13 COMENTARIOS

  1. Es lamentable observar cómo en pleno 2019, existan aún como lo dice la autora «lucha por la equidad e igualdad de género» especificamente en el ámbito policial.
    Considero que para muchos el término «policia» es sinónimo de fuerza, lo cual es completamente erróneo. La labor policial va mucho más allá que el simple hecho de portar un arma y utilizarla, y ello se puede observar claramente en la forma en que ha avanzado los requisitos y la preparación del cuerpo policial en comparación con lo que solicitaban muchos años atrás.
    El y la policia actual son personas con cumplen con un protocolo de preparación y gran parte con otro tipo de preparación profesional que enriquece su conocimiento. Su labor según el IIDH: «constituye un servicio público a la comunidad que tiene por finalidad garantizar a toda la población el libre ejercicio de los derechos y libertades. Es una labor íntimamente ligada al bienestar general y a la calidad de vida de las personas como función superior del Estado.», pero así como tienen sus obligaciones, por igual tienen sus derechos, y muy claramente lo indica la Normativa y práctica de los Derechos Humanos para la policia ONU que indica «Las mujeres tienen derecho, en condiciones de igualdad con los hombres, al disfrute y la protección de todos los derechos humanos en las esferas política, económica, social, cultural, civil y cualquier otra. Esos derechos comprenden, entre otros, el derecho a la vida; la igualdad; la libertad y seguridad de la persona; la protección igual ante la ley; la ausencia de discriminación; el mayor nivel posible de salud física y mental; condiciones de trabajo justas y favorables; y a no ser torturadas o sometidas a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.»
    Más claro….ni el agua….

  2. La sociedad humana sorprende aún, que haya logrado sobrevivir hasta el día de hoy, dada la marginación que el mismo hombre, y entiéndase que, como hombre, a la especie.
    Nos remontamos a la historia moderna y notamos cómo la humanidad ha generado masacre tras masacre, por tener un solo modo de pensar, de ser o de pertenecer. En cuanto a esto, no solo me refiero a la discriminación contra la mujer, si no a la discriminación a la que nos sometemos por el simple hecho de ser diferentes. Es aquí donde debemos de considerar la actuación como individuos o nuestra actuación como colectividad.
    Sí como individuos lográramos establecer como prioridad el bienestar de la colectividad, permitiendo que los más capaces, los que tienen la disposición de sobresalir por sus habilidades, dejando de lado nuestros intereses mezquinos, temores e inclusive ignorancia, lograran un sistema de inclusión amplio y equitativo. Es en este punto de consideración, que la discriminación ante la mujer y aunque parezca simplista, es solamente una de las tantas discriminaciones del hombre por el hombre, vuelvo a recalcar hombre como especie.
    El ser humano cambia su comportamiento de manera notable cuando logra adquirir una dosis de poder, ya sea, de forma natural o legal, pero usualmente no utiliza este poder para generar bienestar a los demás, sino para asegurar su propia posición, desarrollando amplias zonas de poder y confort, eliminando cualquier vaivén del flujo de las fuerzas del mismo poder, es en este caso que encontramos discriminación hasta en los más pequeños grupos humanos, discriminación que surgen desde las edades más cortas, y que actualmente es conocido como bullying, donde un grupo, destacado por su heterogeneidad, al encontrar un elemento que no cumple con su igualdad es inmediatamente discriminado.
    Puedo considerar aquí la cuna de este comportamiento humano tendiente a evitar que los demás surjan, por lo tanto, encontramos discriminación hacia la mujer, discriminación hacia la raza, discriminación por la forma física, discriminación por la capacidad intelectual, discriminación por el origen familiar, discriminación por el color o sencillamente discriminación por querer discriminar.
    Muchos individuos no necesitan un motivo, y esto es reflejó en muchos casos, de los patrones y estructuras sociales originadas en el seno de la familia. Patrones resultantes de un alto grado de competitividad y búsqueda del éxito, en muchos casos malentendido, ya que, en la mayoría de los casos se busca un éxito desconocido. Debemos de pensar cómo confeccionar planes que permitan a muy largo plazo, elaborar nuevos sistemas educativos, familiares y sociales, para garantizar una inclusión justa y equitativa, del hombre por el hombre, nuevamente entiéndase hombre como especie.

  3. Yo considero que es necesario repasar el termino «equidad», que en el diccionario se establece como: «Cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos y condiciones».
    Las mujeres nos hemos caracterizado por siempre buscar que se nos respeten nuestro derechos y condiciones en un mundo que desde sus comienzos estaba liderado por hombres, es innegable que hemos hecho un buen trabajo y que poco a poco vamos teniendo más participación en la sociedad.
    Sin embargo, creo que ha veces a nosotras mismas se nos olvida lo importa que somos, con nuestras propias características, si bien la lucha por nuestros derechos ha sido de gran ayuda para lograr lo que actualmente tenemos, nos ha llevado a perder la noción de que es lo que somos y cuanto valemos por el solo hecho de ser mujeres. Yo no quiero ser igual que un hombre, yo soy feliz de ser mujer de tener todas esas cosas que me caracterizan y no por ser mujer me considero más o menos capaz a un hombre para realizar «x» función.
    Creo que si también nosotras mismas creyéramos más en nosotras podríamos tener un mejor avance en un mundo laboral, de no desorientarnos en buscar ser igual a un genero masculino, si no lo contrario explotar nuestras características y condiciones por el simple hecho de ser mujer.
    El mundo laboral nos necesita, la sociedad nos necesita, y no por buscar ser igual a hombre si no por desarrollarnos en nuestra propia esencia, lograr obtener esa equidad que todo ser humano se merece, lograr que se me valore con base en mi trabajo y tener los derechos que me corresponden por tener cualidades individuales y propias que me caracterizan.

  4. La historia del desarrollo de la humanidad demuestra una brecha en el trato equitativo entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos. Los avances en realidad datan de épocas recientes como el derecho al voto femenino en nuestro país, a saber 1949.
    Sin embargo, el contenido de está columna lejos de ser desalentador sobre la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres a efectos de formar parte de la fuerza pública resulta esperanzador.
    Esto tiene lugar por se denota que desde 1979 se fundó la policía femenina con cincuenta y cuatro mujeres; y desde entonces según lo expuesto en la columna ha ido incrementado la cantidad de mujeres que forman parte de la fuerza pública.
    Claro está, se trata de un proceso pero lo importante es que inició e inició hace décadas. Como todo proceso pudo haber tenido sus avances y retrocesos, pero lo relevante es que ha seguido desarrollándose. Lo cual se denota de los encuentros 2019 a los cuales hace referencia en la columna.
    El logro de la igualdad de oportunidades debe ir acompañado de una política gubernamental en el tema pero se denota que las mujeres policías están en búsqueda de dicha igualdad y lo esperable es que la visualización de sus esfuerzos tenga frutos a efectos de que todos seamos iguales ante la ley, en referencia en este caso a oportunidades laborales.
    Así pareciera augurársele apertura en la materia a las niñas del país que refiere la columna.

  5. Me ENCANTA ❤
    Se empezó con tan poco pero como dice en el artículo «aún falta mucho camino por recorrer» es un tema que muchos verán como poco importante pero yo como mujer también deseo que poco a poco siga mejorando.
    Ojalá también se sigan dando este tipo de encuentros que son tan importantes para apoyarnos entre todas y asi se genere más este cambio.

    • Joselyn, los cambios se han venido dando con el transcurso del tiempo, sin embargo, no ha la velocidad que se quisiéramos, por lo que insto a todas las mujeres, que luchemos por nuestros derechos, y que recordemos que no somos el sexo débil y que la autoridad también puede ser ejercida por mujeres.

  6. El tema de la equidad de género en cuanto a la participación en condiciones igualitarias en puestos de decisión, es un tema complejo, álgido y profundo, que debe ser analizado desde distintas vertientes, ya que si bien se comparten ciertas características entre países y sociedades, las condiciones particulares de cada una de ellas marcarán la pauta sobre cómo deberá de abordarse dicha problemática en aras de paliar cualquier tipo de discriminación o violencia asociadas a una determinada condición. Me parece acertado el enfoque que da la articulista en el sentido de llamar la atención primeramente al tema de fondo, para después enfocarlo a la situación de un gremio particular (Fuerza Pública), cuya dinámica es para muchos desconocida. Es importante, destacar que según recoge la autora, actualmente se están implementando políticas y estrategias tendientes a lograr permear el tema de equidad de género al gremio policial. No debe perderse de vista, que incluso este tema de lograr una verdadera equidad, no pasa por una igualdad pura y simple, al estilo de una justicia conmutativa de dar a todos por igual, sino más bien por una distributiva, de dar a cada quien según sus condiciones y circunstancias, pues no puede obviarse el hecho de que los hombres y mujeres, tenemos necesidades y condiciones diferenciadas que también deben tomarse en cuenta a la hora de buscar la equidad. Como muestra de esto, podemos encontrar las salas de lactancia en instituciones públicas y privadas, los cambiadores para bebés, tanto en baños de caballeros como de damas, las horas de lactancia, entre otros. Una vez señalado esto, debe indicarse también que lo señalado en el artículo presenta una luz, una esperanza hacia el futuro, y un ejemplo de políticas públicas serias y robustas, que buscan posicionar a la mujer en el papel que merece. Muestra de esto la encontramos cuando se indica que «la policía presenta diversas estrategias, con el fin de fortalecer este enfoque diferencial en la institución, así como la prevención y atención de víctimas de violencia de género y continuar construyendo confianza en la comunidad mayormente afectada, por otro lado, la Institución asume que el rol de género se construye por medio de la socialización , ya que es de esta manera en donde se logra un entendimiento y se logra aprender a diferenciar responsabilidades y asumir un liderazgo y una participación conjunta entre hombres y mujeres». La llamada de atención está dada desde hace ya mucho tiempo, pero son artículos como este los que nos recuerdan que está en nosotros propugnar el cambio que queremos que ocurra en la sociedad costarricense.

  7. Comprendo la idea central del artículo en comentario y concuerdo con el tema de fondo en tanto la igualdad y equidad de género suponen un cambio de mentalidad que debe venir desde la socialización primaria para, poco a poco, interiorizar la idea y no tener que recurrir a imposiciones legales, por ejemplo, que obliguen una cuota de participación femenina en los diversos sectores laborales y sociales, sino que ello llegue a ser una cuestión natural y espontánea.
    En lo que no concuerdo con la autora es en cuanto a la aseveración hecha hacia el inicio de su artículo al indicar que, aunque la policía ha sido una imagen concebida como masculina, ello no es una cuestión de machismo o misoginia, sino de una mera confusión de género. Por el contrario, es precisamente el patriarcado, como forma de organización social impuesta por siglos en torno a la figura del hombre por el simple hecho de serlo, lo que ha provocado una exclusión de las mujeres en la vida pública, reservándolas para lo doméstico. Entonces, no es un simple malentendido generalizado, sino más bien una construcción histórica desigual de superioridad de un sexo sobre otro por medio de la asignación dolosa de roles para hombres distintos para las mujeres en lo que, finalmente, conforman los géneros.
    Laura Muñoz Ramírez, investigadora de la Dirección de Investigación Aplicada en Policía, Seguridad y Justicia Penal (DIAP) del Instituto para la Seguridad y la Democracia de México, ha indicado acertadamente: “La policía, entonces, nace como institución central del Estado moderno dejando clara la asociación entre poder y masculinidad, y definiendo sus funciones desde el control, el orden y la fuerza. Excluye a lo femenino en más de una cuestión desde su esencia, como institución creada por hombres y para hombres, como institución que privilegia atributos históricos masculinos (fuerza, poder), y como espacio de producción, recordando que solo los hombres tienen consentimiento para acceder al trabajo remunerado. La policía es entonces un entramado simbólico y normativo sostenido sobre pactos patriarcales que excluyen a lo femenino y a las mujeres como sujetas constructoras del proyecto policial, manifestado no solo al interior de la institución policial. Se extiende hasta la actuación policial con la comunidad, por tanto las mujeres quedan no solamente exentas del mundo policial al interior, sino también en su relación como individuas y parte de la sociedad”.
    La última observación que me gustaría plantear se encuentra en el último párrafo del artículo, cuando se asegura: “Aun así, es importante no persistir en la lucha por la equidad e igualdad de género en todos los ámbitos de la vida social por el bien de la democracia y el bienestar social”. Más bien se extrae del texto que la idea era plantear lo opuesto: debe persistirse en esa lucha en la cual estamos todas, incluyéndome.

  8. La policía es una institución altamente masculinizada y verticalista. Quizá es el espacio público en el se representan más claramente las características de la sociedad patriarcal. Se trata de un ámbito laboral en el que se ha evidenciado, por mucho, las condiciones de trabajo discriminatorias y el hostigamiento sexual contra las mujeres. Por eso, no podría tratarse solo de algunas acciones aisladas, sino de políticas debidamente articuladas. Según el documento “Género en las Políticas de Seguridad” (2016) del Programa para la Cohesión Social en América Latina de la Unión Europea …” la desigualdad de género en la composición y estructura de las fuerzas policiales plantea retos institucionales que van más allá de las reformas legislativas que han permitido el acceso de las mujeres a los diferentes cuerpos y escalas, sin discriminación formal. Comprender la diferencia entre igualdad formal e igualdad material o de hecho es clave en este sentido, ya que una verdadera integración de las mujeres en las instituciones pasará por la adopción de acciones afirmativas específicas dirigidas a remover los obstáculos que la impiden…” Esperemos que los pocos avances en este terreno, que cita la columnista, traigan resultados provechosos para construir una verdadera política pública en este terreno.

  9. Me parece que resulta necesario precisar la diferencia que existe entre sexo y género, por cuanto si bien se explica que el género alude a una construcción social, se utilizan estos términos de forma indistinta a lo largo del artículo. Mientras que el sexo remite a una cuestión meramente biológica, el género, como se ha aclarado ya, responde más bien a una construcción social de lo considerado femenino y masculino. Sin embargo, tanto en cuanto al sexo como al género, no podemos hablar únicamente en términos binarios, pues existe una enorme diversidad dentro de la sexualidad humana y la construcción de género, que va más allá de lo meramente masculino y femenino, y que considero debe ser también tomada en cuenta y visibilizada cuando se habla de perspectiva de género.

    Esto lo traigo a colación porque considero que el ejercicio del poder, efectivamente, ha estado material y simbólicamente ligado al homo juridicus, es decir, a ese ideal de ser humano (masculino, ciudadano, de cierto poder adquisitivo y rasgos étnicos, heterosexual) que resulta ser el centro y paradigma del patriarcado. Dentro de esta lógica, las fuerzas policiales como brazo que sostiene el status quo, han estado tradicionalmente compuestas por personas del género masculino, como bien lo señala la autora. Sin embargo, las luchas feministas y también la lucha por la aceptación de los derechos de la población LGBTIQ+ han impulsado los cambios sociales que al día de hoy experimentamos, en búsqueda de una sociedad más inclusiva e igualitaria, donde los seres humanos seamos iguales en dignidad, e iguales en derechos.

    En ese sentido, resulta oportuno reconocer los avances que al respecto una institución como esta ha mostrado, eso sí, sin perder de vista los enormes retos y desafíos en los que aún debe trabajarse para alcanzar una verdadera equidad e igualdad de género en la Fuerza Pública de Costa Rica.

  10. En lo que respecta a la división sexual del trabajo, no hay duda que los roles y mandatos tradicionales de género han permeado de tal forma la sociedad, que limitan y restringen el desarrollo integral de las mujeres, quienes se ven afectadas de manera directa por los estereotipos que aún persisten y que ponen en entredicho la capacidad que tienen para liderar, administrar y tomar decisiones en el mundo público.
    Para buscar esa igualdad real y jurídica, es menester que los Estados democráticos, como el costarricense, actúen con base en los distintos instrumentos nacionales e internacionales de protección de los derechos humanos y garanticen que existan políticas públicas que eliminen la discriminación hacia las mujeres en todas sus formas y manifestaciones.

  11. No hay duda que la lucha por la igualdad de género ha mostrado algunos avances, pero al igual que lo muestra el artículo, aún falta mucho por recorrer. A nivel legal, no faltan tratados, leyes nacionales, reglamentos y en general existe variada normativa que intenta eliminar la discriminación entre hombres y mujeres, pero es evidente que la desigualdad sobrevive. La interrogante es: ¿Por qué, a pesar de la promulgación de leyes, el mal no se erradica? La explicación no parece sencilla y las respuestas serían muchas, empezando por la circunstancia de que, las costumbres y tradiciones misóginas están arraigadas en nuestra sociedad. Pareciera que en esa materia la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW), que cita el artículo, también obliga a los Estados Parte a tomar todas las medidas apropiadas para modificar dichos patrones, lo cual pareciera pasar desapercibido en nuestro país y en la Fuerza Pública en particular. Y termino con un comentario que quizás no sea bienvenido, y es la circunstancia de que en algunos países donde se han realizado campañas para promover la incorporación de la mujer en un determinado sector, ocurre el efecto contrario, pues una cierta parte de la población interpreta el mensaje de que “son campos de hombres” y por ende se refuerza el estereotipo. Así qué, cuidado con la promoción.

  12. Saludos Jaqueline, interesantísimo el tema, muy actual, desgraciadamente las mujeres seguimos luchando por el respeto y trato igual. Siento que el artículo presenta una visión muy positiva, es decir, pienso que el hecho de que sólo un 18 % del total de las personas trabajadoras en los cuerpos policiales, sean mujeres es triste, por no decir nefasto, es preocupante y definidamente no estamos sensibilizados al respecto, toda vez que ni siquiera nos cuestionamos como es que una fuente tan importante de trabajo, como lo es, ser parte de cualquier fuerza policial en nuestro país, este ocupada actualmente por un 82 % de hombres y solo un 18 % por mujeres. Y pienso que definitivamente este es un dato que debió ser más explotado en el artículo. Tienes mucha razón además al indicar que las mujeres topamos con un techo de cristal, en cuanto al ascenso a los puesto de mayor jerarquía. Igual pasa en la judicatura, si bien es cierto, en el Poder Judicial, existe paridad en cuanto a las personas trabajadoras, incluso a nivel de jueces y juezas, no pasa lo mismo cuando se trata de la persona que coordina un tribunal, donde en la mayoría de los casos, han sido hombres quienes ejercen esos cargos, igual ocurre con la Corte Plena, donde creo que únicamente cuatro o cinco son las mujeres magistradas electas en el cargo, verso el resto de los 22 puestos, que son ocupados por hombres, y donde resulta a todas luces claro que existen en nuestro país grandes abogadas, juristas, con grandes trayectorias, que podrían ocupar dichos puestos, pero la realidad es otra bien distinta. Importantísimo siempre poner en evidencia estas disparidades que no cuentan con justificaciones racionales.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí