viernes 17, mayo 2024
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Arqueólogos hallan fardos funerarios y bastones preincaicos en oeste de Perú

Lima, 28 nov (Sputnik).- Un grupo de arqueólogos halló en un santuario preincaico 73 fardos funerarios intactos, algunos con máscaras de madera talladas, y bastones con imágenes de dignatarios del imperio Wari (600-1100 d.C.), según el sitio digital especializado archeowiesci.pl, de la Facultad de Arqueología de la Universidad de Varsovia (Polonia).

«Se destacan los enterramientos de individuos de ambos sexos con máscaras de madera y cerámica sobre las llamadas «falsas cabezas». El descubrimiento fue hecho por un equipo de arqueólogos de la Pontificia Universidad Católica del Perú», explicaron los científicos a la publicación.

El santuario Pachacamac, un centro religioso que vivió su apogeo durante el período Horizonte Medio, se ubica en el valle de Lurín (oeste), donde en las márgenes del río se asentaron hace 3.000 años una serie de pueblos antiguos.

El lugar del hallazgo es un extenso complejo de cementerios de diferentes períodos al pie del Templo Pintado, bajo un muro construido en época inca y que colapsó tiempo después protegiendo las tumbas.

Además de los 73 fardos, el equipo liderado por el profesor Krzysztof Makowski también halló dos bastones de madera con la figura de dos dignatarios usando tocados de la cultura tiahuanaco, una de las civilizaciones andinas más antiguas, en la cabeza.

Esta civilización desapareció de su lugar de origen, el lago Titicaca, pero su cultura fue heredada siglos después por los incas.

Los bastones fueron hallados en un área a poca distancia del cementerio, como una ofrenda cubierta por una capa de fragmentos de concha marina tropical Spondylus princeps, un molusco sagrado que los incas llamaban «oro rojo», importada de Ecuador.

Los cementerios habían sido descubiertos a fines del siglo XIX por el arqueólogo alemán Max Uhle, quien atribuyó el lugar de veneración a la deidad Pacha Kamaq (Pachakamak, en quechua), que significa «el que da vida a la tierra».

Según el equipo, el cementerio descubierto bajo el muro no tiene las características de una necrópolis de la élite, sino que se compara con el sitio de Ancón, donde se enterraba a pescadores.

«En los Andes prehispánicos, nadie moría. Todos estaban predestinados a continuar viviendo en el mundo paralelo de los ancestros (hurin pacha)», explicó Makowski.

Para ello, los familiares de los fallecidos debían cumplir con los ritos para con el cuerpo, añadió.

Hasta el momento, las investigaciones del equipo, integrado también por los arqueólogos Cynthia Vargas, Doménico Villavicencio y Ana Fernández, no coinciden con la hipótesis de que el sitio fuera solo un santuario religioso.

Según el equipo, se convirtió en uno de los tres templos más importantes de los Andes centrales solo después de su incorporación al imperio Inca, pero durante el período wari no fue un lugar masivo.

Durante la expansión del imperio Wari, el lugar era más un asentamiento con una plataforma ceremonial, que se encuentra bajo piedra rústica y terraplenes del Templo Pintado del período inca, que un lugar de devoción, afirmaron los científicos. (Sputnik)

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