viernes 26, abril 2024
spot_img

La desesperanza es mala consejera

Cuando se pierde la confianza, jamás se recupera, porque el fantasma de la duda nunca desaparece.  Se es deshonesto para siempre, por más que se cambie y se enmiende, la deshonestidad es el contrapunto de la honestidad. Únicamente se puede purgar todo lo malo en el estricto sentido espiritual, en la vida diaria eso es imposible, de ahí el inmenso mal de la difamación y el chisme, monedas de curso corriente en la política. Aún recuerdo con la facilidad que se hablaba mal de doña fulana y don mengano y todo porque lo echaba a volar don perencejo, cual campanas al viento. 

Hoy, si hoy mismo, estamos atravesando la peor crisis costarricense de credibilidad, el caso “Cochinilla”, del cual todos posiblemente suponíamos desde unos treinta años atrás o más, ha venido a desnudar al “Estado costarricense” igual que la Peste Covid ha desnudado nuestras almas, dejándonos totalmente desnudos: nos sucede igual que al marido cornudo, es el último en enterarse. Y cómo al marido cornudo únicamente nos quedan dos alternativas: callar o…jalar. Es decir aceptamos esa esposa corneadora o nos vamos dejándola. La redención muchas veces no existe, una empresa corrupta no puede seguir funcionando, un funcionario (público o privado) no debe continuar en el puesto, podría dañar a los honestos, porque todos en esencia somos corruptibles. “Solo conoce los caminos rectos, quien erró alguna vez por los torcidos, y la mejor intención no es la del hombre impoluto sino, la de aquel que lleva en el alma las cicatrices de muchas equivocaciones”(Ortega y Gasset), esta frase de don José es excelente pero no despeja la duda, aunque haya un completo arrepentimiento.  Hoy estamos atravesando la peor crisis de credibilidad del Estado, al filo del bicentenario de nuestra independencia de España, parece que nos estamos graduando, Summa cum laude, como un país irredimiblemente corrupto. Tal como somos conocidos en el vecindario, tenemos una doble moral inconfundible. 

Duele, claro que si, y mucho, pero no podemos ignorar más esta nuestra realidad como “Estado”, si es que nos importan algo los hijos y los nietos, caso contrario les estaríamos heredando una prisión de corruptela infranqueable. 

Aún no salen los verdaderos dueños de la bola, apenas estamos mirando hombres y mujeres de paja, que por ellos mismos jamás hubieran llegado donde han llegado. 

Cuando comenzó la repartición de bienes de difunto, ya los grandes corruptos habían tramado todo con calma: mega salarios a los grandes líderes de izquierda (usualmente son los más inteligentes y los más incómodos) pensiones de lujo ara acallar conciencias por tres décadas hasta hoy, una serie de prebendas al empleado público para utilizarlo, creación de instituciones duplicadas y hasta triplicadas cuyos fines eran crear un ejército de burócratas electores incondicionales y por otro lado un terrible “NUDO GORDIANO”, para poder manipularlo mediante la alternativa de la corrupción. Es decir, el estado mismo se encargó de crear mecanismos cuya única llave era la corrupción externa e interna, una corrupción mixta. Llegó el momento en que lo importante no era gobernar, no, era comprar y vender contrataciones a nacionales y extranjeros. Algunos “líderes” fueron hasta Europa a traer empresas, así se hacía todo allá, incluida la vieja y trillada cuenta suiza.

Hoy tenemos aproximadamente un millón de costarricenses en condición de pobreza, quizá más, pero quedémonos con los datos oficiales, es entonces vergonzoso que por un lado haya familias enteras pasando necesidades básicas mientras otros glotones se llevan miles de millones de cólones en cobros al estado, y que incluso pagan mordidas millonarias a quienes ejercen puestos públicos pagados. 

Este año y medio de Covid ha golpeado al mundo, a nuestro país lo ha golpeado, excepto a quienes reciben un salario “virtualmente” y a quienes además de eso tienen “mordidas virtuales”. Eso se denomina corrupción y aunque su origen no está en los últimos dos gobiernos, es cierto que se han destapado en ellos, no por los gobiernos sino porque alguien cantó, por honestidad o por despecho. El increíble aumento de la criminalidad ligada a la narco delincuencia, solo era la punta del iceberg. 

Hoy estamos ante una terrible hola de incredulidad y falta de confianza, una desesperación y una pérdida total del valor de los conceptos éticos y morales básicos.

O cambiamos radicalmente el rumbo del país o nos ahogaremos todos. 

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

 

 

 

 

 

Cuando se pierde la confianza, jamás se recupera, porque el fantasma de la duda nunca desaparece.  Se es deshonesto para siempre, por más que se cambie y se enmiende, la deshonestidad es el contrapunto de la honestidad. Únicamente se puede purgar todo lo malo en el estricto sentido espiritual, en la vida diaria eso es imposible, de ahí el inmenso mal de la difamación y el chisme, monedas de curso corriente en la política. Aún recuerdo con la facilidad que se hablaba mal de doña fulana y don mengano y todo porque lo echaba a volar don perencejo, cual campanas al viento. 

Hoy, si hoy mismo, estamos atravesando la peor crisis costarricense de credibilidad, el caso “Cochinilla”, del cual todos posiblemente suponíamos desde unos treinta años atrás o más, ha venido a desnudar al “Estado costarricense” igual que la Peste Covid ha desnudado nuestras almas, dejándonos totalmente desnudos: nos sucede igual que al marido cornudo, es el último en enterarse. Y cómo al marido cornudo únicamente nos quedan dos alternativas: callar o…jalar. Es decir aceptamos esa esposa corneadora o nos vamos dejándola. La redención muchas veces no existe, una empresa corrupta no puede seguir funcionando, un funcionario (público o privado) no debe continuar en el puesto, podría dañar a los honestos, porque todos en esencia somos corruptibles. “Solo conoce los caminos rectos, quien erró alguna vez por los torcidos, y la mejor intención no es la del hombre impoluto sino, la de aquel que lleva en el alma las cicatrices de muchas equivocaciones”(Ortega y Gasset), esta frase de don José es excelente pero no despeja la duda, aunque haya un completo arrepentimiento.  Hoy estamos atravesando la peor crisis de credibilidad del estado, al filo del bicentenario de nuestra independencia de España, parece que nos estamos graduando, Summa cum laude, como un país irredimiblemente corrupto. Tal como somos conocidos en el vecindario, tenemos una doble moral inconfundible. 

Duele, claro que si, y mucho, pero no podemos ignorar más esta nuestra realidad como “Estado”, si es que nos importan algo los hijos y los nietos, caso contrario les estaríamos heredando una prisión de corruptela infranqueable. 

Aún no salen los verdaderos dueños de la bola, apenas estamos mirando hombres y mujeres de paja, que por ellos mismos jamás hubieran llegado donde han llegado. 

Cuando comenzó la repartición de bienes de difunto, ya los grandes corruptos habían tramado todo con calma: mega salarios a los grandes líderes de izquierda (usualmente son los más inteligentes y los más incómodos) pensiones de lujo ara acallar conciencias por tres décadas hasta hoy, una serie de prebendas al empleado público para utilizarlo, creación de instituciones duplicadas y hasta triplicadas cuyos fines eran crear un ejército de burócratas electores incondicionales y por otro lado un terrible “NUDO GORDIANO”, para poder manipularlo mediante la alternativa de la corrupción. Es decir, el estado mismo se encargó de crear mecanismos cuya única llave era la corrupción externa e interna, una corrupción mixta. Llegó el momento en que lo importante no era gobernar, no, era comprar y vender contrataciones a nacionales y extranjeros. Algunos “líderes” fueron hasta Europa a traer empresas, así se hacía todo allá, incluida la vieja y trillada cuenta suiza.

Hoy tenemos aproximadamente un millón de costarricenses en condición de pobreza, quizá más, pero quedémonos con los datos oficiales, es entonces vergonzoso que por un lado haya familias enteras pasando necesidades básicas mientras otros glotones se llevan miles de millones de cólones en cobros al estado, y que incluso pagan mordidas millonarias a quienes ejercen puestos públicos pagados. 

Este año y medio de Covid ha golpeado al mundo, a nuestro país lo ha golpeado, excepto a quienes reciben un salario “virtualmente” y a quienes además de eso tienen “mordidas virtuales”. Eso se denomina corrupción y aunque su origen no está en los últimos dos gobiernos, es cierto que se han destapado en ellos, no por los gobiernos sino porque alguien cantó, por honestidad o por despecho. El increíble aumento de la criminalidad ligada a la narco delincuencia, solo era la punta del iceberg. 

Hoy estamos ante una terrible hola de incredulidad y falta de confianza, una desesperación y una pérdida total del valor de los conceptos éticos y morales básicos.

O cambiamos radicalmente el rumbo del país o nos ahogaremos todos.

Noticias de Interés

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias