sábado 18, mayo 2024
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A dónde vamos (migrando)

Miles de personas, o mejor dicho cientos de miles, se desplazan anualmente por América Latina y el Caribe en busca de un mundo mejor. Según la Organización Internacional para los Migrantes (OIM), entre los años 1990 y 2020, 32 millones de personas migrantes han salido de América Latina y el Caribe, 11 millones lo han hecho entre países dentro de este espacio y 3 millones han migrado provenientes del exterior. El dato es elocuente, y se merece una sentida valoración.

Existe un problema de pobreza e inseguridad que conduce a la población a migrar, y buena parte se encuentra en América Latina y el Caribe. Gran parte, no toda, se dirige a los Estados Unidos de América y Canadá, arriesgando sus vidas y malvendiendo su patrimonio, por el coste del viaje y el precio que deben pagar para sortear los obstáculos que se encuentran.

América del Norte (entendido como los Estados Unidos de América y Canadá) es un destino de la migración mundial con tendencia a crecer. Entre 1990 y 2020 (datos de la OIM) 25 millones de personas migrantes de América Latina y el Caribe se han dirigido a América del Norte, por 17 millones de migrantes de Asia, 7 de Europa y 3,5 de África. Pero no todos lo hacen por los mismos canales, ni todos son igual de bienvenidos. En este período, los Estados Unidos de América han recibido 45 millones de personas migrantes, por 8 el Canadá. Por otro lado, 2,5 millones se ha dirigido a México, el país de América Latina con más inmigración, seguido de Venezuela y Colombia. Asimismo, si se analiza en valores relativos (proporcionales a su población), de toda América Latina y el Caribe, los países con más emigración son Jamaica, El Salvador y Venezuela, con valores que representan el 37%, el 25% y el 20% de su población, respectivamente. Y los que reciben más inmigración son Costa Rica y Chile, con porcentajes que rondan el 11% y el 9%, respectivamente.

Esta situación, a su vez, ha ido acompañada de violencia. Según el portal de datos de la Organización de las Naciones Unidas (https://dataunodc.un.org/), entre los años 1990 y 2022, se han registrado 3,78 millones de homicidios intencionados en América Latina y el Caribe, con 1,48 millones en Brasil, 639 mil en México, también 639 mil en Colombia y 287 mil en Venezuela.

México es, pues, el país con un mayor impacto de personas migrantes en cuanto a valores absolutos y el segundo en cuanto a homicidios, si bien es el país que registra el mayor incremento, es decir, que sigue la mayor tendencia al alza de homicidios en la región, siendo un elemento proporcional a la capacidad armada, y el tamaño, del narcotráfico. Asimismo, en su frontera con los EUA se da un particular fenómeno, al compartir, en su territorio, la presión de la emigración nacional más otra internacional. Según OIM México, solo entre los años 2020 y 2022 se han registrado 2,58 millones de expulsiones registradas en la frontera sur de los Estados Unidos, de las cuales se han contabilizado 801 mil personas migrantes mexicanas, que son las más numerosas seguidas de las personas migrantes salvadoreñas, guatemaltecas y hondureñas. Son datos elocuentes, si bien cabe decir que no representan al número total de personas afectadas, sino al número de intervenidos, que pueden ser la misma persona varias veces.

Llegados a este punto, a título más personal, quisiera resaltar cómo este proceso de migración y violencia ha ido construyendo un relato anti-inmigrante en los EUA, que ve cada año con más preocupación la presión que recibe, pero no por ello renuncia a establecer relaciones comerciales con los países de América Latina y el Caribe, de los cuales desea obtener el beneficio de sus bienes y, en determinados casos, de su mano de obra. Por un lado, se quejan de la violencia y de la migración que llaman irregular -que más bien debería llamarse indeseada- pero quieren sus recursos y su trabajo a bajo coste, más establecer allí nuevos mercados. Es la gran miseria que alimenta un Norte Global a costa de un Sur al que quieren, pero por mero interés económico y comercial, que tiene su particular rostro en esta frontera y otros muchos en otras latitudes, por razones de todo tipo, que incluyen conflictos armados, crisis estructurales de aquellos países que no se alinean con el mercado global -que reciben bloqueos económicos y empresariales- y, también, el cambio climático y demás fenómenos climatológicos y naturales relacionados, cada vez más, al impacto de la actividad humana.

Desde Ciudad Juárez esta visión se ve de un modo singular. Los EUA son vecinos, los juarenses viven El Paso como una ciudad propia, donde existe una gran relación, y más de la mitad de los mexicanos tiene familia en los EUA, pero se ve levantar un muro cada vez más inmoral y se oye cada vez más la voz del rechazo. De un modo especial, se valora que las empresas norteamericanas (y de otras naciones) ofrecen trabajo a quienes están dispuestos a rendir en las empresas maquiladoras, aunque sea como mano de obra barata, para entrar productos a los EUA a bajo coste y hacer allí el negocio. Pero, cada vez más, las opciones de trabajar en el “Norte”, así como de obtener asilo, no resuelven la demanda de las personas migrantes, mexicanas y de otros países, que se acumulan en la ciudad, así como a lo largo de toda la frontera de un modo discreto, pero claramente visible.

Según la OIM México, 442 mil personas migrantes expulsadas por los EUA se han registrado en el Sector El Paso, frente a Ciudad Juárez. La frontera se erige de un modo cada vez más hostil, violento, y se está rompiendo la sana convivencia.

Un mundo cada vez más distópico y vergonzoso se levanta ante nuestros ojos, y esta evidencia o no se ve o no se sabe ver, si se sigue el altavoz de los medios de comunicación, por lo general limitados por los intereses de sus capitales inversores. Se habla de ello, de un modo más racional, pero insuficiente, en América Latina y el Caribe, en donde existe la conciencia del tamaño de este problema y de lo mal enfocado que está, al no haber una salida decorosa y factible a la vista. Y, en el “Norte”, se trata como un problema más, al que no se le da otra solución que la de levantar fronteras. Todos somos igual de humanos y tenemos los mismos sentimientos, pero no existe un debate global a la altura del problema, que se tome en serio buscarle una verdadera solución. Mientras, la civilización humana y el desarrollo que pregona sigue su curso, y se presume de inteligencia artificial, o IA. Pero la tan promovida IA -controlada por los celos de los poderes estatales y de las grandes corporaciones- no solo no va a arreglarlo, sino que probablemente lo empeorará. Todo lo que estamos alimentando, entre ello la IA, no hace más que intentar crear dinero a toda costa, y se consigue, pero a esta “inteligencia” le da igual de qué modo, y en base a qué consecuencias.

Literal y simbólicamente, existe un tren de mercancías dirección Sur-Norte, que viene con personas migrantes sobre sus vagones, asumiendo enormes riesgos, que cuando llega a Juárez ve como solo entra con los bienes, y sin las personas. Esta es una puerta de acceso, cerrada, no se dé el caso que a alguien se le ocurra entrar al “Norte”:

Fotografía: Andreu Marfull, 2024.

Y existe una cárcel en el “Sur”, para cerrar a todas esas personas que desean vivir en un país mejor, donde antes había un río, Bravo, ahora convertido en hormigón, barrotes y alambres con púas. He aquí el retrato de esta realidad:

Fotografía: Andreu Marfull, 2024.

OIM (2021). Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2022. McAuliffe, M. y A. Triandafyllidou (eds.). Ginebra: Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

OIM México (2023). Perfil Migratorio de México. Boletín anual 2022. Autoedición.

(*) Andreu Marfull Pujadas, Profesor en Planificación y Geografía Urbana a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.

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1 COMENTARIO

  1. Que no se preocupe el articulista. Estados Unidos va a ser destruido dentro de poco y todos los avaros que han conducido el mundo a este estado de cosas seran olvidados. Sus millones y su estatus o sus bunkeres no los van a salvar de lo que se avecina…

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