viernes 26, abril 2024
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Más allá del Covid-19

Aunque algunos no lo quieran admitir aún, estamos viviendo en lo que se ha llamado la nueva normalidad a causa del covid-19 y sinceramente, no es para menos que tengamos esas precauciones, pues esta pandemia con justa razón ha ocupado los grandes titulares periodísticos y la atención general de la política mundial.

Sin embargo, mientras el mundo se debate entre abrir o no los aeropuertos y en encontrar maneras en que se pueda volver a dinamizar la economía, quiero llamar la atención en lo que está sucediendo en la frontera entre India y China. Se reportó el pasado 16 de junio que sus tropas se enfrentaron ocasionando la muerte de algunos soldados indios así como múltiples heridos por ambos bandos.

Para ponerlo en contexto, estamos hablando de dos economías emergentes y líderes regionales, son los dos países más poblados de mundo y, un dato que no debe pasar desapercibido: dos potencias militares con poderío nuclear.

La disputa general que se circunscribe a las zonas de Cachemira y del Himalaya es de larga data, va desde la misma independencia de los países de India y Pakistán- ¡otra potencia nuclear!-, quienes junto a China reclaman la pertenencia legítima de esas tierras limítrofes entre sí.

En el caso particular del caso que nos ocupa se trata de nada menos que de 3488 km de frontera no demarcada en el Himalaya, en un ambiente político muy volátil y ante el cual, la menor señal de amenaza podría ocasionar un conflicto bélico sin precedentes en el orbe.

Ya en el 2017 había habido algunas tensiones entre ambas naciones, pero no habían llegado al extremo de sufrir bajas en sus filas. De hecho, la última vez que alguien murió en la frontera indo-china hubo una guerra y ello fue en 1962.

Volviendo al presente, hay que decir que el conflicto está lejos de darse por concluido. El primer ministro indio salió casi de inmediato a decir que ellos “no provocaron a nadie”, pero que aún así las muertes de sus soldados “no serán en vano”. Por su parte, el portavoz de la Cancillería de la República Popular China expresó que su país “no es responsable”. La realidad es que saber de quién será la culpa poco interesa en esta coyuntura, lo que importa es tener la capacidad de bajar los ánimos. Ya China el 19 de junio devolvió a 10 soldados indios que habían sido capturados durante el enfrentamiento, a lo que pocas horas después India emitió un comunicado en el que informaba que “ninguno de sus soldados se reporta como desaparecido”.

Los próximos días serán cruciales. Es poco probable un avance político en esta disputa ya que ello no ha sucedido desde hace muchos años, pero sí es imperativo que existan conversaciones sosegadas. Del éxito de ello podría establecerse el tono para futuros compromisos bilaterales. No hay que olvidar que el 22 de junio se halla en agenda (virtualmente) el próximo diálogo trilateral Rusia-India-China, en el cual se espera que la mediación rusa asegure que tanto India como China calmen las aguas. Por supuesto que por su parte Estados Unidos también se declaró estar “listo, dispuesto y capaz de mediar” en caso de que fuese necesario.

Lo que está claro es que este conflicto tiene el potencial de causar graves consecuencias y afectar a todo el planeta. Bien haremos en darle seguimiento al caso, pues como país de paz algo podremos aportar, desde la plataforma de Naciones Unidas, para asegurar la cordura en un conflicto que pareciera no tener mucho margen de error.

El mundo sigue caminando y por precaución y prudencia hay que saber andar con él, más allá de lo que está pasando alrededor del covid-19, que sin discusión alguna también debe captar nuestro esfuerzo y atención.

(*) Jorge Umaña Vargas, Máster en diplomacia y ex becario de las academias diplomáticas de la India y de Pakistán.

 

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