domingo 5, mayo 2024
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Go-karts en las Fosas del Panteón – (¡cuento!)

Mercurio es el sitio preferido en el Sistema Solar, para practicar deportes extremos, como las carreras de go-karts a campo traviesa. Imagine un escenario similar al de las películas Mad Max, en un ambiente muchísimo más rudo, pero sin violencia. Todos los karts son monoplazas y es requisito que los pilotos sean de género femenino. Hoy hay en Mercurio solo tres habitantes (deux ex machina). Tres corredoras hospedadas en un hotel espacial de seis estrellas, que satisface todas sus necesidades, solo que es totalmente de autoservicio. Cada una debe hacer lo que necesita, aquí sólo encontrarán alimentos, provisiones, cualquier tipo de herramientas y equipo, incluyendo un robot de apoyo para cada una, pero ningún otro humano. Llegamos al Cráter Apolodoro, en el centro de las Fosas del Panteón y desde allí, en unos cuantos días (terrestres) iniciaremos la más extrema carrera de go-karts, en la que he participado. Las Fosas son un conjunto de depresiones limitadas a ambos lados por fallas normales paralelas, algunas de más de ochenta kilómetros de largo y dos kilómetros de profundidad, situadas un poco al norte del ecuador de Mercurio. Ligeramente a un lado del centro de Las Fosas está el Cráter Apolodoro, más reciente que los cañones de aquellas. Se le dio ese nombre en honor a Apolodoro de Damasco, el posible arquitecto e ingeniero del Panteón en Roma. Desde ahí saldrá la carrera y allí deberá regresar quien la gane.

Mercurio tiene la órbita más excéntrica de todos los planetas del Sistema Solar, esto y su cercanía al Sol en perihelio, hace que el “día mercuriano” (176 días terrestres) sea el doble de su año (88 días terrestres), esto es, luego de dos órbitas completas el mismo punto tiene el Sol a mediodía, de nuevo.

La fecha y hora terrestre de este momento es 10 de julio de 2028 y la hora 03:29 Tiempo Universal Coordinado. Dentro de unos días (terrestres) más, Mercurio llegará a uno de sus perihelios en el que la Planicie Caloris va a estar justamente a mediodía, con el Sol cruzando el meridiano.

Si usted estuviese en Mercurio –hoy- vería el Sol moverse lentamente, en promedio dos grados cada veinticuatro horas, muchísimo más lento que la Luna vista desde la Tierra, que recorre trece grados por día (360°/27,5 días). Las tres esperaremos la salida del Sol (orto) por el Este. Justo en ese momento, el sistema de GPS autorizará la salida del primer vehículo, e iniciará la medición del tiempo para esta piloto. El cronómetro particular de cada corredor se detendrá cada vez que entre al refugio de un cráter y vuelve a iniciar cuando salga a continuar la carrera.

El primer amanecer perihélico es normal; el Sol sale por el Este, pero muy lentamente. Cuatro días después la rapidez orbital de Mercurio iguala a la rapidez de rotación y el movimiento aparente del Sol cesa. Poquito después la rapidez orbital le gana a la rapidez de rotación; ¡el Sol parece retroceder y presenta un extraño ocaso (por el Este), ocultándose bajo el horizonte!

Finalmente, luego de otros 4 días, la rapidez de rotación se iguala y luego se vuelve mayor que la de revolución; el Sol toma su movimiento normal aparente, hacia el Oeste y provoca el segundo amanecer.

Esto lo aprendí en un curso de Fundamentos de Astronomía, que tomé una vez durante mi paso de cometa por la Universidad de Costa Rica.

En resumen, en el momento de ese extraño atardecer -invertido-, se autorizará la partida del segundo go-kart. Y cuando ocurra el segundo amanecer, la tercera y última piloto tomará su salida, que espero ser yo. Las fosas están prácticamente en penumbra, debido a lo rasante de los rayos solares de los primeros momentos del día. Para entonces el lento Sol seguirá su marcha hacia el occidente, en un perezoso amanecer mercuriano y llegará al ocaso 88 días después.

El primer reto que debemos vencer las tres corredoras es llegar en buenas condiciones a un refugio, de los que hay en cada uno de los cinco cráteres obligatorios de la carrera, al final de cada una de las fallas radiales de las Fosas del Panteón.

La carrera no tiene una pista o trayectoria definida que deba seguirse, se puede rodear las fosas siguiendo una curva irregular, en cualquier dirección, viajar por los cañones, combinar modalidades, lo que queramos, todo menos volar. Simplemente gana la corredora que realice las cinco visitas obligatorias en el menor tiempo.

Mercurio está, en promedio a 0,387 unidades astronómicas del Sol, mientras que la Tierra está a 1,0 ua, pero en perihelio la distancia Mercurio-Sol disminuye a 0,307 ua, provocando una irradiación solar diez veces mayor que en la Tierra. Como no hay atmósfera, la temperatura nocturna puede ser extremadamente baja y la diurna muy alta.  La Planicie Caloris, puede alcanzar trescientos grados Celsius, al mediodía. El viaje matutino al refugio escogido debe ser una combinación altamente eficiente de distancia-tiempo, para que la combinación óptima de -traje-astronauta-vehículo-energía-equipo-, permita llegar con vida

 (C). Carmina

Son las 06:00 en la Planicie Caloris, sale el primer go-kart, el KGV-43123. Su piloto, Carmina; da la vuelta de rigor dentro del cráter y sale por la fosa cinco. Cinco horas después, luego de un recorrido de ciento sesenta y cinco kilómetros, se dirige al albergue al final de la fosa.

Su go-kart, está hecho de Carburo de Wolframio, una sustancia muy resistente, más rígida y densa que el acero, y de alto punto de fusión (2785 °C). Tiene dos ejes, cada uno con dos pares de ruedas, las traseras de 1,0 metro de diámetro y las delanteras de 75 centímetros. Está impulsado por una turbina de jet entre las ruedas traseras. Es de doble tracción, pero el empuje básico lo proveen las ruedas traseras. Las delanteras permiten la conducción de vehículo con flexibilidad y control.

La vuelta que hizo alrededor del cráter Apolodoro luego se reportó como la más veloz de las tres, pero una vez en el cañón número cinco iniciaron las dificultades. Los primeros veinticinco kilómetros son de arena firme como si la hubiese compactado una aplanadora, pero empedrados con rocas variadas, las más grandes del tamaño de bolas de softball, entonces se debe conducir el vehículo no muy rápido, para sortear los obstáculos grandes y no dañarlo. Luego siguen ciento diez kilómetros de roca lisa, parchados por pequeños huecos llenos de arena muy fina, que refleja la luz como si fueran charcos de agua y provoca la visión de espejismos a cada momento. El tramo final es un mosaico grande de agujeros, cúmulos de arena fina y pequeñas rocas filosas.

Carmina se acercó al cráter cinco, pero cuando faltaban cuarenta y cinco metros para llegar y se miraba la puerta del refugio, la gran rueda trasera de la izquierda cayó en un hueco, justamente del mismo tamaño que ella, quedó atrapada y el go-kart viró bruscamente hacia ese lado, con las ruedas delanteras en el aire. Continuó por 35 segundos haciendo un trompo contra reloj, del que parecía no podría salir. Sin ver totalmente lo que hacía, por la micro tormenta de polvo que causaban las ruedas, Carmina frenó bruscamente, entrampando las cuatro ruedas hasta que dejaron de girar, e inmediatamente pasó toda la potencia de la turbina a la rueda trasera derecha. El kart respondió saliendo del atascadero, disparado hacia arriba como si fuera el saque de un portero de fútbol, dio tres vueltas en el aire y lanzó a Carmina hacia afuera. Esto la salvó de morir aplastada, cuando el kart cayó violentamente con las ruedas hacia arriba, aplastando la manivela. Carmina no daba ningún signo de vida, la tensión en las redes sociales ya iniciaba una avalancha de comentarios. Diez minutos después se recuperó un poco adolorida y mareada, se levantó, miró a su alrededor como para evaluar lo que había pasado, levantó sus brazos como diciendo -esto es el final de mi kart, pero yo estoy aún con vida-. Caminó hacia la puerta y la abrió, dio un paso más, la puerta se cerró automáticamente detrás de ella, otro paso y miró a su alrededor comprendiendo donde estaba, trastabilló un poco y se desplomó sobre el frio suelo. Horas después se confirmó que estaba viva y en vías de recuperación. Carmina está a la cabeza de la carrera, pero sin vehículo, aunque con la posibilidad de construir un nuevo kart, ¡hasta una motocicleta!, todo lo que necesita está allí. Esto es permitido, quien debe regresar al cráter Apolodoro es el corredor, en cualquier vehículo o caminando y portando la matrícula original con que inició la carrera.

¿Tendrá también Carmina el conocimiento y la voluntad para hacerlo?

(S). Sandra

– Quizás ya se ha dado cuenta de que yo, Sandra, soy la que estoy narrando esta historia, por eso saldré de última, para enterarme de todo y obtener un poquito de ventaja.

-Pues bien, soy del mismo pueblo que Macha y fuimos a la misma escuela, pero con 10 años de diferencia. Creo que hace muchos años que no nos vemos y ella aún no me ha reconocido; si la vuelvo a ver, se lo diré. Además de piloto de go-karts soy mecánica automotriz y trabajé en la construcción de mi propio vehículo, un híbrido sin marca, quizás -mita y mita- entre el de Carmina y el de Macha, adapté lo mejor de cada uno. -Ahora estoy esperando ese raro ocaso del Sol, para ver la salida de Macha y las primeras horas de su carrera.

(M). Macha

Su go-kart (MLV-63843) es un DeLorean_DMC-12 modificado para soportar los rigores de la carrera, la extraordinaria geología y el raro comportamiento de Caloris en perihelio. Al igual que los otros dos, casi no tiene carrocería, solo la necesaria para proteger a la piloto, el chasis es mínimo. Se impulsa con una pequeña turbina de jet de combustible sólido para cohetes, y un motor híbrido alimentado por simples baterías de litio, intercambiables con las de reserva que hay en cada uno de los cráteres. La potencia promedio es de 3,6 kilowatt, para proporcionar una velocidad máxima de ciento veinte kilómetros por hora. En su eje trasero este tiene un par de grandes ruedas de ochenta y cinco centímetros de diámetro. No son nada convencionales, son estructuras toroidales rígidas, producidas a base de carburo de silicio y cerámicas aislantes que forman una malla de 0,5 milímetros de ancho, especiales para mantener tracción y maniobrabilidad en el suelo de rocas lisas, piedras sueltas y arena de la Planicie Caloris. A la mitad del eje trasero, hay un par de esquíes retráctiles, que pueden utilizarse como deslizadores, si el terreno es apropiado, están hechos de una cerámica aislante como la usada en la panza de los trasbordadores espaciales, estructuralmente muy fuertes y flexibles.

Llega la rara puesta del Sol, suena la alarma, el DeLorean inicia a unos veinticinco kilómetros por hora y da la vuelta dentro de cráter Apolodoro. Toma una de las salidas hacia el noroeste, pero cuando parecía que viajaría por la fosa número tres, sucede algo inesperado, se sale y toma una rampa natural hacia la parte superior de una meseta y corre sin dificultad por ella a ciento diez kilómetros por hora. Es una locura, el cráter 4 está a quinientos cincuenta kilómetros, pero con su go-kart en óptimas condiciones podría lograrlo en sólo cinco horas y unos minutos. Es posible que un cuidadoso estudio de la superficie de Caloris le haya permitido a Macha tomar esa atrevida decisión. Si logra llegar en buenas condiciones estaría en una excelente posición para ganar la carrera la competencia se pone interesante.

En efecto, el Delorean parece que viaja por una lisa pista de carreras, Macha hasta podría darse el lujo de fijar el rumbo con el GPS y usar piloto automático. Se aproxima al cráter disminuyendo la velocidad de su go-kart, casi se detiene, oprime al vuelo el botón de la puerta y nos proporciona una nueva sorpresa. Rápidamente vira hacia la derecha, aumenta la velocidad y se enfila hacia el cráter 5, que por su cercanía y las señales de la carrera debe estar muy cerca. En efecto, poco después se divisa claramente al noreste. Media hora más y Macha entra rápidamente con su vehículo por la puerta del refugio, ha completado una proeza excepcional; dos cráteres y ya está dentro de la seguridad de un recinto donde podrá descansar, restituir las buenas condiciones de su go-kart y planear la estrategia para el resto de la carrera.

Bandera de cuadros

Han pasado unas ocho horas, el sol mercurial está a punto de tener su segundo amanecer.

Tomo la salida, doy la vuelta dentro del Apolodoro a cinco kilómetros por hora, saludando a mi público imaginario y luego salgo tan rápido como el motor de mi go-kart lo permite, quiero terminar esto de una vez. Visito todos los cráteres en orden inverso y entonces hago que se detenga mi cronómetro personal al entrar al refugio número 1, faltando solo el regreso a la meta

Según el reglamento de la carrera, una vez que hayan transcurrido 72 horas luego de que la última corredora ha entrado a su refugio, la carrera se puede reiniciar a gusto y riesgo de cada piloto.

Concluyen los tres días de espera obligatoria y cada corredor reinicia la carrera bajo su propia estrategia.

Carmina, ¡con una motocicleta! ya pasó por cuatro cráteres y está a diez kilómetros del quinto

Macha también visitó todos los cráteres, su go-kart se encuentra con problemas de calentamiento y viaja a baja velocidad.

Diviso a menos de un kilómetro la angosta entrada a la meta, creo que Macha también. Ninguna quiere ceder. Se puede ver como a cien metros una polvareda detrás de nosotros, indudablemente lo único que la puede causar es la motocicleta de Carmina.

La entrada a la meta es un estrecho cañón de setenta y cinco metros de largo, inclinado 45 grados hacia abajo, al final espera el mecanismo automático de la bandera de cuadros.

Conducir por él y maniobrar con seguridad puede hacerlo solo un go-kart, o a lo sumo uno pequeño y una motocicleta a su lado. Carmina viene a toda velocidad por el centro, e inteligentemente Macha y yo tomamos la delantera por la izquierda y la derecha, respectivamente, ninguna quiere ceder.

Un minuto después sucede lo que parecía inevitable, nuestros dos vehículos quedan trabados en la bajada, el de Macha un poquito adelantado. El mío da una voltereta, justamente le pasa por encima y cae de costado cinco metros adelante. Me siento adolorida, mi traje me ha salvado, logro salir de mi kart, recojo la placa y comienzo a caminar de manera lenta pero decidida. Miro hacia atrás y veo a mi competidora bajándose de su go-kart con su placa, camina muy despacio, yo voy al frente. ¡Voy a ganar!

Segundos después en realidad no sé, todo sucedió muy rápido, la motocicleta de Carmina se estrella contra el go-kart de Macha. Como resultado del impacto se zafa el patín y lo empuja directamente hacia abajo, por donde ella camina.

La astuta compañera se sube al vuelo al patín, se impulsa cuesta abajo, me rebasa y gana la carrera.

– ¡Buen trabajo, hermanita, felicitaciones! –

(*) José Alberto Villalobos Morales es asesor en Física y Astronomía.

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