viernes 26, abril 2024
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Los encuentros misteriosos

Ni es política ni es economía, es sencillamente algo que me sucede con frecuencia, por tratarse de un tema entre literario y misterioso, me atrevo a compartirles algo que de otro modo habría de llevarme a la tumba.

En términos generales no soy ordenado, quizá únicamente para el ejercicio de la medicina he sido disciplinado y rectilíneo, quebrando esa línea únicamente cuando lo considero (intuitivamente) necesario para el paciente, quizá por la importancia que ésta tiene para las personas y sus familiares, además que tuve maestros desde primer año hasta terminar luego mi especialidad, que fueron ejemplo de perseverancia y estudio: me contagiaron. No obstante, en otros campos nunca pude serlo, fui digamos, más instintivo, más veleidoso.

Empecé a leer muy joven, ya he contado cómo compraba mis primeros libros en las compraventas de libros usados en San José, después encontraría maneras de leer en México más económicas en las bibliotecas de Guadalajara, además comprando en librerías oscuras y poco visitadas en varios pueblos de los estados más interesantes: Jalisco, Nayarit, Michoacán y eventualmente en la inmensa Avenida Insurgentes de la capital o D.F. ahora llamada CDMX y que forma un estado más desde hace dos años.

Nunca he dejado de comprar libros, porque son la esencia de mi existencia, no sé qué sería de mi sin ellos. He sido heterodoxo y desordenado para su compra y lectura, obedeciendo estos actos más a los giros del espíritu que a un racionalismo cultural.

Algún libro me insinuó de joven que fuera “temático”, no obstante me fue imposible, junto a los Evangelios Apócrifos se puede encontrar Finnegans Wake, junto a varios ejemplares de El Quijote, reposan los cuentos completos de Anton Chejov, entre Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz se puede ver Lolita de Vladimir Nabokov, y así por el estilo. Mi biblioteca es muy amplia, fue un regalo de mi esposa para tener mi orden o mi desorden en un solo sitio, aduciendo que le daba lástima verme tarde de la noche atravesar mi casa para ir a buscar un volumen equis, yo acepto sus explicaciones, siempre he creído que ella es la mente maestra en mi vida, lo que no pude nunca fue ordenar todos los volúmenes de manera temática o por autores o como fuera, eso es parte de la emoción que me causa entrar en ella, donde se respira paz dentro de ese caos: ¿acaso no nació el orden del universo del caos universal causado por el Big Bang? Bueno, eso pienso yo que debe ser el comienzo de todo: encontrarse entre el caos para buscar y lograr el orden, del orden no podría nacer nada nuevo, nada diferente. Valga la ocasión para tener esperanza que del caos que significa “ingobernabilidad”(Frase puesta de moda por Figueres hijo), podremos con tesón salir adelante como país, poco a poco, ley a ley y pieza a pieza lograremos un ordenamiento en nuestras finanzas, porque este caos sólo puede servir para crear orden, ya no podríamos llegar a mayor desorden.

Regresando a la idea inicial del artículo, me sale al encuentro el libro perfecto para darme serenidad y devolverme la cordura, muchas veces sucede, por eso creí conveniente compartirlo, que voy en busca de determinado libro y me encuentro con otro que hacía mucho tiempo no encontraba, eso me llenaba antes de confusión, hasta que acepté que era parte de la indefinible forma en que se mueve el mundo, el universo, la mente misma. Hace mucho opté por tener dos mesitas con los libros que estoy leyendo, a un metro de mi mesa de noche, así únicamente lo tomo y continúo, pero cuando voy en busca de determinado libro, me sale al paso otro que no buscaba y llama poderosamente mi atención, solamente cuando empiezo a leerlo veo que era lo que necesitaba: pareciera que era el libro el que me buscaba a mi.

Hay un hecho muy discutido en neurociencias y es, que cuando pensamos mucho en determinada persona, nos aparece de improviso en el lugar y momento menos esperado. Nadie, bueno quizá Carl Gustav Jung en “el inconsciente colectivo”, se ha aproximado a este tema de forma tan peculiar y sistemática. Un trabajo de Desmond Morris, indica que cuando una manada de monos en la costa de África SubSahariana está asustada, otros grupos distantes a cientos e incluso mil kilómetros, empiezan inquietos y asustados. Konrad Lorenz publicó bastante sobre este tema, desde el punto de vista biológico. Aquí en Costa Rica observé un fenómeno muy particular, durante el enjambre sísmico de Puriscal, la gente empezaba a pensar que iba a temblar y …temblaba. Algo similar sucede cuando hay largos silencios sísmicos, la gente cuando tiembla, dice frecuentemente “ya pensaba que era mucho tiempo sin temblar”. ¿Casualidad? Habría que ver qué piensa Don Marino Protti, ese gurú de la sismología.

De todas maneras a mi me encantan esos encuentros misteriosos de los libros, que me salen en el momento adecuado, es decir “esa es su hora”. Ya no trato de dar explicaciones a este fenómeno, que bien podría ser una mera casualidad, aunque los escépticos pensemos que hay casualidades, otras personas piensan que no hay casualidades sino causalidades. Mientras viva y pueda caminar, seguiré experimentando todo esos encuentros misteriosos y creo que usted que me lee, debe tener su damajuana de encuentros que contar.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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