrando una parte del cómo actúan los chinos, mientras en Panamá algunos políticos les fueron permitiendo el manejo de su vía acuática, era notoria la presencia china en el istmo. Los demócratas perdían el tiempo fomentando conflictos por todo Asia y oriente medio.
Hoy regresa ese inútil castigo arancelario, que únicamente perjudica a los consumidores estadounidenses, un pueblo que ha vivido de consumir obsesivamente, no puede progresar los pies a la realidad. Esas cadenas humanas de homeless, de Zombies consumidores de opiáceos, no puede salir adelante. Donald Trump no es un brillante comerciante, es un comerciante que sabe aprovechar las debilidades de sus contrincantes, entonces al ser incapaz de reconocer sus propias debilidades, pone como política de estado una especie de “total warrior”, yo contra el mundo.
Imagino que no ha ido a Harvard a la escuela de Negociación, que no le han dicho que el mundo ya no es así.
Ahora entramos en un impasse que le hará daño a la economía global, sin necesariamente mejorar la de los EEUU.
El mundo está de hecho dividido en grandes bloques político-comerciales, aunque muchos lo ignoran.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes, Médico.