viernes 26, abril 2024
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El cumplimiento de la Ley General de Salud

El cumplimento de las órdenes sanitarias, por estúpidas que puedan parecernos algunas veces, es una obligación legal contemplada en la ley general de salud; son de cumplimiento obligatorio, por suerte que el legislador supo ver la dinámica del bien común. 

 

El acatamiento de las órdenes sanitarias, está muy bien documentado en el antiguo testamento Judeo-Cristiano. Muchas de esas leyes han llegado a nosotros, la mayoría colocadas como palabra incuestionable de YHVH, muchas explicadas acordé a conocimientos externos al pueblo judío. Me detendré ligeramente porque si no subrayo me extravío y si esto sucede, el artículo no tiene razón de ser. 

 

La circuncisión, por ejemplo, se da como parte del pacto entre Abram (luego de esto Abraham) y YHHV, es indiscutiblemente una manera de dar aseo a esa área, pero más que eso lo importante es la manera en que disminuye la tasa de Cáncer de Cervix en las mujeres casadas (pareja, se dice hoy) con hombres circuncidados, posiblemente preveían el factor contagio, en efecto el hombre transmite el virus de HPV o Virus del Papiloma humano (varios) y esta transmisión está muy incrementada sin circuncisión. 

 

No comer carne de cerdo: el cerdo trasmite al humano el Cisticerco y éste causa graves lesiones, entre ellas cerebrales. Los leprosos debían vivir fuera de las comunidades sanas, o morían apedreados, tenían que cargar una campanilla al cuello, para que los demás la escucharan de lejos y tomaran sus precauciones. 

 

Es larga la lista, pero esos ejemplos bastan para comprender muchas cosas acerca de la salud, la propia y la de los demás (los demás no son yo, son otros). Recuerdo que de joven, en mi Naranjo querido, había dos tipos de prostitución, la registrada y la no registrada. La Unidad Sanitaria, un atavismo de clínica médica, mediante su médico y su enfermera, debía tratar de dar fe en un carnet, que la dicha mujer no tenía enfermedades venéreas (venéreas porque eran trasmitidas por vía genital, Venus la Diosa del amor y lo mismo Monte de Venus se llama el pubis femenino), en ese tiempo se perseguía básicamente la sífilis y la gonorrea, ambas muy difundidas y tratables después las dos con la maravilla que fue la penicilina. 

 

La idea era que quien fuese al antro, no contrajese una enfermedad por ignorancia, aunque se firmaba el carnet, no podíamos saber si la dama se contagiaba después de las pruebas clínicas y de laboratorio.

 

En un lugar donde trabajé, había muchas niñas con gonorrea, entonces sabíamos que eran aún núbiles, tratándose de abuso, generalmente un familiar, se enviaba a Trabajo Social y se trataba de dar con el culpable. 

 

La sífilis y la gonorrea eran terribles, solo que los antibióticos dieron la idea de curaciones, aunque posiblemente se tratase de sustituciones mórbidas, vicarias, pero cuando llegó el HIV, entró el miedo cerval, no sabíamos los primeros años qué era, de qué se estaban muriendo las personas, especialmente homosexuales masculinos y enfermos de hemofilia, hemotransfundidos (accidentes, cirugía grande etc etc). 

 

En el año 1986, el doctor Frajman, presentó un libro acerca del HIV SIDA, en el auditorio del Colegio de Médicos. Este libro era científico pero paralelamente de difusión, cualquiera podía leerlo, Mauricio cuando se le habló de castigo divino a los homosexuales, jocosamente dijo: “entonces es un premio divino a las lesbianas, porque no les da…”, muy atinado el comentario. 

 

Luego los cirujanos empezamos a temer, era una amenaza, después por ley se prohibió la prueba de Eliza sin autorización del paciente (en ese entonces era la prueba usada, aunque no era específica para HIV) era entonces la cirugía un vuelo en instrumentos. 

 

Me tocó operar dos pacientes con SIDA, que nadie quería operar, lo hice realmente por humanidad, uno era un travesti accidentado y el otro un niño de trece años hemofílico que se contagió en una transfusión de hemoderivados, por suerte los operé, no hubiera podido vivir con ese remordimiento.

 

Un paciente HIV positivo, debe decir a su compañero sexual que está enfermo, lo mismo que a su médico, caso contrario tiene riesgo de que las leyes lo castiguen, si, estas mismas leyes que los conspirativos se pasan por allá abajo. Ya he dicho muchas veces que la frase de Camus en la peste, es de rigor para nuestros días: “…lo peor de la Peste, no es que mate los cuerpos, es que desnuda las almas…”.

Regresemos a la legislación respecto a la salud, existe y se llama “Ley general de salud”, puede bajarse de internet, ella obliga a cumplir las medidas sanitarias, porque lo que persiguen es el bien común, aún de los negacionistas.

 

“Nunca se terminan de escribir muchos textos y el mucho leer es un fastidio para la carne”, Eclesiastés nombrado por Sir Reginal Watson Jones en su inigualable texto “Fractures and Joint Injuries”. 

 

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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