domingo 28, abril 2024
spot_img

Soy un privilegiado

A fin de año me jubilo luego de casi treinta años de servicio en la educación superior, en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, para ser más exacto, y tres o cuatro años en la primaria y secundaria, además de algunos “camarones” como empleado o trabajador informal. Recibiré de pensión, más o menos, un sesenta por ciento de mi actual salario. De golpe y porrazo abandonaré ese estamento social conocido como “clase media” para engrosar la ancha banda de la pobreza, según el galopante nivel devaluativo de la moneda nacional y el encarecimiento del costo de la vida. Los ahorros y “pluses” salariales de más de treinta años de vida laboral y académica se irán al carajo. Tampoco sirvieron más de veinte años de estudios e investigaciones para obtener un salario digno y acorde con el esfuerzo. Los avances de la contrarreforma neoliberal te desvalorizan como profesional, funcionario público y trabajador intelectual. Pero soy un privilegiado.

 

Sí, para la oligarquía y la masa intoxicada por el discurso único de los medios desinformativos de aquella, soy un privilegiado pues recibo un “salario de lujo”. La atroz campaña de la contrarreforma ha calado tan hondo que hoy compañeros trabajadores nos destazan en público, sin comprender que, precisamente, los “privilegios” de los cuales gozamos, obedecen a años de luchas, sacrificios personales y colectivos, represiones y conquistas; no han sido regalos de nadie sino conquistas del movimiento social. Desconocen – por ello lo obvian con facilidad – que ellos mismos deben gozar también de esos “privilegios”, mismos que sus patrones les birlan al no reconocerles siquiera el salario mínimo. Dichos “privilegios”, reconocidos en castellano históricamente como derechos y garantías sociales – por los cuales hubo incluso una guerra civil – deberían ser pan de cada día para todos los trabajadores costarricenses; por eso la equiparación debe ser ascendente, no descendente, como propone y ejecuta el gran empresariado, y malinterpretan miles de incautos intoxicados. El borrado lingüístico y semántico, correlativo al de la misma historia, hace que entre nosotros, trabajadores del estado, independientes y de la empresa privada, nos veamos como enemigos, cuando en realidad el verdadero enemigo es la clase social que promueve la nueva manera de leer la legislación y la historia: quienes evaden y eluden impuestos y cargas sociales, legitiman y exportan capitales a paraísos fiscales y explotan mano de obra nacional y migrante sin contemplaciones; léase, la oligarquía nacional y sus socios transnacionales, consorcios y trusts amparados por el FMI, el BM y otras garroteras mancomunadas con los países más poderosos del planeta.

 

Pero hay otro privilegio, el verdadero: “la suerte” corrida en mi historia de vida. Aludo al hecho de cursar estudios superiores gracias a sendas becas para estudiar en Europa y realizar un posgrado en mi alma mater, la UNA. Todo ello gracias al Estado Social de Derecho, es decir, a las reformas sociales de los años cuarenta, bajo una alianza inédita en el mundo conformada por la iglesia católica, el partido comunista y parte de la rancia oligarquía cafetalera, acuerpada luego por una socialdemocracia aclimatada en el trópico centroamericano. Me explico: si mi infancia y adolescencia fuesen hoy, no podría estudiar. Mi familia era de escasos recursos con doce hijos (todos vivos afortunadamente a la hora de escribir esto) y unos padres trabajadores e incorruptibles: él comerciante, pasando por artesano, agricultor, empleado, funcionario público; ella ama de casa realizando trabajos de toda índole tales como lavado de ropa para la CCSS, entre otros, para aportar a la exigua olla doméstica. En las actuales condiciones jamás podrían haberme enviado, junto a mis otros hermanos, a la escuela pública, luego al Liceo San Carlos y, mucho menos, a la Universidad Nacional. No tendrían recursos para enviarme desde “Villa Quesada” a la meseta central a subsistir con decoro por los alrededores de la “U”. En los gloriosos años setenta pude hacerlo gracias a becas de la Municipalidad de San Carlos, de la misma universidad, la cual me ofreció, además, residencia estudiantil y servicio de comedor, y luego del Ministerio de Relaciones Exteriores a través del convenio educativo/cultural con la antigua URSS. Por eso me considero privilegiado.

 

Por cierto, la universidad que dejo es otra. A mi ingreso en ella – inicios del año 1992 – era una de las cuatro públicas del país, la cual, a pesar de haber sido creada para fortalecer los procesos de industrialización de la clase dominante nativa con una estructura vertical y cuasi militar (no existían facultades ni escuelas o departamentos, sino “divisiones”), había sido transformada en una universidad democrática, participativa y abierta a la comunidad costarricense con una misión de servicio para el fortalecimiento de la ciencia y la técnica al servicio de la economía nacional, especialmente de los sectores más desprotegidos. Esa metamorfosis se logró gracias a un inédito, combativo y lúcido movimiento estudiantil, cuyas luchas en los años 1981/82 consiguieron flexibilizar aquel cascarón empresarial/tecnocrático. Así, la institución pudo salir de la modorra colonial cartaga creando una Sede Regional en San Carlos, misma por la cual – benditas paradojas de la vida – había luchado en mis años de colegial (fui expulsado del Liceo San Carlos por organizar una marcha solicitando dicha sede para la región norte) y más tarde un Centro Académico en San José. Hoy repito, es otra; la contrarreforma la ha alcanzado y, con aliados internos, ha sufrido un proceso de descapitalización ya no solo material, sino sobre todo cultural e ideológico, sumiéndola en una institución cada vez más vertical, antiacadémica, tecnocrática y aislada del entorno y de los problemas que aquejan a las grandes mayorías. El proceso de cooptación neoliberal y de privatización ha sido intenso y su actividad académica, especialmente en términos de investigación, extensión y acción social, se ha restringido ostensiblemente. Lo peor, todo a ojos vista de una comunidad académica y un movimiento estudiantil sumidos en la anomia, el temor, la dispersión y el confort intramuros, dado que han sido objeto de ese borrado o lavado ideológico, semántico e histórico que produce una tabula rasa en cuanto a nuestras memorias e identidades.

 

La contrarreforma neoliberal desestructuró el Estado Social de Derecho, con ello la educación pública y la seguridad social, bases de nuestra otrora imperfecta pero robusta democracia. Lo grave: convenció a miles de costarricense que así debe ser, que la privatización es buena, que la ciencia, los saberes y los derechos a la salud pública y al empleo con salarios y garantías dignas como una pensión justa, no son necesarios. La masa se lo tragó. De hecho, quienes más necesitan del Estado Social de Derecho se convirtieron en sus acérrimos enemigos y en militantes contra los trabajadores públicos y los necesarios servicios de un estado que se debe a las personas. ¡Divide y vencerás! Es el mayor triunfo de la contrarreforma: convencer a humildes trabajadores, transmutados en “colaboradores”, de que sus derechos son nocivos porque obedecen a consignas de comunistas y servidores de satán. Para ello movilizaron millones de colones provenientes del mismo estado, ya no solo evadiendo o eludiendo impuestos, máxima sangría del déficit fiscal, sino sirviéndose de figuras corruptas como la deuda política, las compras estatales o la concesión de obra pública. Y siguen engordando a mediocres “profesionales”, vividores o viles predicadores devenidos en “políticos”, a medios corruptos de incomunicación masiva y empresas mal habidas que explotan mano de obra, sobre todo migrante.

 

Pero los privilegiados somos nosotros, no ellos, nuevos ricos que arrasaron con impunidad uno de los proyectos sociopolíticos más innovadores y eficaces de América Latina y del mundo, construido, como se ha indicado, gracias a un inédito contrato social. ¿Imperfecto?, claro que sí, como toda obra humana, pero perfectible y renovable de acuerdo a los tiempos que corren sin tanto sacrificio social; las bases del estado, a pesar de la galopante corrupción y de la pérdida de soberanía, todavía lucían estables para soportar cambios a favor de las grandes mayorías sin graves convulsiones. Pero la gula de una oligarquía insaciable no lo ha permitido. Lo dicho y lo deplorable: con la venia de una masa domesticada, según aserto de uno de los artífices de la erección de un estado socialista exitoso en medio de dictaduras y de países en cruentas guerras intestinas y bajo la constante amenaza del imperio del norte. Ese enroque ideológico y semántico produce grotescas caricaturas propagandistas afirmando, por ejemplo, que los últimos gobiernos neoliberales son conducidos por socialistas o comunistas. “Miente, miente, miente… que algo queda”.

 

(*) Adriano Corrales Arias es Escritor.

Noticias de Interés

7 COMENTARIOS

  1. Es bueno desahogarse.Comprendo sus aflicciones.El mundo ha cambiado tanto que aquellos que no evolucionan se van por el colador de la economia. Usted como hombre privilegiado y estudioso sabe que asi son las cosas.Donde se equivoca es que la causa de la devaluacion y perdida del poder adquisitivo de su pension se da precisamente por el tamaño del estado y sus gastos. Ese socialismo tan interesante y complejo que hemos vivido cuesta un platal y es mucho mas alla de lo que nuestro pais produce, y en algun momento habia o hay que pagar lo adeudado. El problema es que antes la pateabamos hacia adelante sin problemas hasta que nos ha llegado la hora de enfrentar su inmensidad.Asi como usted ve su pension disminuirse, asi tambien el capital y bonos del IVM, o bien los ahorros de cualquier privado, que al igual que usted buscan como defenderse de la inflacion y la devaluacion.La mas sencilla solucion ,pasarse a los dolares del imperio, e invertir fuera de Costa Rica y lejos de las garras del ministerio de Hacienda. Es lo normal,lo que hace cualquier ciudadano, mas si es educado y privilegiado que entiende y sabe de economia.

  2. La fiesta se acabó, ya el Estado no tiene de dónde sacar más plata para regalar, lo triste de esto es que le va a tocar pagar a los que nunca disfrutaron de esos privilegios, el darle cuidados paliativos al Estado.
    Usted tiene «la dicha» de tener una pensión, un 60%, pero algo pellizco!, yo ya me di a la idea de que no ve va a tocar nada de pensión, que «estoy por mi cuenta», a pesar de que entre la caja, «pensión», e impuestos me quitan aproximadamente el 50% de mi ingreso, y a cambio recibo abusos de parte del Estado, y menos que el mínimo en infraestructura, servicios, salud, etc.
    No hay plata, y esto es gracias a ese montón de irresponsables y sus «conquistas sociales», los que nadie despide por más mal que ejerzan sus funciones, yo conozco la función pública y sé que esto es muy común, no son todos, pero si demasiados como para undir al Estado, como ya lo está.

  3. El simple hecho de decir eso de que la “fiesta” se acabó y el estado no tiene más plata cuando alguien se refiere, por ejemplo, al saqueo sistemático de que han venido siendo objeto los regímenes de pensiones, los programas sociales y las instituciones públicas por parte de los políticos de oficio que durante las últimas décadas han venido desmantelando la Segunda República, y el estado social de derecho, pilares de la vieja socialdemocracia costarricense, es algo que constituye no sólo un acto cínico per se, sino también la consagración de un régimen deshumanizado, cínico y mentiroso. Lo peor de todo, es que tales afirmaciones son omisas en cuanto a señalar a ¿quienes son los que de verdad han venido saqueado las arcas públicas de este país? Y ¿cuál ha sido su modus operandi? Hoy están de moda y al uso corriente los odios más increíbles e irracionales, todo a la manera del universo totalitario del Londres de 1984, ese que George Orwell imaginó y delineó a mediados del siglo anterior como una especie de profecía maldita, la que vino a materializarse en este cambio de siglo. Son los tiempos del odio a la Costa Rica que crearon José Figueres Ferrer y Daniel Oduber Quirós, la que nos dio oportunidades a muchos costarricenses de la generación del Baby Boom, la de los que nacimos al concluir la Segunda Guerra Mundial. Hoy lo restos descompuestos de lo que fuera aquel PLN se unen al coro de los que odian su utopía originaria para abrazar la distopia de la insolidaridad social y el sálvese quien pueda. Ya no es sólo el odio a un “comunismo” que nunca existió sino también a aquella socialdemocracia criolla, aquella que le dio solución de continuidad la Reforma Social de los años cuarenta, con razón Daniel Oduber Quirós(de grata memoria) no soportaba a los mediocres y a los infiltrados que ya se preparaban para destruir ese partido…la plaga del PAC y otros amarillos diz que de izquierda se encargaron, en este cambio de siglo, de machacar los clavos del ataúd en la hora final de la Costa Rica democrática y social para darle lugar al falso liberalismo, a los monopolios privados de Riteve, Meco, APM y otros, todo en nombre de un libre mercado que no existe..que siga la robadera, la fiesta fue ellos y nosotros la tenemos que pagar.

  4. Que bueno, lo que no entiendo es que elegieron un presidente que no quieren y las provincias (Puntarenas, Guanacaste y Limon) con mayoria por no decir todos los cantones en pobreza extrema, por falta de empleo,la infraestructura publica brilla por su ausencia, cero oportunidades conllevando a caminos desviados a nuestra juventud, van a votar por PLN segun estipulan las encuestas.
    No se acuerdan de los Mordizcos a los tendones que les pegaron los lobos Arias para destruir y privatizar la CCSS y otras instituciones que son bases fundamentales de nuestra social-democracia.

  5. En infraestructura estamos pésimo, en salud también, con listas de espera interminables; en seguridad se puede decir que no existe, usted llama a la delegación de policía local y nunca contestan, llama al 911 y duran un montón en contestar, si es que contestan, y las fuerza pública nunca se presenta; en justicia estamos pésimos también, cualquier caso lleva una enternidad en resolverse (si es que se resuelve), y tienen más detechos los agresores que las víctimas; en educación es el peor de todos, recibimos inglés desde que estábamos en kinder hasta salir del colegio y con costos salimos sabiendo como saludar en inglés, lo mismo con las demás materias, y de esto prueba es los exámenes de admisión de las universidades públicas y su bajo desempeño; y los altos impuestos están a la orden del día, un Estado gigante que no sabe hacer nada bien… Porqué mejor no matamos la vaca?, lo único que hace es engordar y no le produce a nadie!.
    Con el Estado en su forma actual, prefiero educar mis hijos en casa, comprarme un arma y defenderme al estilo del viejo Oeste, y pagar medicina privada, me saldría más barato, y hacerme cargo de mi pensión.
    Se rompió el contrato social, el Estado y sus vacas sagradas lo incumplieron.

    • Es una actitud masoquista refocilarse en la catástrofe en que nos tienen sumergidos los que han saqueado este país: los evasores y elusores fiscales, esos que estafaron a otros en negociados públicos y privados como en el caso de ALDESA, esos que han venido saqueando el fondo de pensiones de IVM de la Caja del Seguro Social y que lo están dejando casi sin pensión alguna, que saquearon entre 1958 y 1992 el fondo de pensiones de reparto del magisterio nacional y que ahora van por el de capitalización de JUPEMA, el del Poder Judicial y otros son una maffia abyecta. Razón tiene mi amigo Adriano Corrales, un excelente académico y mejor ciudadano, de denunciar la estafa de que ha sido objeto en su artículo. La dictadura en democracia de los Arias, Laura Chinchilla y los del PAC es algo que apesta.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias