San José, 11 Jun (Elpaís.cr).- El Concejo Municipal de Paraíso declaró este martes al presidente de la República, Rodrigo Chaves Robles, como “persona non grata”, tras considerar ofensivas y desproporcionadas sus declaraciones emitidas el pasado 4 de junio, en las que calificó al alcalde Michael Álvarez y a miembros del Concejo como “ladrones”, “gatos bravos”, “vivazos” y “juega de vivos”.
La moción fue aprobada por unanimidad durante la sesión ordinaria del Concejo y califica las afirmaciones del mandatario como un “ataque injustificado” que carece de respaldo jurídico y administrativo.
Según el texto, las expresiones del presidente representan una descalificación directa a la institucionalidad municipal de Paraíso.
“Tales declaraciones no solo resultan impropias del máximo representante del Poder Ejecutivo, sino que constituyen un ataque injustificado y desproporcionado, basado en afirmaciones infundadas y emitidas con un lenguaje burdo, peyorativo, y carente de la dignidad que exige su investidura”, señala la moción firmada por más de 20 regidores, síndicos y el propio alcalde.
El conflicto entre el gobierno central y el municipio de Paraíso se intensificó luego de que el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) cobrara ¢46,9 millones a la Municipalidad por servicios del mes de abril.
El ayuntamiento rechaza el cobro, al que califica de injustificado, mientras que el AyA amenazó con suspender el suministro de agua potable a más de 4.200 hogares del cantón si no se efectuaba el pago.
Ante esta situación, la Sala Constitucional dictó una medida cautelar para frenar la suspensión del servicio, y el alcalde Álvarez presentó un recurso de nulidad contra las gestiones del AyA, el cual aún no ha sido resuelto.
Además, el Ministerio de Salud advirtió a las autoridades municipales que podría presentar una denuncia penal si no garantizaban el suministro de agua a la población.
Los regidores de Paraíso consideran que las palabras del presidente Chaves durante una conferencia de prensa fueron una “respuesta ofensiva” en medio de la tensión institucional. En la sesión del martes, calificaron sus expresiones como “calificativos dignos de taberna y no de tribuna presidencial”.
Michael Álvarez, alcalde del cantón y miembro del partido Unidos Podemos, respaldó la moción y manifestó que lo aprobado representa un acto de defensa ciudadana frente al abuso de poder.
“No es posible que la ineficiencia de las instituciones públicas se traslade a la población con aumentos del 250% en los recibos de agua”, denunció.
El acuerdo aprobado por el Concejo incluye los siguientes puntos:
- Aprobar el pronunciamiento como expresión oficial del Concejo ante las declaraciones del presidente.
- Declarar a Rodrigo Chaves como persona “non grata” mientras no cambie su manera de dirigirse al gobierno local.
- Remitir el pronunciamiento a diversas instituciones del Estado, municipalidades del país y medios de comunicación.
- Dispensar la moción del trámite de comisión por razones de urgencia institucional.
- Aprobar la moción en firme, de forma definitiva e irrevocable.
El documento fue propuesto por el regidor Luis Diego Calderón Sánchez y será comunicado a través de todos los canales oficiales del Gobierno Local.
Es de preguntarle a un chavista sensato cuantos diputados creen que su tendencia lograra en Cartago ?
NINGUNO, a menos que creyeran que son estupidos y se van a poner la soga al cuello.
Decia don Pepe,el gran sabio,que no habia cosa peor para un aspirante a la presidencia que le contaran los votos.Ahi se sabia la realidad. Los troles,ni los vietnamitas o salvadoreños votan en CR.El pais entero los repudiara……40 diputados, nada mas que un sueño mojado.
Puede un presidente hablar mal inglés?*.
Claro que sí. Pero ¿debe?
La respuesta parece simple, pero se complica cuando el presidente en cuestión es Rodrigo Chaves Robles. Un hombre que estudió en Estados Unidos, que trabajó por décadas en un organismo internacional donde la fluidez en inglés no es un lujo, sino un requisito esencial. Uno imaginaría, con razón, que tras tantos años rodeado de diplomáticos, tecnócratas y expertos de todo el mundo, al menos dominaría el idioma. Pero no. El inglés que habla el presidente raya a veces en el absurdo, en lo caricaturesco. Basta recordar aquel bochornoso momento, ya mítico en redes, cuando intentó decir “oso perezoso” y terminó diciendo algo tan grotesco como “slow bear”, o alguna otra aberración similar. ¿El contexto? Irrelevante. El papelón: internacional.
Y no, no es el idioma el problema. El problema es la vanidad. Porque si un mandatario no domina una lengua extranjera, lo sensato, lo elegante, lo digno sería hablar en su idioma natal, con traductores profesionales que existen para eso. Pero Guarito I no puede. No se lo permite su ego hipertrofiado, ese que le impide verse como lo que es: un mandatario limitado, envuelto en delirios de grandeza. Él no se considera costarricense, él se cree un enviado del Olimpo, una mezcla entre Mesías tecnocrático y emperador global. Y ahí, precisamente, está el problema.
El inglés mal hablado sería perdonable si viniera de un presidente austero, honesto, medianamente competente. Pero no. Lo dice un personaje que ha degradado la política nacional a niveles de pantano hediondo, que insulta desde el podio, que miente sin parpadear, que usa símbolos patrios para vendetta personal y que le regala pines de jaguar a líderes extranjeros mientras destruye los bosques en casa. Porque además del mal inglés, hay un discurso esquizofrénico: habla de salvar al planeta mientras su gobierno es enemigo abierto de los ecosistemas costarricenses.
Lo que da vergüenza no es que hable mal inglés. Lo que da vergüenza es que quiera fingir que no lo hace. Que insista en representar a un país que ni siquiera respeta, que no entiende ni quiere entender. Que se crea por encima de todos, incluyendo de su propio pueblo.
No se le exige perfección. Se le exige decencia. Coherencia. Un poco de respeto por la investidura. Pero ni eso logra. Su narcisismo patológico no le permite ver el ridículo que hace, ni el que nos hace pasar como nación. Y lo triste no es su mal inglés. Lo triste es su pésimo español democrático.
*Stella Chinchilla*