domingo 28, abril 2024
spot_img

Falansterios y biopolítica

Una gran parte de las discusiones actuales sobre la expansión de la pandemia del COVID-19, está relacionada con la disyuntiva de qué hacer, no sólo con la salud y la vida de las personas, sino con los cuerpos de esos sujetos: cómo gestionar los cuerpos para evitar – más bien controlar- los contagios. Esta distinción la hago, sobre todo, porque al observar los planteamientos y posibles estrategias a seguir en los diferentes países para controlar el avance de la pandemia, vemos que algunas acciones van dirigidas a mejorar los esquemas de atención médica (disponibilidad de espacios de internamiento, uso de dispositivos de protección, desarrollo de vacunas y antídotos, etc.) y por lo tanto dirigidos a mejorar o mantener los niveles de salud de las personas.

La preocupación central de las autoridades de salud, sin embargo, consiste en la estrategia que han denominado “distanciamiento social”, lo cual, básicamente implica un distanciamiento entre los cuerpos. Pero, entonces se abre la gran incógnita de cómo distanciar los cuerpos sin afectar las lógicas usuales de relacionamiento -social, comercial, económico, político y afectivo- de las personas entre sí, cuando es de esas lógicas de las que tanto depende el sistema en el que vivimos.

Hay una estrategia que no ha sido abiertamente discutida y que implica acciones que van dirigidas a determinar cómo, cuándo y quienes se contagian del virus, para así poder controlar lo que se conoce como inmunidad colectiva. Veámoslo así: las medidas de restricción son más severas para la población que cuenta con factores de riesgo (enfermedad pulmonar y personas adultas mayores, por citar un par de ejemplos); consecuentemente, podemos inferir que hay un segmento de la población que preferentemente no debe contagiarse y otro segmento que, en el entendido de que el virus se va a mantener entre nosotros y que por lo tanto tarde o temprano la mayoría de la población se habrá de contagiar, sería más estratégico que se contagie; o al menos que se contagie de primero. Nuevamente, la discusión aquí pasa por definir, ante un escenario realista de que el virus se va a propagar inevitablemente, cuál población es más aceptable que se contagie y cuál no.

El tema de la inmunidad colectiva -controvertida o no, no es esa la discusión-, se basa en esperar – más bien dejar- que un porcentaje de la población se infecte con el virus para que desarrolle su propia inmunidad y por lo tanto ralentice o estabilice la taza de contagios. Esto es muy manejable, sobre todo a largo plazo, cuando se disponga ya de medicamentos que puedan disminuir la sintomatología y bajar el riesgo de complicaciones asociadas al virus. Lo que actualmente es un serio problema a nivel global es que la taza de contagio se eleve antes de desarrollar una buena capacidad de respuesta, aumentando el riesgo de saturación de la capacidad de atención médica en los centros hospitalarios.

Remitiéndonos al concepto de biopolítica desde el enfoque de Giorgio Agamben -quien complementa las tesis de Foucault- entendemos que el cambio principal de la política en la modernidad es acercar el espacio del cuerpo vivo, progresivamente, con el espacio político. La biopolítica se fundamenta, entonces, en las tecnologías para la gestión de la vida. Justo este concepto de biopolítica y las discusiones sobre estrategias de contención del virus me evocan una estrategia que desarrolló un socialista utópico francés: el falansterio. Charles Fourier desarrolló a inicios del siglo XIX su idea de una comunidad de producción ajena a las reglas políticas y económicas de la sociedad hegemónica. Su idea era que, en edificios dedicados a la vida comunitaria, se juntaran de manera voluntaria grupos de más de mil personas a vivir bajo otra racionalidad económica, social y política.

Fourier desarrolla esta idea a partir de sus críticas a las estructuras del capitalismo. Criticaba, además, la unidad económica familiar por considerarla una estructura incapaz de proveer por sí sola el sustento de sus miembros. Argumentaba que la base de la sociedad necesita de la cooperación entre un mayor número de personas del que la familia tradicional puede ofrecer; por otro lado, en una sociedad agraria, el trabajo en pequeñas parcelas lo consideraba altamente ineficiente.

Utilizando como analogía a los falansterios de Fourier me pregunto si llegará el momento en que, para controlar la expansión de los contagios de forma acelerada, se proponga el desarrollo de centros de confinamiento voluntario para el contagio controlado. Intentando encontrar sentido a esta pregunta, podríamos plantear algunas similitudes entre las problemáticas identificadas por Fourier y las problemáticas asociadas a la pandemia por el COVID-19. Ciertamente el tema de la salud de las personas es el motivo principal de las medidas de contención de la pandemia; en un segundo lugar -no por mucha diferencia-, está la preocupación de lo que pase con la economía y en general con las interacciones que dan sentido, en términos políticos, a la vida en la sociedad moderna. A Fourier le importaba la armonía de las personas, la superación de las injusticias y el sufrimiento, de manera que el modelo económico para la organización de la producción y la satisfacción de las necesidades no debería discrepar de ese fin último de la vida humana.

Hagamos el ejercicio, aunque solo sea por ejercer el derecho a la imaginación: en fondo, un falansterio es un espacio físico donde las personas se separan del espacio oficial, fuera del sistema y de las reglas generales de relacionamiento con los otros y con las instituciones. En un hipotético falansterio, dedicado al contagio controlado del virus, se podría propiciar el contagio de segmentos de la población con menos vulnerabilidad en términos de salud y podría monitorearse el estado de salud de los contagiados, sin el temor de que los otros que estén ahí, sean también contagiados.

Ahora veamos las similitudes: por un lado, habría ciertamente un cambio en la racionalidad a partir de la cual se gestiona una pandemia; se estaría optando por otro tipo de estructuras – principalmente institucionales- diferentes a las tradicionales para la gestión de la salud pública. Por otro lado, se optaría por espacios alternativos a los hospitales para la atención de los contagios en unidades -ya no familiares- sino por segmentos de población de bajo riesgo.

Adicionalmente, el control del contagio se haría de manera colaborativa y, posiblemente, de manera más eficiente; pues la lógica de fondo es que las mismas personas que propician su contagio puedan gestionar también el cuido de los demás. Si hubiera una manera controlada y sin censura pública de contagiarse como en este escenario hipotético, se abriría la oportunidad de librarse finalmente de la obligación de evitar un contagio que, irónicamente, sabemos que va a suceder de todas maneras; y sobre todo, una oportunidad para librarse del mayor de los temores en el marco de la pandemia: el temor de cargar con la culpa de haber contagiado a otra persona.

Ahora bien, a estas alturas de la reflexión seguramente nos cuestionamos por qué esto no suena realizable. ¿Cuáles son las barreras para llevarlo a cabo? Primero que habría un hervidero mediático por lo controversial de la medida, cosa que ningún gobierno se atrevería a provocar. Por otro lado, la racionalidad médica y política nos diría de inmediato que con la vida de las personas no se puede jugar; porque, en teoría, eso nunca nadie lo hace; o al menos intentarán hacérnoslo creer así. Tal vez simplemente una idea de este tipo no cuadra con el modelo de gestión biopolítica que, según nos explica Agamben, opera en nuestra sociedad.

Claramente este ejercicio de reflexión no tiene la finalidad de convencer a nadie de realizar semejante proyecto; pero sí que sirve para cuestionarse las racionalidades a partir de las cuales se gestiona la salud pública, las relaciones comerciales, las interacciones políticas y en general la vida.

(*) Juan Carlos Céspedes, curso sobre Biopolítica, en el Doctorado de Estudios de la Sociedad y la Cultura de la UCR,

Noticias de Interés

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias