Columna Libertarios y Liberticidas (15).
Tercera época
Entre los rasgos, o manifestaciones de la vida social y cultural que se han venido poniendo cada vez más en evidencia, en medio de este cambio de siglo, un tiempo histórico en el que todos los significados y significantes parecen haber sido trastrocados, se destaca una marcada tendencia a limitar los recursos, posibilidades y significaciones del lenguaje, esa poderosa herramienta de que disponemos los seres humanos desde tiempos ya muy lejanos. A la manera de aquel universo totalitario, y cada vez más encerrado en su sí mismo en el que transcurre la existencia de los personajes del Londres de la novela “1984”, una sombría y alarmante distopía de George Orwell(1903-1950), donde la newspeak o neolengua que tiende a prevalecer, no viene a ser otra cosa que una reducción de la capacidad de las palabras para producir significados y sobre todo, lo más peligroso, pensamiento que podría resultar subversivo para la omnipresente maquinaria del poder, cuyos engranajes están diseñados para obtener un control total de los seres humanos, para convertirlos en meras piezas de esa maquinaria, de ello se encarga la policía del pensamiento encargada de castigar las desviaciones del pensamiento, especialmente el llamado crimental. Todo ello, en medio una sociedad donde la historia, incluso la reciente, está siendo reescrita todo el tiempo, de acuerdo con los intereses del poder del Gran Hermano, ese que siempre te vigila (Big Brother is watching you, don´t forget), para ello el lenguaje tendrá que ser reducido cada vez en los posibilidades, tal y como dice uno de los personajes del relato: “ La undécima edición (del diccionario de la nueva lengua) será la definitiva –dijo-. Estamos dándole a la lengua su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable otra cosa. Cuando terminemos, la gente como tú tendrá que aprenderlo todo de nuevo. Seguro que crees que nuestro trabajo consiste en inventar palabras nuevas ¡Pues no! Lo que hacemos es destruirlas, decenas, cientos de palabras al día. Estamos podando el idioma. Ni una sola de las palabras en la undécima edición quedará anticuada antes de 2050”( George Orwell, 1984 DEBOLSILLO Barcelona 2014, p.p. 59-60).
En un período histórico como el nuestro, en el que algunas gentes se sienten ofendidas por el sólo uso de determinadas palabras a las que atribuyen un significado unívoco, cerrándose a la posibilidad de cualquier diálogo al respecto, llegando incluso a exigir que determinados documentos históricos-no importa si son recientes- sean modificados o incluso, dado el caso, tal vez para mejor, ser eliminados so pena para el emisor de un texto de recibir toda clase de calificativos. Todo en el mejor estilo de los usos propios de aquel Londres que el novelista inglés imaginó para la octava década del siglo pasado.
Dadas las circunstancias convendría seguir examinando lo que en la novela mencionada se exterioriza como la loable tarea de eliminar gran cantidad de palabras: “-La destrucción de palabras es muy hermosa. Por supuesto, lo que más sobra son verbos y adjetivos, pero hay cientos de sustantivos de los que se puede prescindir. Y no sólo por los sinónimos, sino también por los antónimos. Al fin y al cabo. ¿qué justificación tiene una palabra que no es más que lo contrario de otra? Cualquier palabra incluye a su contraria. Fíjate, por ejemplo, en la palabra “bueno”. Si tenemos esa palabra,¿ de qué nos sirve “malo”? ”Nobueno” es igual…incluso mejor porque es exactamente lo contrario mientras que la otra no lo es. O, si lo quieres es reforzar la palabra bueno, ¿para qué queremos toda una serie de palabras vagas e inútiles como “excelente”, “espléndido” y otras parecidas? “Masbueno ya significa eso, o “doblemasbueno”, si quieres aún algo más claro. Por supuesto que ya usamos todas esas formas, pero en la versión final de la la nuevalengua serán las únicas. Al final todo el concepto de la bondad se limitará a seis palabras-en realidad una sola-.¿ No ves lo hermoso que es, Winston?(el principal personaje de la novela) La idea original fue del H.M (El Hermano mayor y por supuesto infalible líder), claro-añadió pensativo.”(opus cit pág 60).
La importancia de la neolengua en el manejo de la población, de las gentes del común podríamos decir, es tal que el interlocutor le habla del futuro a Winston en los términos de que : “Alguna vez te has parado a pensar que, en el año 2050, como muy tarde, no quedará con vida una sola persona capaz de entender una conversación como la que estamos teniendo ahora?” (opus cit pág. 61).
No hemos llegado al 2050 aún, pero estamos mucho más cerca de esa fecha imaginaria que proyectó el autor setenta años hacia atrás, sumergidos en medio de un universo cultural que no sólo acentúa, en medio de la más feliz inconsciencia, estas tendencias totalitarias y otras que nos conducen a la mayor de las estulticias, ahora la ignorancia y hasta la grosería se han convertido en sendas virtudes, aunque no nos hayamos percatado de ello.
El antiguo combatiente en las filas revolucionarias del POUM, en el Frente de Aragón, durante algunos meses, poco después del inicio de la Guerra Civil Española, sobreviviendo a las asechanzas del fascismo y del estalinismo, un episodio del que nos dejó su testimonial HOMENAJE A CATALUÑA, esboza en su 1984, ese mítico año de 2050, en términos de los alcances que tendría para entonces la neolengua para el conjunto social, veamos “En 2050, probablemente antes, la viejalengua habrá desaparecido. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron…existirán únicamente en versiones en nuevalengua, no solo convertidas en algo diferente sino transformadas en algo opuesto a lo que eran antes. Incluso la literatura del Partido cambiará. Y los eslóganes. ¿cómo vas a decir “La libertad es la esclavitud” si el concepto de libertad ha dejado de existir? El pensamiento será totalmente distinto, De hecho, no existirá pensamiento tal como lo entendemos hoy. La ortodoxia equivale a no pensar, a no tener necesidad de pensar. La ortodoxia es la inconsciencia.“ (opus cit. p.p. 61 62).
(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.
Veamos algunos párrafos del texto de la novela 1984, en su lengua original, los que nos permitirán apreciar las sutilezas de las traducciones, sobre todo en estos temas orwellianos, por así decirlo: “¨The eleventh Edition is the definitive edition,?’ he said ‘ we’re getting the language into in final shape-the shape it’ s going to have when nobody speaks anything else. When we’ ve finished with it, people like you will have to learn it all over again. You think, I dare said, that our chief job is inventing new words. But not a bit of it ! We’ re destroying words-scores of them, hundred of them, every day. We’re cutting the language down to the bone. The Eleventh Edition won’t contain a single word that will become obsolete before the year 2050’ … (George Orwell NINETEEN EIGHTY-FOUR Penguin Books London 1990, page 54).
« Its a beatiful thing, the destruction of words. Of course the great wastage is in the verbs and adjectives, but there are hundreds of nouns thet can be got rid of as well. It isn´t only the synonyms ; there are also the antonyms. After all, what justification is there for a word which is simply the opposite of some other word ? A words contains its opposite in itself. Take « good », for instance. If you have a word like « good », what need is there for a word like « bad » ? « Ungood » will do just as well-better, because it’s an exact opposite, which the other is not. Or again, if you want a stronger version of « good » , what sense is there in having a whole string of vague useless words like « excellent » and « splendid » and all the rest of them ? « Plusgood » covers the meaning, or « doubleplusgood » if you want something stronger still. Of course we use those forms already, but in the final version of Newspeak there’ ll be nothing else. In the end the whole notion of goodness and badnees will be covered by only six words-in reality, only one word. Don’ t you the beauty of that, Winston ? It was B.B.’s idea originally, of course, ‘ he added as an afterthought. » (ibidem).