lunes 29, abril 2024
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Endecha. De ratones y libros. (Of mice and books)

Viajes por mi biblioteca, 50

Sin saberlo, he venido escribiendo estos heterogéneos ratones como una anticipada, minuciosa despedida de mi amada biblioteca, que me acompañó desde la adolescencia hasta el cabal cumplimiento de mis primeros noventa años de vida. La gran mayoría de los libros ha dejado mi casa y se encuentra ahora en la Biblioteca “Arturo Agüero Chaves” de la Sede Regional de Occidente, UCR. ¡Qué cambio dramático para mis pobres libros acostumbrados a servir a un solo dueño, en una especie de susurro íntimo y personal que duraba por tantos años, y que ellos ingenuamente pensaban era para siempre! (“¡Como si yo fuera la Primavera: no soy tanto!”, poetizaba Nicolás y cantaba Pablo).

Ahora, por un extraño azar, estarán en la Casa de don Arturo Agüero, quizás como un pago diferido por aquel primer latín que me enseñó el querido Maestro, cuando en los años cincuentas del Siglo pasado profesaba en la vieja Facultad de Filosofía y Letras del Barrio González Lahmann, junto a don Enrique Macaya, don Abelardo Bonilla, don Teodoro Olarte y el General Volio. Y estarán a la disposición de generaciones innumerables de estudiantes y profesores, en una de las principales Sedes de nuestra querida Universitas Magistrorum et Scholarium: destino final, definitivo y a fin de cuentas, destino feliz para la gran mayoría de tantos libros que un día adquirí con la curiosidad y la ilusión de leerlos, releerlos,  discutirlos; pero que eran demasiados para el tiempo de una sola vida: mis más de setenta años de asidua y sostenida lectura alcanzaron para cubrir sólo una porción, más bien modesta.

Hoja de un manuscrito que contiene el texto: «Vita brevis, ars vero longa». La ilustración miniada muestra a un maestro en la cátedra exponiendo los aforismos de Hipócrates.

Y ¿para qué tener toda esa tromba de libros? ¿Fue vanidoso, pretencioso de mi parte, o derechamente insensato querer leerlo todo, aunque intuía, más que sabía, que ‘ars longa, vita brevis’ como sentenciaban los latinos? Claramente sí: mi diuturno esfuerzo estaba y está impregnado de vanagloria. Pero mezclada con el narcisismo y la prepotencia juveniles y ‘maduriles’ (Rabinovich dixit) estaba la aspiración temprana, incolmable, de conocer y comprender, a través de los libros,  lo esencial de la Naturaleza, la Humanidad y la Justicia; aspiración que batalló confusamente en mi adolescencia y más allá con los malos hábitos, las pésimas influencias y los prejuicios ególatras y machistas; y se ha reafirmado y en cierta medida depurado lentamente con el paso de los años, ante la inequívoca provocación de una sociedad humana injusta y violenta que sostiene, a sabiendas, una minoría colmada de privilegios.

Por lo demás, día con día aprendí que  estaba solo en el inmenso Cosmos, y que mi existencia terminaría al igual que la de cualquier viviente: el Bachiller Osejo, Pelé, el Papa Wojtila o la más humilde de las bestias. Me conformé con la fatalidad de ver desaparecer abuelos y tíos; a mis padres Iván y Alicia, a mi hermano José María, a mi sobrina Ileana y a mi yerno Patricio; a mis amigos de juventud Walter Guier y José Luis López; a mis recordados maestros y guías Fernando Baudrit, Santiago Sentís Melendo, Ulises Odio, Salvatore Satta, Gian Antonio Micheli, Orestano, Jarach, don Manuel Mora Valverde, Feliciano Serrao; a mis compañeros de generación Eduardo Ortiz Ortiz, Octavio Torrealba, Nicola Picardi, Chico Morelli, Luis Díez Picazo, Arnaldo Córdova; a mis alumnos Gastón Certad, Bernardo van der Laat, Francisco Castillo, Román Solís; a mi primo Rodrigo Madrigal, que era más que un hermano; a Federico, mi amado hijo mayor.

Ahora sé que la conservación indefinida de la vida de la persona sería posible en un futuro no lejano si lográramos preservar por un tiempo la vida y las actuales condiciones de progreso de la Humanidad, pero a esto pone obstáculos formidables un Capitalismo voraz e irracional con su inmenso poder destructivo.

Al igual que el alpinista justifica sus esfuerzos y penalidades para subir la montaña en el mero hecho de que la montaña ¡está ahí!, creo que toda persona que haya experimentado la injusticia en las relaciones sociales sabe, en el fondo de su conciencia, que no puede aceptarla, que debe hacer algo para remediarla; y al igual que el alpinista, sabe que, mientras la injusticia ¡esté ahí!, debe prepararse lo mejor posible para luchar contra ella.

Al presente, estimo que los muchos años no son excusa para cesar en mis esfuerzos cotidianos por aprender más y comprender más, para servir mejor a la causa de la justicia. Y ante la cuestión “Socialislmo/Capitalismo” que ha dividido al Mundo en los dos últimos siglos, mantengo con plena convicción la divisa del escritor José Saramago:

“…no debemos aceptar que la justa acusación y la justa denuncia de los innumerables errores y crímenes cometidos en nombre del socialismo nos intimiden: nuestra elección no tiene por qué ser hecha entre socialismos que fueron pervertidos y capitalismos perversos de origen, sino entre la humanidad que el socialismo puede ser y la inhumanidad que el capitalismo siempre ha sido… “            

            (Cuadernos de Lanzarote, tomo I, pág. 271)

Y nada más.

En Naranjo, el 6 de enero de 2023

(*) Walter Antillon Montealegre es Abogado y Catedrático Emérito de la Universidad de Costa Rica.

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1 COMENTARIO

  1. Hola don Walter. Felicidades por llegar a los 90 y gracias por la donación a nuestra querida UCR.

    Siendo una persona en la segunda mitad de los 30, con grandes preguntas existenciales y que encuentra gran consuelo en la lectura, resulta muy interesante escuchar lo que usted tiene que decir.

    Muchas gracias y un saludo!

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