San José, 17 sep (ODI/UCR).- Buenas, muchacho. Disculpe, es que yo no soy de Ciudad Quesada… ¿usted sabe dónde queda la pulpería Doña Anita?
Sí señora, con gusto le digo. ¿Ve aquel palo de guayaba? No el de la izquierda, ese es de naranja. El de la derecha. Bueno, de ahí sigue 200 metros más hacia el este. Ahí se va a topar con la casa del antiguo higuerón…
¡Papito!, pero es que yo no soy de acá, ni siquiera soy tica… ¿Cuál antiguo higuerón?
Bueno, vea, no se preocupe, Esa casa está frente a una propiedad que tiene un gran jardín donde hay un montón de rosas. Esa casa que le digo es de color verde claro, de dos pisos, con portón café, de metal. De ahí, dobla a la derecha y, a la vueltita, como a los 50 metros, está la pulpería de doña Anita.
Ay joven, bueno voy a ver si llego, ojalá que sí… muchas gracias.
De seguro usted ha escuchado este diálogo en algún momento de su vida, o incluso, ha sido protagonista de esta conversación, que cada vez es más escasa por el efecto que han tenido los sistemas de georreferencialidad por satélite (más conocidos como GPS) que existen en los teléfonos celulares inteligentes.
Desde hace mucho tiempo existe la idea en buena parte de la sociedad de que esta forma de ubicarnos o de dar direcciones es “arcaica”, pasada de moda o ineficiente. Y, sin embargo, es la que sigue utilizando la gran mayoría de la población para dar la dirección de su casa. De hecho, está tan presente en nuestra historia, cultura y presente que, sin sonar descabellado, podría ser perfectamente un símbolo nacional más.
La numeración para las calles y avenidas en las que se organizan las ciudades en Costa Rica han pasado desadvertidas para la mayoría de la población.
Incluso, el fallecido Fidel Gamboa, cantautor del grupo nacional Malpaís, lo cantaba en la canción Rosa de un día: “es la ciudad donde no hay direcciones, pero total todos saben llegar”. Pero una investigación de la tesis doctoral de la lingüista y analista de la conversación, Alexa Bolaños Carpio, docente de la sección de Estudios Generales en la Sede del Atlántico, contradice a Fidel: sí hay direcciones, solo que no son las convencionales que se utilizan en otros países del mundo… pero no por eso son menos útiles.
Bolaños afirma que la manera costarricense de ubicar lugares debe revalorizarse como una forma de diferenciarnos culturalmente de la norma mundial; más aún, ante un mundo globalizado que pretende que todas las culturas respondan a estándares de vida similares.
Tres pasos para llegar a cualquier lugar en Costa Rica
De acuerdo con la investigación, sin saberlo o sin estar conscientes, la mayoría de costarricenses que hemos dado direcciones “a la tica” usamos un sistema que toma en cuenta tres aspectos: el conocimiento geográfico general del país, los puntos de referencia o anclajes y otras señas de fácil identificación.
El primer paso es el más general: se da la dirección por provincia, cantón, distrito o barrio. Esto aplica con mayor razón si la persona que busca un lugar es extranjera y no sabe nada del país.
Una vez aprehendido el espacio que se busca, se pasa a la segunda etapa: los puntos de referencia. Estos son los lugares de “anclaje” que sirven para posicionarse porque son fáciles de reconocer y además son identificados por la mayor parte de la población de esa localidad. En general, estos lugares son signos culturales para quienes habitan la localidad. A partir de ahí, a la persona se le dice cuánta distancia debe moverse y hacia dónde, muchas veces usando los puntos cardinales.
Las escuelas y las iglesias son dos ejemplos de «puntos de anclaje», lugares con significado para la población de una comunidad. Son sitios de partida para llegar a otro lugar, por medio de las distancias y de los puntos cardinales.
Finalmente, viene la parte de “otras señas”, es decir, cualquier característica destacable del lugar de destino, o sus alrededores: colores, materiales, tamaños y hasta la flora y la fauna (matas, palos, perros, vacas, etc.) son útiles para decir “aquí es”.
Según la investigadora, la importancia de los lugares como sitios de referencia ha sido estudiada desde la antropología (para entender el sentido que tienen los lugares para una población), la geografía (para entender la ubicación de las diferentes zonas o territorios) y desde la propia cultura material, que indica que los objetos y los lugares están llenos de identidad para quienes habitan un lugar.
En la variedad está el gusto
Antes de analizar este tema en Costa Rica, Bolaños estaba realizando su tesis doctoral en Estados Unidos sobre las formas de georreferencialidad de ese país para el sistema de emergencias 911. Fue ahí cuando cayó en la cuenta de que nuestro proceso era muy diferente.
Entonces, decidió “tropicalizar” el tema y buscó más información. Logró dar con estudios en Brasil y Sudáfrica donde se utilizan también puntos de referencia y descripciones visuales, respectivamente, para llamadas de emergencia, pero no ambos al mismo tiempo, como el método nacional.
Según el estudio, Costa Rica es el único país en el mundo donde hay investigaciones que demuestren la aplicación tanto de los puntos de referencia como de las descripciones visuales para encontrar un destino.
Para desarrollar su tesis y con fines de investigación, Bolaños acordó con el sistema de emergencias nacional el uso confidencial de las direcciones de estas llamadas durante un año. Finalmente, utilizó 215 audios para saber el tipo de dirección que se empleó durante la llamada. Fue ahí cuando nació el proyecto Puntos de referencia en la formulación de direcciones: El caso del sistema de emergencias 9-1-1, el cual determinó que la población nacional usaba los tres pasos ya descritos de forma sistemática para dar la ubicación de su casa o sitio donde se encontraba o al que quería llegar su interlocutor.
Ella recordó que cuando ha presentado estudios similares en otros países, siempre hay gente que levanta la mano para decir que “en su pueblo se usa algo similar”, aunque no hay teoría que respalde que esta sea una práctica nacional. Así es como se dio cuenta que personas de Catar, Bolivia y Bangladesh usan una forma similar a la costarricense para dar direcciones en sus comunidades, aunque no se puede generalizar a toda la población.
Por eso, la investigadora llama a valorar nuestro sistema de georreferencialidad como una expresión cultural muy costarricense y no solo como un remanente de la colonia o de la vida campesina del país.
El GPS: “una posible amenaza” a las direcciones a la tica
El plano cartesiano marcó la pauta para ordenar a todas las ciudades coloniales del antiguo imperio español. Pero en Costa Rica este nunca caló entre sus habitantes como método de ubicarse ni de dar direcciones. Eso de “calles y avenidas” quedó en algunos libros de texto de Estudios Sociales, en los rótulos perdidos de algunas ciudades, pero no trascendió en el imaginario nacional.
En términos generales, a la población tica o no le gusta o le cuesta utilizar este sistema. Pero otro, completamente del siglo XXI, sí podría eliminar en el futuro la forma tradicional costarricense de dar direcciones: se trata del Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), el cual está presente en cualquier celular inteligente en aplicaciones como Waze o Google Maps y que ayuda a cualquier ser humano a trasladarse de un lugar a otro, ya sea a pie, en transporte público, en vehículo propio, o hasta en barco y avión.
Pese al auge de los sistemas satelitales de georreferencia, aún la población sigue utilizando las direcciones «a la tica» para ubicarse o ayudar a alguien a llegar a un sitio y es difícil saber si este llegará a desaparecer algún día.
Desde que estas aplicaciones ingresaron al país, ya no es tan frecuente que la gente pida y dé direcciones. Bolaños admite que aún no ha investigado este fenómeno, pero que desde un punto de vista práctico considera que todavía el mundo digital no reemplaza la forma tradicional de ubicarse, sobre todo si el lugar al que se dirige una persona no es muy conocido.
La investigadora recordó que los cambios culturales son lentos y que es probable que pase toda una generación para que el sistema de GPS u otro más avanzado deje atrás al parque, la iglesia, la escuela, el estadio o el súper, los metros que hay que andar y los detalles de la casa o el edificio que una persona pueda buscar en el futuro.
(*) Pablo Mora Vargas, Periodista UCR
¡¡ Interesante, un costarriqueñismo. !! «Siga recto hasta chocar con cerca» : La dirección que me daban de la Coca Cola (mercado y terminal de buses ) cuando me vine de mi pueblo a iniciar estudios universitarios.- «chico, ¿ dónde esta la plaza ? Siga esta calle y alli la ve. Y ahora hasta suena simpático.!! Gracias por el estudio y la columna, me gusto.