“Sin justicia no hay paz, hay que promover el bien común”. (Papa Francisco I)
¿Qué se celebra el 20 de Febrero? El Día de la Justicia Social. Al respecto la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró, en el 2007, que el 20 de febrero se celebre -anualmente- el Día Mundial de la Justicia Social.
Y, sobre la Justicia Social, la ONU proclama: “Cada vez cobra más fuerza el concepto de que la promoción de la justicia social debe ser el objetivo central que guíe todas las políticas nacionales e internacionales. Esta idea (…) permite que las sociedades y las economías funcionen de forma más cohesionada cuando se da prioridad a la justicia social.”.
Sí, el 20 -anualmente- celebramos la justicia social; no obstante la justicia social es un deber ético a realizar cada día. Deber de la sociedad toda, especialmente del Gobierno de la República (de sus tres Poderes: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial).
Nuestra Constitución Política, en el Capítulo de las Garantías Sociales –derivado del principio cristiano de justicia social-, (A.74), estípula (“a fin de procurar una política permanente de solidaridad nacional.”): “El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza.”, (A.50).
SÍ, para la justicia social (para el mayor bienestar) es deber la acción proactiva del Estado; jamás un estado indiferente, pasivo, de amarras, nudos e impedimentos caprichosos; muchísimo menos tolerando corrupción (que es robar dinero a la justicia social, al bienestar general).
Deber de cada funcionario público, muy especialmente de los políticos electos -de buena fe- por el pueblo, ya sea diputados, regidores, concejales o jerarcas de alcaldías o intendencias municipales, y de los designados por ellos: por la Asamblea Legislativa (los de la Contraloría, o la Defensoría), asimismo de los nombrados por las municipalidades o instituciones autónomas; e igualmente responsabilidad ética del presidente de la República, ministros, presidentes ejecutivos, directivos u otros.
Responsabilidad de quienes obtienen remuneraciones del erario público, pero también de todos los habitantes… al pagar sus impuestos u otras contribuciones, conforme lo ordena la ley (sin evasiones, ni elusiones).
La justicia social, su fortalecimiento, es deber de todo gobernante; y de los habitantes: su defensa, promoción y resguardo.
Sí, la justicia social es responsabilidad de todos. La expresiones populares; “sin cacao no hay chocolate”, “sin harina no hay pan”; son realidades irrebatibles. Sin estímulos justos, sin fomento lógico, sin actitudes positivas, sin producción, sin riqueza económica, no hay justicia social, (compréndase: proteger al ser humano y al ambiente).
En Fratelli tutti, el Papa Francisco, nos orienta así: “Para construir un mundo más justo, es necesario que todos, tanto pueblo con la instituciones, se comprometan”.
Sin responsabilidades compartidas, solidarias, cooperantes, fraternales, no se está “estimulando la producción” “ni el más adecuado reparto de la riqueza”. La “guerra” entre poderes, mata el bien común y favorece a los hacedores del mal.
El sicariato verbal (de algunos y otros) divide, y permite logros de los enemigos del bien social.
No olvidemos que el Estado -sus gobernantes- deben generar confianza, deben ser facilitadores, no ser un Estado agresor, gastón, ni “estorbón”. Su fin primordial es “el mayor bienestar a todos los habitantes del país”.
Procurar el mayor bienestar es activar la justicia social del día a día. Es calidad -pronta y cumplida- en la prestación del servicio público, verbigracia: en salud, educación, seguridad, justicia judicial; infraestructura general -física y digital-. Calidad es facilidades (no estorbos) para crear empresas, emprendimientos, trabajos dignos; viviendas y comunidades seguras. En síntesis es generar calidad de vida.
Sí, la justicia social exige compromiso real, sin dudas, sin majar mangueras, sin atrasos, sin populismos, sin autoritarismo o asistencialismo por votos.
La justicia social necesita un Estado promotor; requiere creación de riqueza legal; de impuestos lógicos -no extraer injustamente la plata de los contribuyentes-, exige confrontar la evasión, y eliminar gastos innecesarios, así como los privilegios de palacio. La justicia social se nutre de inversiones de calidad.
Como reflexión especial, cito de: Licda. María del Pilar Ugalde Herrera, profesional en Contaduría Pública y docente de la Universidad Hispanoamericana, cito “la proporcionalidad tributaria no contribuye a la generación de riqueza para los contribuyentes, por el contrario, se observa que este sistema impositivo tiende a aumentar la pobreza entre los ciudadanos, exacerbando las desigualdades económicas existentes. Estos hallazgos sugiere la necesidad de revisar y reformar las políticas tributarias para promover una distribución más equitativa de la riqueza”.
Asimismo, del Dr. Jorge Arturo Sáenz Fonseca -presidente del Colegio de Trabajadores Sociales de Costa Rica:
“Denunciamos el progresivo desmantelamiento de las políticas sociales y la falta de voluntad política de algunos sectores políticos y económicos, para abordar esta problemática con la urgencia que requiere”.
-De verdad que: llaman a reflexionar… esas alarmantes manifestaciones.
Reflexionar para el hacer: para el desarrollo económico con inversión para el desarrollo social -sin exclusiones-, para incentivar derechos humanos plenos.
Desde las alturas gritan: estabilidad, crecimiento; desde la llanuras sólo se vive inseguridad en calles y carreteras, en centros de trabajo, de estudios o recreación; en comercios y otros espacios públicos, (no hay respeto a la vida, ni a los bienes de las personas o instituciones).
Igualmente sirva para meditar, de António Guterrez -secretario general de la ONU-:
“El crecimiento económico no puede medirse únicamente con términos de PIB, sino en la capacidad de garantizar vidas dignas y oportunidades equitativas para todas las personas”. Y, “con determinación y unidad es posible cambiar el rumbo”.
–También, recordemos que, para la justicia social, no deben existir matonerías; debe existir democracia económica y política (poder real del pueblo), sin olvidar que, los pseudo políticos, encantan con palabras dulces o gritando “con altavoces” que ellos son los salvadores, y que los otros son los culpables. Los culpables, los buenos o regulares somos todos. “De todo hay en la viña de Señor”, refiere el refrán.
Quienes eluden responsabilidades y no concilian (concertando), o no concretan soluciones lógicas… flaco favor hacen a la democracia.
Hay malos que matan el cuerpo, pero hay otros que matan la esperanza sembrando odio. Las personas buenas -los NO malos- debemos unirnos contra el mal que mata seres humanos y asesinan el optimismo; unirnos por el bien común y la democracia.
Soy demócrata… lo expreso con hidalguía. Contra el mal social: nos juntamos o naufragamos; ganamos o añoraremos libertad justicia y paz.
¡La Justicia social es acción del día a día!
(*) Wellington Arguedas Rodríguez, Ex asesor Legislativo