2 COMENTARIOS

  1. Es de preguntarle a un chavista sensato cuantos diputados creen que su tendencia lograra en Cartago ?
    NINGUNO, a menos que creyeran que son estupidos y se van a poner la soga al cuello.
    Decia don Pepe,el gran sabio,que no habia cosa peor para un aspirante a la presidencia que le contaran los votos.Ahi se sabia la realidad. Los troles,ni los vietnamitas o salvadoreños votan en CR.El pais entero los repudiara……40 diputados, nada mas que un sueño mojado.

  2. Puede un presidente hablar mal inglés?*.
    Claro que sí. Pero ¿debe?
    La respuesta parece simple, pero se complica cuando el presidente en cuestión es Rodrigo Chaves Robles. Un hombre que estudió en Estados Unidos, que trabajó por décadas en un organismo internacional donde la fluidez en inglés no es un lujo, sino un requisito esencial. Uno imaginaría, con razón, que tras tantos años rodeado de diplomáticos, tecnócratas y expertos de todo el mundo, al menos dominaría el idioma. Pero no. El inglés que habla el presidente raya a veces en el absurdo, en lo caricaturesco. Basta recordar aquel bochornoso momento, ya mítico en redes, cuando intentó decir “oso perezoso” y terminó diciendo algo tan grotesco como “slow bear”, o alguna otra aberración similar. ¿El contexto? Irrelevante. El papelón: internacional.
    Y no, no es el idioma el problema. El problema es la vanidad. Porque si un mandatario no domina una lengua extranjera, lo sensato, lo elegante, lo digno sería hablar en su idioma natal, con traductores profesionales que existen para eso. Pero Guarito I no puede. No se lo permite su ego hipertrofiado, ese que le impide verse como lo que es: un mandatario limitado, envuelto en delirios de grandeza. Él no se considera costarricense, él se cree un enviado del Olimpo, una mezcla entre Mesías tecnocrático y emperador global. Y ahí, precisamente, está el problema.
    El inglés mal hablado sería perdonable si viniera de un presidente austero, honesto, medianamente competente. Pero no. Lo dice un personaje que ha degradado la política nacional a niveles de pantano hediondo, que insulta desde el podio, que miente sin parpadear, que usa símbolos patrios para vendetta personal y que le regala pines de jaguar a líderes extranjeros mientras destruye los bosques en casa. Porque además del mal inglés, hay un discurso esquizofrénico: habla de salvar al planeta mientras su gobierno es enemigo abierto de los ecosistemas costarricenses.
    Lo que da vergüenza no es que hable mal inglés. Lo que da vergüenza es que quiera fingir que no lo hace. Que insista en representar a un país que ni siquiera respeta, que no entiende ni quiere entender. Que se crea por encima de todos, incluyendo de su propio pueblo.
    No se le exige perfección. Se le exige decencia. Coherencia. Un poco de respeto por la investidura. Pero ni eso logra. Su narcisismo patológico no le permite ver el ridículo que hace, ni el que nos hace pasar como nación. Y lo triste no es su mal inglés. Lo triste es su pésimo español democrático.
    *Stella Chinchilla*

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