domingo 28, abril 2024
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La senda secreta del pensamiento

Me pude encontrar en mi madurez, con autores tan diversos acerca del misterio del cerebro, que me han cautivado. Los últimos veinte años han sido cruciales para comenzar el descubrimiento de la mente humana. Muy lejos está Charcot cuando en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière, dictaba sus lecciones de neurología a Freud y otros.

Freud se iría errabundo por los confines metafísicos del pensamiento humano, posiblemente ese abismo entre psiquiatría y neurología era insalvable. No hay que culpar a Freud, aunque nunca logré asimilar sus puntos de vista: demasiado sexual a mi gusto. La neurología continuó un camino más firme sobre el origen orgánico de los trastornos mentales. Solo que el divorcio entre ambas, ha continuado hasta nuestros días (y es muy racional).

El padre de la neurología fue Charcot, a quien conocía solamente a través de las patologías neurológicas en mi especialidad ortopédica. Respecto a la psiquiatría, siempre la consideré tan impenetrable como la teología.

Mi práctica médica fue mayoritariamente clínica, porque la “imagenología” médica apenas comenzaba, no obstante la enseñanza clínica se ha deteriorado mucho, porque se ha dado una importancia exagerada a las imágenes, dejando de lado mucho del conocimiento clínico de dos siglos.

Haré un breve comentario coloquial, para aclarar ideas: desde hace más de cuatro décadas, estudio la homeopatía, (no viene al caso preguntarse si es una seudociencia o es experimental), he leído y releído síntomas tan “extraños o estrafalarios”, que podrían etiquetarse de locura; no obstante ahí están y muchos los he escuchado y los he visto curados. Fui muy ecléctico en mi formación médica y en humanidades, en todo he sido ecléctico y he conseguido conocer cosas que de otro modo no hubiera logrado. Nunca he rechazado nada “ad portas”, sin demostrar su utilidad o no; utilizaré la frase del San Pablo: “probadlo todo y quedaos con lo bueno”. Pues es lo que he hecho, nunca he tratado una enfermedad con algo que no conozco, o he puesto en riesgo a nadie a expensas de mi curiosidad: fui educado con una “deontología médica estricta”.

Regresemos a lo ignotos senderos del pensamiento y a los no menos complejos sitios donde se forma: el cerebro.

Las imágenes médicas: radiología, tomografía y resonancia magnética, han aportado muchísimo al avance de la neurología/neurocirugía, hemos avanzado mucho en el conocimiento de las enfermedades en general aunque la terapéutica no ha ido desgraciadamente tan adelantada.

Hace un siglo, en plena Pandemia de la “gripe española”, se presentó una enfermedad muy grave casi paralelamente: la encefalitis letárgica conocida como enfermedad del sueño, no se determinó la causa, apareció cerca del 1919 para desaparecer así como llegó en 1926. Grosso modo su cuadro era mayormente letal, los que sobrevivieron quedaron en muy elevado número en un cuadro de “catatonia”, muchos vivieron cuarenta años en instituciones para incurables o en hospitales psiquiátricos. En New York hace su aparición en 1967, el doctor Oliver Sacks, a la sazón un joven neurólogo, quien empezó a compenetrarse en esas mentes deterioradas por la enfermedad y el aislamiento. Comenzó la experimentación con LDopa, un medicamento experimental para la enfermedad de Párkinson, sus resultados fueron asombrosos en la postencefalitis letárgica, pacientes con varias décadas de no hablar ni poder movilizarse, comenzaron a regresar a la vida normal.

Este doctor Sacks se dedicó de lleno a la investigación y logró hallazgos paralelos que han dado un enorme empujón al desarrollo de la neurología. Gran divulgador científico, escribió muchos libros de interés general pero de temas médicos.

Pienso que sus libros deberían ser de lectura obligatoria en las escuelas de medicina y enfermería.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes, es médico.

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