Columna Poliédrica
Hay personas en este país que no han entendido, ni entenderán, el papel de los sindicatos en las democracias. Esta claro que su origen está vinculado a las relaciones entre los dueños del capital y aquellos que solo tienen la fuerza de trabajo y ya más contemporáneamente, también, el conocimiento; sin embargo, la organización de los trabajadores en sindicatos va más allá porque impactan las relaciones políticas en la sociedad y funcionan como un contrapeso más, dentro de las sociedades democráticas. Este aspecto muchos actores políticos no lo ven y tampoco valoran su importancia.
En la Costa Rica en que vivimos, desgraciadamente, el músculo político de los sindicatos ha venido a menos. La responsabilidad de que ello sea así es múltiple y comienza por los propios dirigentes sindicales que, por ejemplo, no han tenido la capacidad de renovar sus cuadros dirigenciales; en otras palabras, seguimos viendo los mismos dirigentes y estos no se han dado cuenta que no durarán para toda la vida, es decir, las organizaciones sindicales necesitan sangre joven para evitar el estancamiento y así lograr que sigan cumpliendo su propósito en las sociedades en que existen.
No cabe duda que la contrarreforma que se aprobó en la Asamblea Legislativa del período 2018-2022, ha sido nefasta para la función de contrapeso de los sindicatos. Los autores de esa ley que amordaza a los sindicatos tienen nombres propios, Carlos Ricardo Benavides y los diputados del Partido Liberación Nacional y Víctor Morales Mora y los diputados del Partido Acción Ciudadana, así como los otros diputados de los cuales no vamos a pasar lista aquí; se trata de una contrarreforma que ha dado como resultado no solo la limitación del derecho a la huelga, sino también la eliminación práctica de un actor que permitía sostener las infulas arbitrarias de varios grupos de poder de la sociedad costarricense.
Unido a la ceguera de los políticos en esta materia, está la inoperancia y la escasa altura de miras de la jurisdicción constitucional. La incapacidad que han mostrado los jueces y juezas constitucionales para entender la importancia que tienen los sindicatos en las democracias es notable, sin embargo, no es de extrañar porque los integrantes de esa jurisdicción, francamente, dejan mucho que pensar; la anterior valoración cabe para los “famosos” letrados cuya capacidad también es limitada en sentido personal y esa limitación se expresa en la incapacidad que tienen para hacer ver a sus jefes los impactos de sus resoluciones en la sociedad democrática costarricense.
La ausencia del sindicalismo en las relaciones de poder en Costa Rica, deja a los propios patronos sin un interlocutor legítimo para abogar por proyectos que beneficien a ambas partes. Y es que la relación patrono-trabajador casi siempre se observa desde la contradicción y hasta de manera antagónica; no obstante, eso no siempre es así, ya que ambas partes pueden tener intereses en común frente al Estado y respecto de otros actores políticos de la sociedad democrática. La posición del sector patronal de abogar por la desaparición del sindicalismo ha sido y es un error, ello restringe la democracia y genera una concentración de poder inconveniente para cualquier sociedad que se precie de democrata.
Finalmente, pero no menos importante, la desaparición práctica del sindicalismo solo podrá detenerse con la unión de las diferentes organizaciones sindicales. La divisiones históricas entre los dirigentes sindicales deben pasar a un segundo plano para poder luchar, al unisono, por la sobrevivencia del sindicalismo costarricense; al contrario de lo que los propios dirigentes sindicales puedan pensar y hasta lo que creen los adversarios políticos de estos, el sindicato como organización de los trabajadores, es necesario para la democracia. Su ausencia genera sociedades menos democráticas y más propensas a caer en régimenes autoritarios.
Lo anterior solo lo puede entender los verdaderos estadistas, los que tienen altura de miras y pueden ver más allá de su contexto inmediato.
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com
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Lo dije y lo reafirmo, habla mas como sindicalista que como filósofo, un jupa caliente más, los sindicatos no la peor calaña en una democracia, piensan que con huelgas y paralizando los servicios esenciales van a torcer el brazo del ejecutivo. Por dicha esa generación nefasta de comunitoides están de salida.
Conclusión de su comentario, «señor» Moncho, usted no sabe que es el sindicalismo.
Es evidente que esta persona que se hace llamar Moncho ni siquiera leyó el texto y mucho menos va a entender el concepto de contrapeso. Esto es parte del problema que tenemos en la actualidad, personas que opinan sin saber y lo peor es que hay gente que terminan creyendo y asumiendo ese tipo de opiniones.
Hoy dia mencionar Sindicato es mala palabra. Si, fueron un contrapeso y tuvieron su momento,pero al igual que los partidos tradicionales no renovaron sus cuadros y propuestas y la ciudadania los olvido.
Recien pasan las elecciones y el Frente Amplio,con jovenes diputados luchadores ,de la mejor camada que han producido y no lograron impacto alguno en las elecciones municipales.Las ideas de izquierda vienen de picada,mas cuando la economia tradicional y las empresas locales casi que en todos sus ambitos luchan por susbsistir en el pais caro.La ventana esta en las empresas norteamericanas de las zonas francas en que la juventud aspira a trabajar, y ahi hablar de sindicatos, significa perder el ansiado trabajo..
El mundo y la economia ha cambiado ,para bien o para mal si se quiere, y en ella como los periodicos,los telefonos estacionarios y tantas otras cosas,los sindicatos llevan el mismo camino. C’est la vie !
Señora Flora Otoya, pues le diré mi estimada señora, esos jóvenes del Frente Amplio, si han tenido impacto, y es mi, lo digo «unicamente» por y solo por mí. Nunca he votado por el Frente Amplio, ni en la época de Merino, al cual lo consideré en su momento, «un estadista», Estaba acaso yo, «contaminado», por lo que se decía de los partidos que «etiquetaban» de izquierda, lo descalificaba por «comunistas». Leyendo y siguiéngole «el pulso» a la política y sobre todo con «memoria histórica» en tenido conciencia de que los costarricenses solo le importamos a las clases gobernantes, como producto de consumo electoral. Oscar Arias al cual votè en las dos ocaciones, pensé que era un Estadista y solo es un supermegálomo narcisista, los hijos de los caudillos que formaron nuestra idiosincracia, resultaron unos pillos, Laura Chinchilla y su hermanito, los podemos meter en el mismo saco que a «pepillo» y al «junior», Miguel Angel Rodríguez se dibujó solo y los del PAC, a los cuales apoyé con mi voto, dos «buenos para nada» especial Carlos Alvarado, tiene el honroso privilegio de destruir las ilusiones y esperanzas de más de la mitad de los costarricenses, salí desventurado de mi apoyo al PAC. Pues esos «chicos» del Frente Amplio, hombres y mujeres, diputados, contaran con mi voto, les he visto que son los únicos que son verdadera oposición, razonada, fundamentada y concreta a este advenedizo venido del extranjero. Sobre las zonas francas, que le diré, son una figura «maquillada» de medieval, donde los siervos trabajan para el señor feudal, incapaces de tener propiedad y encima pagan impuestos mientras el «noble» se llevaba la ganacia limpia, Pago yo más impuestos que una empresa en el regimen de zona franca.
Es inaudito que a los costarricenses se nos cobre impuestos sobre el agua y estas empresas no pagan ni impuesto territorial. Doña Flora Otoya a propósito de las Zonas Francas, nunca he visto un estudio comparativo de salarios entre los trabajadores de Zonas Francas y «otros» que laboran fuera de ese régimen.
imaginese, se dicen entre los turistas de lujo en los alrededores de las piscinas de los condominios de exoticos en Guanacaste. Que el agua contaminada y el litro de agua embotellada que continue 250.000 de nano particulas de plastico que estan consumiendo en costa rica, es culpa de los sindicatos. A lo que se ha llegado, que barbarida.
Los pasados de vivos en Costa Rica, como Benavides y Morales, enquistados en la vil política pudieron cortarle las alas al sindicalismo, hasta con la absurda muletilla del comunismo. Tiene razón Mirom en la necesaria fuerza de esos gremios, ante la democracia, para defender organizadamente sus derechos ante sus asesorados patronos. Pero no se puede coincidir en cambiar los cuadros dirigentes y eliminar los viejos representantes con experiencia, por ser contraproducente a los trabajadores acostumbrados a un valiente liderazgo. Jóvenes inquietos y bien intencionados no tendrían la capacidad, argumentos y expertis a flor de boca, y claro, serían abozalados a endulzar, manipular sus derechos laborales y convenios. Este prohibitivo instrumento democrático se ha estigmatizado en la empresa privada, por cuanto a los patronos y empresariado les importa un maní, que sus obreros evolucionen y obtengan un futuro a sus familias con verdadera calidad de vida. La traición política a esos derechos da asco, por cuanto daña los cimientos mismos de nuestras sociedades. No olvidemos a esos nefastos perjuros, inflados de oportunismo, que legislaron contra el pueblo y nuestra democracia
El comentarista tiene la razon y concuerdo con El. Vale mencionar que el enemigo silencioso numero 1 del sindicalismo es la inteligencia artificial. Sin empleados humanos no habra sindicatos y sera imposible que maquinas que trabajan 24 horas 365 dias al año en hoteles, aeropuertos, supermercados, tiendas, hospitales, empresas publicas y privadas, se afilien a grupos sindicales.
El caos laboral y social que se avecina a pasos agigantados, no es jugando. Como decia mi Abuela, que nos agarre Dios percinados.
Excelente comentario. La democracia se escurre entre las manos de ciertos legisladores que nunca entenderán esos contrapesos, ahora buscan entregarle todo el poder a la oligarquía, y lo peor de todo los pobres defienden a los ricos para que éstos ejerzan su poder con toda libertad.