Hemos estado absortos contemplando desde hace ya bastantes días la forma y manera que desde Washington el máximo representante del Circo Yankee (sin prestarle atención alguna a la organización belicista compuesta por los vasallos intimidados llamada Unión Europea, a quien ahora ataca o insulta un día o ignora en otro) lanza amenazas hacia todas las partes del planeta, sobre todo basadas en las mentiras más palmarias, como -por ejemplo- que el Canal de Panamá está siendo manejado por China, y que allí se encuentran soldados de esta potencia operándolo, utilizando las estrategias que en el pasado utilizó como empresario inmobiliario, sembrando el caos y la confusión.
El fundamento que sustenta, por ejemplo, la guerra comercial declarada al mundo entero por el delincuente convicto que el pueblo norteamericano eligió como su Presidente, es absolutamente falso: que todos los países del mundo han estado estafando a los EEUU, y que por ello se ha visto en la necesidad de instrumentar su defensa a través de la imposición de barreras arancelarias, a fin de subsanar el catastrófico desbalance fiscal norteamericano. No es cierto, la situación límite en que se encuentra el imperio es el resultado de sus propias decisiones. Consume más de lo que produce, se desindustrializó mediante el traslado de sus fábricas hacia países en los que la mano de obra fuera más barata que en EEUU, que es una de las más caras del mundo, y se encuentra peligrosamente endeudado con potencias como China, que si ésta empezara a vender sus bonos soberanos norteamericanos, les causaría un dolor de cabeza mayor del que ya tienen.
Hay que recordar que los imperios siempre han actuado a través de fuerzas económicas, políticas, financieras, tecnológicas, culturales, todas ellas con modelos de choque para crear desajustes que les favorezca. Todo imperio nació invasor, colonial y opresor, amparado en la violencia, obstruyendo todo lo que se le oponga con base a la mentira y el engaño.
Dentro de las tantas acciones del imperio, se encuentra el saqueo de las riquezas de los pueblos que tienen dominados con sus intervenciones directas o indirectas. Digamos que el gran imperio y sus satélites se mueven con gran penetración bajo figuras fascistas o autoritarias sin escatimar esfuerzos para doblegar a los más débiles.
La dimensión estructural del imperio es falaz, lo es también el poder que gobierna con el engaño y la mentira bajo la tutela imperial que orbita siempre disimulando su relación, creando confusión y caos en el ambiente. Los imperios no dudan en manifestar que, para ejercer sus macabras gestiones de poder, ellos trazan sus propios procedimientos. El desajuste del mundo es propio de procederes insensatos, o sea de procederes que no son válidos para la sociedad, sino de lo que está lleno de pensares efímeros; los imperios alimentan pasiones, fascinaciones y seducciones, aunque ellos también colapsan ante las ambiciones y la codicia como fuente de su lujuria atroz.
La razón se nubla cuando los imperios se expresan con su poder agresivo, los imperios con su espectacularidad triunfalista llevan en su habitar un cataclismo de derroche.
El imperio norteamericano se olvida que el desarrollo integral de un país se logra a través de un amplio apoyo a sus fuerzas productivas y a sus pueblos a través de proyectos de justicia social. Para este propósito se requieren liderazgos que empleen criterios sociales científicos para planificar el presente futuro.
Un país gobernado por una Corporatocracia está encaminado a la guerra y ello conduce a un rechazo inmenso en el planeta, especialmente al utilizar sus habilidades políticas para hacer de la confrontación y el caos su principal motor para el progreso propio. Así vemos cómo los EEUU han estado en una guerra perpetua, que se remonta a tiempos tan lejanos como la guerra con México, para robarle su territorio, y que continúan durante el siglo pasado y lo que llevamos de éste, en conflictos que no han ganado, pero que han sembrado destrucción y muerte.
Mas, si su clase dirigente no comprende las dinámicas contemporáneas su declive es cada vez más pronunciado ya que paulatinamente el rechazo se va haciendo cada vez mayor. La política de máxima presión ha sido definitivamente un salto al precipicio al no comprender que las dinámicas del geopoder han variado sustancialmente y que ese método violento no fructifica, autodestruye.
Considero que estamos contemplando la transformación del Circo Yankee a la versión más depurada del Imperio del Caos.
Manuel Medina señaló en un documento de su autoría que la Administración Trump 2.0 ha irrumpido como una auténtica tormenta en el tablero global. No se trata de una mera continuación de sus políticas anteriores, sino de un giro cualitativo, que busca transformar profundamente las bases del poder estadounidense. Lo que a primera vista parecen decisiones erráticas o impulsos personales, en realidad este tipo de abruptas «reorientaciones» -aunque en el curso de las últimas horas haya concedido una tregua arancelaria de tres meses a sus damnificados- responde a una lógica que se repite en la Historia cada vez que un Imperio se ve obligado a enfrentarse al desgaste de su hegemonía.
Lo que se está viviendo hoy es un intento deliberado de recomposición de la economía nacional, de fortalecimiento militar y de rediseño del Estado para adaptarlo a los nuevos tiempos. Este tipo de maniobras no es nuevo. A lo largo de la historia, las grandes potencias han recurrido a estas mismas estrategias cuando su dominio mundial comenzaba a resquebrajarse. Y es que la historia, cuando se le presta atención, ofrece poderosas claves para comprender el presente o parte de él.
Uno de los elementos más notables de la Administración Trump 2.0 es la escalada hacia una nueva confrontación global, esta vez con China como principal rival. Lejos de ser una improvisación, este giro estratégico sigue similares patrones a los que otras potencias en declive han seguido anteriormente.
El proteccionismo agresivo, los aranceles diarios y la presión sobre empresas extranjeras para que trasladen su producción a Estados Unidos son maniobras clásicas para proteger una economía que ya no es competitiva globalmente.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Como en cualquier circo del mundo, el espectáculo causa gracia al inicio, y luego va cansando al publico y acabando cuando se apagan las luces en el escenario… Creo vamos mas o menos por la mitad del CircusTrump, ya le queda poco a este payaso y sus payasadas que ya cansan.
«La Razon se nubla» dice el autor Palacios.Trump,guste o no al resto del mundo, fue electo con un mandato que esta ejerciendo de poner a su pais por encima del resto del mundo sea militar,tecnologia,industria ,etc.Para ello debe poner el asunto de los aranceles en el tapete creando la disrupcion de los mercados como hemos visto y que se van acomodando,pues lo que se quiere es beneficiar a las empresas establecidadas en EEUU. Es una tarea enorme cuyos efectos se sentiran alrededor del mundo y mas en paises que dependen tanto de los EEUU, como es el caso de Panama. Ya los puertos del canal dejaron de estar en manos chinas y pasaron a norteamericanas. No de gratis ni con perdida para los chinos, sino con el pago de billones de dolares.
Claro que habran discrepancias ,pero el objetivo es claro,precisamente para lograr el Imperio Yankee mantenerse en el poder o en su defecto no hacer nada ,para que surja el Imperio Chino.
Honestamente yo ,con todos sus defectos me quedo con los gringos.Estas en tu derecho de estar del lado de los chinos.