“El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son”, José Pepe Mujica (1935-2025).
El populismo tico no es estrictamente una política, ni tampoco una ideología. Por eso, puede disfrazarse como le convenga y, con tal de seguir vigente, es capaz de hacer cualquier cosa; parece más un camaleón que un jaguar y su versatilidad es más peligrosa que sus garras. Pero por continuar en campaña no ha sido capaz de gobernar. Así que no puede cumplir sus promesas, ni asegurar su continuidad.
No obstante, el apoyo de encuestas al presidente Chaves, en sube y baja, ha sido sorprendente. Él lo vende como legitimidad engañándose a sí mismo. Pero disimula así que su gobierno ha salido mal evaluado, salvo en estabilidad macroeconómica. [1] El anterior dejó la mesa servida y el actual gobierno no tuvo más que aplicar la misma receta de política económica, que asegura los privilegios de los auténticos “ticos con corona” (menos del 1 % de la población) y tiene al país entre los más desiguales del mundo. Esa desigualdad social es el mejor caldo de cultivo para el populismo y el narcotráfico, populismo que tampoco se puede considerar un movimiento, porque su capacidad de movilización es raquítica. Hasta ahora solo ha logrado transportar a unos cuatro “jaguares” desinformados, del tipo que la diputada Cisneros Gallo llamó “el tico básico” que se “cree cualquier exageración”, es decir, cualquier mentira.
La moda populista
En realidad, el populismo no es más que una moda y como tal pasajera. Una que enarbola la crueldad como ética y el poder es todo como estrategia, con su respectiva táctica que es engañar. Según su credo, el pueblo son sus seguidores, los demás son mensos manipulados por corruptos, a quienes hay que despertar a gritos o con golpes efectistas. Así de simple. Aunque los chavistas de primera opción electoral no son más que el 10 % del padrón electoral o el 7 % de la población total.
De hecho, ara un surco abierto por otros y aparenta una fuerza que no tiene, puesto que ninguna percepción colectiva cristaliza de la noche a la mañana. Contra el humo que venden los llamados “manipuladores de masa” (“¡Viva Choreco!”) no es un fenómeno coyuntural. Un contagio o mímesis social consume mucho más tiempo. Supone, al menos, la reiteración de una infinidad de procesos vivenciales encadenados a innumerables conversaciones cotidianas. Los medios de comunicación pueden visibilizar lo que se va formando, pero no crearlo ni dirigirlo. Por esto es erróneo confundir la constitución espontánea y compleja de un sentimiento compartido con su chisporroteo en periódicos y redes sociales.
A diferencia de su gestación, la percepción social es frágil y se gasta más rápidamente. No obstante, deshacer un populismo depende del tiempo que sus electores duren en admitir que fueron nuevamente engatusados. Para eso no basta un tsunami de canciones, memes, imitaciones y denuncias de corrupción. Ni siquiera la polifonía de voces que vienen advirtiendo sobre el peligro inminente de seguir perdiendo las conquistas democráticas.[2] Todo eso es necesario, mas no suficiente.
Por la boca muere el pez
Lo más curioso es que el populismo cava su propia tumba. La señora Müller, exministra de educación, ofreció un ejemplo de cómo sucede. El 5 de mayo pasado, en el piquete de apoyo al espectáculo publicitario llamado “Informe presidencial 20-25”, se dejó decir que “Don Rodrigo Arias no sabe, pero la ruta sí existe, solo no me dio la gana de publicarla para que ellos la despedacen”. Después se le zafó la coletilla del mentiroso: “Esa es la verdad”. Se refería a la anunciada “ruta de la educación”. Lo dijo tan orgullosa de su astucia que sus escasos oyentes la vitorearon.
Aunque la señora confesó ahí que sustrajo al debate público un tema nacional estratégico, que tenía la obligación moral y legal de proponer; para no darle gusto a los diputados, dejó a oscuras al país, en pleno apagón educativo. Si en verdad tenía “ruta”, no confiaba en ella, y ahora confirmó que su gestión fue un desgobierno absoluto. Nunca hubo ruta como “proceso vivo”, según dijo antes. Pero, si entonces mintió a los diputados ¿por qué creerle ahora en la plaza pública? La señora Müller volvió a mentir ese día a su grupo de fanáticos, porque una “ruta educativa” engavetada es cualquier cosa menos una política pública. Así que nunca existió. En vez de afirmar que existía hubiese bastado que la diera a conocer ahora.
Un insulto de plaza pública
La arenga de la exministra Müller agravió a la Constitución de la República que exige rendición de cuentas y que los funcionarios públicos se consideren meros depositarios de una autoridad prestada (art. 11). Mientras su líder hacía otro tanto, ella ofendía afuera a la Asamblea Legislativa, con una respuesta de antología, sin que nadie le preguntara nada, abonando al voto de censura que recibió. A su vez, reveló que se había burlado de la Contraloría que le había puesto plazo de entrega a su directriz y mintió a los educadores que esperaron en vano su orientación. También insultó a la ciudadanía y a la inteligencia de cualquiera que se da cuenta de la tontería. Además, jugarle sucio al sector educativo es otra prueba de corrupción política. Ya hasta le agarró demasiado tarde para disculparse por semejante desaguisado. ¡Ojalá los estudiantes ni se enteren!
Jugando de vivo, el presidente actual ha hecho del irrespeto su estilo de desgobierno. Infortunadamente para todos, no ha hallado mejores cartas que mostrar. Pero que una educadora lo imite sorprende hasta al más cínico de los pesimistas. Ojalá que su mal ejemplo sirva, por lo menos, para que alguien más medite sobre qué sentido tiene dejar los destinos de la patria en manos de funcionarios de este calibre.
Cuando ya desafinan
La señora Müller siguió a su presidente que prometió dinamitar los puentes del diálogo con los diputados. Él lo reiteró cuando les dijo a los presidentes de los otros dos poderes que si sabían contar no contaran con él. Nada menos que en la agenda de seguridad, siendo el principal obligado a pactarla; con eso incumplió de nuevo con su deber. En ambos temas, educación y seguridad, el Poder ejecutivo ya demostró que no tiene nada que ofrecer, salvo despotricar contra la institucionalidad y sabotear la acción política.[3]
La diputada Cisneros acaba de reconocer, en la Asamblea Legislativa, que este gobierno no ha cambiado nada importante. Fue prudente, porque pudo haber dicho que lo empeoró todo. Pero lo justificó diciendo que en tres años no se podía cambiar un sistema institucional que, según ella, se resiste a mejorar desde hace décadas. Se le olvidó que hasta la mejor excusa confiesa que las promesas no se cumplieron. Según eso, las administraciones anteriores tampoco pudieron hacer el cambio que se necesitaba porque era imposible. En sentido contrario, Rodrigo Chaves insiste en que está sacando la tarea que los anteriores corruptos no tuvieron el valor de encarar. ¿Cuál de estas dos versiones contradictorias convencerá a más gente? El populismo puede adoptar las dos para sumar adeptos de distintos bandos.
El presidente tampoco dudó en despedazar el discurso de su diputada, al vetar la ampliación de horario para los allanamientos judiciales. Según dijo, porque “no hay que darle alas al animal ponzoñoso”. ¿Hasta ahí su miedo de que lo saquen esposado de su mansión de Monterán? Por supuesto que la ponzoñosa no es su fiel escudera, que en el plenario había denunciado, casi a gritos, que era el colmo que se dejara dormir tranquilos a los delincuentes. ¿Será que no han vuelto a almorzar juntos, desde que el presidente matoneó con sus guardaespaldas al señor Bulgarelli, testigo de la corona en el caso de corrupción con los dineros del BCIE? Tal vez andan aturdidos con el reciente caso de la “pista oscura” en el aeropuerto de Liberia.
Otra estafa electoral a la vista
Alguien debería notificar a quienes creyeron que el salvador había llegado, que es hora de aceptar que no era más que otra ilusión óptica. Los gobernantes actuales también estafaron al electorado prometiendo lo que no podían hacer en cuatro años. Ahora dicen que pronto lo harán ¿en cuántos años más? Claro, si se les concede 38 diputados obedientes, como la diputada Cisneros. ¿Al modo de Bukele, Ortega o Maduro? ¿Cuál de esas dictaduras de la “mayoría” preferiría usted?
A estas alturas del partido, parece que este gobierno no intentó cambiar nada, sino que optó por aprovechar su turno para montar un teatro (de terror) para convencer a medio mundo de que el cambio prometido era imposible. Chaves se compró las broncas, las habidas y por haber, pero no se comió ninguna; más bien se dedicó a echarle la culpa al otro medio mundo de su ineptitud. Ni siquiera convocó a sesiones extraordinarias el proyecto del Frente Amplio que eliminaría las “pensiones de lujo” (las de verdad) de los expresidentes. Ha sido muy “valiente” atacando la pensión justa de los maestros, mientras cuida su próxima e inmerecida pensión, que deberán pagar todos los contribuyentes ¿será esa su más dulce venganza de sus opositores y la mayor de sus burlas a sus seguidores?
Tal vez no sea casualidad que todos los proyectos de ley del oficialismo han padecido de tantas falencias, incongruencias e inviabilidades jurídicas y legislativas. Si bien podría catalogarse como incompetencia, puede que también sea la más audaz de sus tácticas populistas. Por ejemplo, la “Ley Jaguar”, en sus tres versiones, tenía sobre todo un fin publicitario. Fue cuando decidieron posicionar la imagen electoral del jaguar. Su propósito nunca fue verdaderamente el referéndum, sino probar que aquí no se podía gobernar (de acuerdo con un desliz de doña Natalia Díaz). De ser así, tendrán el deshonroso mérito de haber hecho del mal gobierno una táctica antipolítica. ¿Se saldrán con la suya aunque sea una patraña tan exagerada o el tiro les saldrá por la culata?
Lo que sí intentaron fue saltarse los controles de la administración pública para facilitar las fechorías que poco a poco han salido a la luz; comenzando por sus dos estructuras paralelas para financiar ilegalmente la campaña, según la investigación del Tribunal Supremo de Elecciones. Dicen que, hecha la ley, hecha la trampa. Como pocos, este gobierno ha tratado de burlar el orden jurídico. Por eso, tantos están ahora en serios aprietos con la Fiscalía. Ahora se entiende lo de la “póliza de la vergüenza”, que intentó nada menos que don Nogui “Tijeras” Acosta.
Sin las demás evidencias, este conjunto de hechos indica que estas personas no llegaron a gobernar tanto como a aprovecharse del gobierno. Por eso, la diputada Cisneros está entre las más improductivas de la historia legislativa. Hasta ahora ha logrado aprobar su primer proyecto. ¡Felicitaciones! Más que como legisladora, parece haberse desempeñado como asesora de comunicación, escudera de cualquier sospecha de corrupción y hasta de los maniacos desplantes del presidente. Por lo visto, decidió tirar por la borda su imagen de periodista impoluta y crítica de la élite política. ¿A cambio de qué, doña Pilar?
¿Está usted bien, señor presidente?
Ahora, el presidente, desesperado, amenaza con una posible sublevación sangrienta. Estando apenas acusado, el hombre se siente acosado por el Fiscal general y el Poder judicial. Después de quejarse de lo lento que es el Poder judicial ahora se queja de que actúe con diligencia. El más vengativo pretende convencer de que lo persiguen por venganza. ¿Muy feo tener que recordarle que nadie puede estar por encima de la ley y mucho menos un presidente? A sus constantes y falaces ataques contra los otros Poderes ha sumado que tiene más gente armada que el OIJ, refiriéndose a la Fuerza pública. ¿Se imagina usted qué diría si Costa Rica tuviera ejército?
¿Querrá Rodrigo Chaves, el intocable, encender la mecha del estado de derecho? ¿Será que cree que provocando un estado de conmoción nacional se podrá librar de responder por sus deslices ilegales? Nunca se había escuchado un discurso tan sedicioso en este país y mucho menos en boca de un mandatario. Sin el menor pudor, hace añicos el orden constitucional de la República, mancilla su investidura e incumple su juramento, evadiendo su responsabilidad moral, política y jurídica. Pareciera rogar que se le destituya ¿acaso para coronar su absurda y desfachatada beligerancia política?
Mejor confiar en que solo está amenazando con la vaina vacía. Aunque ahora ha puesto a medio mundo, como él mismo, a dormir con un ojo abierto. Lo que es obvio es que difícilmente el pueblo soberano se va a levantar, a una orden suya, para salvarlo de sus presuntas corrupciones. Quien nada debe, nada teme, entonces ¿por qué tanto brinco si el suelo está parejo? Y si las acusaciones son tan absurdas como dice su abogado ¿por qué tanto drama?
El estado mental del mandatario es cada día más preocupante. Con el fin de victimizarse se ha imaginado allanado, defenestrado, prisionero y hasta fusilado. Y la megalomanía le ha dado por compararse con Moisés, Juanito Mora, Bukele, Papa Francisco, tal vez Tinoco, y más recientemente Pepe Figueres. Más le convendría tomarse en serio los artículos 292, 294 y 295 que tipifican los delitos contra el orden constitucional y buscar ayuda para moderar sus delirios de grandeza. No vaya a ser que no tenga tiempo de entregar la banda presidencial y salir huyendo.
Un hechizo antipolítico
En rigor, el populismo es un fenómeno antipolítico que se nutre de la carroña de la clase política, mientras recicla sus desechos. Por eso resulta tan desconcertante para los oráculos convencionales y tan atractivo para los más excluidos, así como para los resentidos con la justicia. Explota la decepción que muchas personas sienten por sus representantes, apelando a emociones tan peligrosas como el odio, antesala de la violencia, en esencia antipolítica. Pero como las emociones son pasajeras, el populista tiene que atizarlas de nuevo cada semana. Recurre entonces constantemente a la distracción, simulación y falsedad. Entre sus herramientas cuenta con verdades a medias, omisiones calculadas, datos inventados; falsas alarmas, promesas y soluciones (como la minimegacárcel, que ni presupuesto tiene); interpretaciones jurídicas antojadizas, difamaciones, gritos e insultos reiterados. Así que es tan bueno destruyendo, como pésimo construyendo.
En suma, engañar es el acto antipolítico por excelencia, así como la muestra más representativa de autoritarismo o abuso de poder. Si la exjerarca lo afirma, hay que creer que existía lo que nunca existió. Si el presidente lo dice debe ser cierto, pues se supone infalible. La promesa demagógica tiene el atractivo adicional de expresar una ilusión que a menudo es preferible a la cruda realidad. Además, quien la cree se siente cómplice, como si fuera parte de algo importante. Los diseñadores de esas mentiras infames apuntan a ello.
Pero, si una exministra de Educación miente con orgullo ¿qué puede esperarse de un ministro de Cultura, de Seguridad, de Justicia y Paz, de Transporte o de Hacienda, entre otros? ¿Acaso ha sido ella la única mentirosa? La señora Müller confirmó que en ese gabinete pululan los “mentirosos compulsivos”. Tal vez entrenados por la diputada Cisneros, como ella confesó al principio. ¿Puede un gallo cantar más fuerte y claro? Ellos imitan a Papá Chaves, pero, para ella, él es “único”. En correspondencia, ella es un “tesoro nacional” para él.
La táctica del perdedor
Los tramposos, como los estafadores, se creen más astutos que el resto de los mortales. Según ellos, la mentira es más veloz y efectiva. Dado que la verdad exige pruebas, argumentos, demostraciones, parece más lenta. Por eso, la mentira es el arma predilecta de los oportunistas. Sin embargo, una mentira resulta eficaz solo cuando parece verosímil, cuando logra disfrazarse de verdad. El piso de la mentira es de barro, el de la verdad de roca. Por esto, las decisiones políticas reclaman opiniones sinceras, sin que importe tanto que sean acertadas, porque quien miente obstaculiza el acuerdo y la acción conjunta.
Además, el mentiroso no puede evitar ponerse en evidencia, porque nadie miente en público sin malévola intención.[4] Y no hay mentira perfecta, menos sostenible entre tanta gente, ya que errar es humano. Por eso, en política, nada permanece oculto bajo el cielo, menos en un país tan pequeño. Según el refrán africano, “la mentira puede correr un año, la verdad la alcanza en un día”. Finalmente, quien aprendió a no creerle a los demagogos de antes ¿por qué ha de creerle a los de ahora? Pero solo los descubre quien contrasta lo que dicen con lo que hacen, sus promesas contra los resultados. En recta final, ellos mismos ayudan vociferando lo que verdaderamente son. Ahora están en etapa de autogoles, cuando les da por delatarse unos a otros. Quien tenga oídos que oiga, pues la campana del juicio final ha sonado para todos los impostores que se pasan de listos.
Referencias
Masís, G. (2025) El Día del Agricultor en plena crisis de la agricultura, ¿qué celebramos realmente? https://surcosdigital.com/el-dia-del-agricultor-en-plena-crisis-de-la-agricultura-que-celebramos-realmente/
Ordoñez, J. (2025) ¿Una megacárcel a lo Bukele o volver a apostar por la educación? Foro de La Nación, 18 de mayo.
Sánchez, A. (2025) Alertan sobre la erosión de las democracias y el resurgimiento de autoritarismos en Centroamérica. https://www.ucr.ac.cr/noticias/2025/4/21/alertan-sobre-la-erosion-de-las-democracias-y-el-surgimiento-de-autoritarismos-en-centroamerica.
[1] Claro, haciendo caso omiso, como hace el mismo presidente, de las crisis sectoriales e institucionales que su gobierno ha provocado. Por ejemplo, en la agricultura de los más pequeños (Masís, 2025), en especial, los arroceros; o en ganadería y turismo. Igual en la CCSS, el ICE y el INS.
[2] Desde hace unos 10 años, Costa Rica no es una democracia plena y se considera, por The Economist Intelligence Unit, verbigracia, como una “democracia imperfecta” (Sánchez, 2025). El presidente Chaves ha hecho lo posible para que baje un escalón más a un “régimen híbrido”, como Nicaragua, Guatemala, Honduras y ahora el El Salvador. El autoritarismo ha vuelto a reinar en América Central.
[3] La profunda crisis de la educación que permite afirmar que “Costa Rica es un país que dejó de estudiar” (Ordoñez, 2025) se concatena perversamente con la crisis de la narcoviolencia y los feminicidios. La educada y pacífica Costa Rica, que no envidiaba los goces de Europa, se ha perdido. El colmo es este presidente mal educado, agresor, acosador y defendido por un abogado de narcotraficantes, probado oportunista y reprobado, en un caso, por el Colegio profesional respectivo.
[4] El lector debiera estar sospechando, a estas alturas, que el populismo no es exclusivo de los actuales gobernantes. Basta que siga esta pista: la demagogia es, en esencia, una práctica populista. Pero el de ahora es la peor lacra que ha legado, después de cuarenta años, la “política” neoliberal, que ha culminado con un exfuncionario del Banco Mundial sentado en la silla presidencial.
(*) Hernán Alvarado Ugarte, Sociólogo y economista político, catedrático jubilado.
Sin partido,sin candidato y con ningun logro significativo,mas que instaurar el odio y la vulgaridad,pretende 38 diputados,mayoria. Yo,plenamente confiado en el pueblo de Costa Rica que no se deja engañar.
Tome nota de quienes son los chavistas.Eso es importante tenerlos ubicados.Por lo general son los resentidos con la vida,los que pretendian y se quedaron cortos.Analize.
El comentario es muy acertado peeo a estas alturas del partido me preocupa mas el electorado que la prosa.
Seguir alabando la inoperancia solo le da mas importancia cuando la dirección de crítica debe ir enfocada a la estimulación del electorado para que no reincida en la barbarie de no ir a votar. Que el abstencionisno no nos condene otra vez
Que excelente análisis, ojalá que esa CR desahuciada por estos populistas, que no ha tenido las oportunidades que otros sí en el GAM, hablo de las zonas costeras del país, no caigan de nuevo en esta trampa mediática burda qué nos tiene hoy en este predicamento. Que la gente abra los ojos y entienda que sin diálogo y concertacion no se pueden alcanzar los grandes acuerdos nacionales qué el país necesita y las futuras generaciones demandan.
Algo a considerar es a la información a los más limitados en educación que se dejan manipular con regalías o promesas que nunca les llegan. Y son esos los que al final van más a votar y la gente un poco o más informada se queda esperando que otros voten por ellos y podemos caer en este círculo vicioso qué nos quejamos pero no hacemos nada. Son más la gente de análisis y capacidad de cambiar esto y ahí es fomentar el saber elegir lo mejor y no lleguen otros como el actual qué hace más una lavadora vieja en lavar, que este en buscar algo bueno por el país…