San José, 13 abr (DW).- Alemania emitió una alerta por la presencia de clorotalonil, un pesticida cancerígeno, en melones costarricenses. ¿Cuál es la situación legal en Costa Rica al respecto y quién termina consumiendo esta fruta contaminada?
Las autoridades sanitarias de Alemania encontraron recientemente en un cargamento de melones costarricenses residuos del pesticida clorotalonil, que es considerado cancerígeno en la Unión Europea (UE). La proporción del agroquímico hallada en la fruta, que ingresó a Europa por los Países Bajos, fue de 0,08 mg/kg, mientras que la cantidad permitida en la UE equivale a 0.01 mg/kg. Es decir, este superaba siete veces el límite establecido.
El clorotalonil es un pesticida y fungicida utilizado para proteger los cultivos de hongos y otras enfermedades, y se usa en cultivos de frutas, verduras y cereales. Sin embargo, su uso fue prohibido por la Comisión Europea (UE) en abril de 2020 tras ser revisado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y comprobarse sus efectos dañinos sobre diversos animales, desde anfibios hasta abejas.
Sin control estatal
En el país centroamericano no existen normativas que generen controles rigurosos para el uso del pesticida y habría una gran resistencia del sector agroindustrial a abandonar esa práctica. «El caso del melón se ha hecho conocido ahora, pero esto pasa todos los días en Costa Rica. También hemos tenido problemas, por ejemplo, con el bromacil en la piña”, dice en entrevista con DW la activista ambientalista costarricense Paola Vega. Uno de los mayores problemas en el país, cree, es el uso de agroquímicos y plaguicidas en el sector agroindustrial, que sería cercano al Gobierno de Rodrigo Chaves Robles.
Además, agrega, existe un fuerte lobby del sector agroindustrial para mantener un régimen «bastante perverso”: «Esto se debe en primer lugar a que los agroquímicos y plaguicidas están exentos de impuestos. En las últimas décadas, Costa Rica ha apostado por un modelo de monocultivo que está generando problemas ambientales gravísimos, pero también problemas en la salud pública”, alerta Vega.
Sin embargo, el pesticida está en el ojo de la tormenta no solo por contaminar las cosechas. Desde hace tiempo muchas organizaciones vienen denunciando también la contaminación de las aguas con clorotalonil, cuyos residuos se han encontrado en acueductos rurales de la ciudad de Cartago, a 22 kilómetros de San José, la capital del país. Allí, unas 10 mil personas reciben agua potable en cisternas desde hace años.
Bajo presión del sector agroindustrial
Mauricio Álvarez, un ecologista y profesor de Geografía de la Universidad de Costa Rica, que también apoya campañas para prohibir el clorotalonil, explica en conversación con DW que en dicha zona existe una producción demasiado intensa de vegetales y hortalizas: «Se está discutiendo prohibir el clorotalonil, pero no se pueden tomar cartas en el asunto porque los sectores agrícolas, como en varios países de América Latina, ponen mucha presión y finalmente no se toman decisiones”, lamenta el académico.
Por su parte, la activista Vega hace hincapié en que la ciencia está tan avanzada que hoy en día se pueden conseguir otros productos con otra estructura molecular a precios incluso más bajos. «Moléculas que han demostrado ser más amigables con la salud pública y el medioambiente», sostiene.
Según un reciente estudio de Naciones Unidas, que comparó a todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Costa Rica consumía en promedio ocho veces más plaguicidas por hectárea. «Ese dato es alarmante, pero también existe otro que calcula que el país invierte, por lo menos, cerca de nueve millones de dólares al año en tratar incapacidades asociadas al consumo de plaguicidas o al contacto con este”, comenta la ambientalista Vega.
¿Quién termina consumiendo los frutos contaminados?
Al final, los frutos, como el melón, en Costa Rica tienen que cumplir reglas para poder ser exportados, pero el consumidor local es el que se ve más afectado. «Es una tarea un poco hipócrita porque el consumo local no tiene control. Estudios han comenzado a señalar el crecimiento del cáncer gástrico en Costa Rica, que hoy es la primera causa de muerte. Pero no está afectando solamente al consumidor, sino muchísimo más al trabajador agrícola, que está expuesto a estas sustancias sin protección. En piñas, en melón o en hortalizas estamos teniendo el mismo problema”, afirma Vega.
Cuando se detectan productos que no cumplen con el estándar del mercado europeo o estadounidense, cuenta el ecologista Álvarez, «se inunda el mercado nacional o se reexportar a otros países con menos regulaciones, como los países latinoamericanos”. Por otro lado, la activista Vega insiste en que, a mediano plazo, las tierras que ya han sido usadas en Costa Rica para monocultivo por décadas, van a quedar inservibles; y habrá un problema de producción interna y de seguridad alimentaria.
«De hecho, en Costa Rica somos realmente un basurero de productos prohibidos en Europa”, subraya el experto Álvarez. Y lamenta que la UE siga teniendo un doble estándar: «Las plantas que producen agroquímicos están en muchos casos en Europa, que termina importando productos, como el melón, contaminados con sus productos prohibidos”.