Con lo de Venezuela en su presente crisis, yo le solicito a mis connacionales que lean con cuidado los documentos con la última declaración del Grupo de Lima del 25 de febrero pasado, y lo oficialmente publicado por nuestra cancillería como, además, las declaraciones públicas de nuestro Presidente.
Al efecto, y al final de este artículo, encontrarán los enlaces, porque la decisión del señor presidente de la República debe entenderse en su contexto y no en especulaciones antojadizas. Nos debe guiar la razón con sus pensares, asunto que parte de nuestra tradición pacífica, democrática y civilista, virtudes todas imbuidas en nuestra Constitución Política.
Costa Rica, a través de su gobierno, comparte el criterio del Grupo de Lima de que la solución de la crisis venezolana pasa por una convocatoria a elecciones generales. Sin duda este es el argumento fundamental que Costa Rica sostiene, aparte de considerar al gobierno de Maduro como ilegítimo. Se puede o no estar de acuerdo con toda esta apreciación, o, con parte de ella, pero es lo actuado por nuestro gobierno. En todo caso, el Presidente ha demostrado una gran independencia respecto a la última Declaración del Grupo que vale la pena meditar.
No hay duda, a mi juicio, que nuestro gobierno hizo lo correcto. De un análisis cuidadoso de dicho documento se desprenden las siguientes falencia: 1. no se rechaza categóricamente e inequívocamente la posibilidad de una intervención militar extranjera; 2. nada elaboró sobre la necesidad de una ayuda humanitaria neutral canalizada correctamente a través de las Naciones Unidas, la Cruz Roja Internacional, Cáritas, y otros organismos humanitarios; 3. no hace un llamamiento explícito ni implícito al diálogo entre las partes en conflicto.
El presidente Alvarado dijo públicamente sobre una posible intervención militar: “No hemos compartido una posición que ha estado propuesta ahí, por miembros del grupo, que dice que todas las opciones están abiertas. Es que para Costa Rica no todas las opciones están abiertas, porque el decir que todas las opciones están abiertas es decir que está abierta la opción militar y para nosotros no está abierta la opción militar”.
En relación con la ayuda humanitaria el mandatario expresó que la misma no se manejó bajo “un principio de neutralidad”, pues es más oportuno -dijo- que este tipo emergencias estén atendidas bajo la responsabilidad de la Cruz Roja Internacional y las Naciones Unidas.
Sobre los medios por los cuales Costa Rica aboga para resolver el grave conflicto, la cancillería externó que nuestro país se destaca por “su defensa histórica de los principios de la paz, la democracia y los derechos humanos y en su condición de nación desarmada, mantiene su irrevocable compromiso con los mecanismos de solución pacífica de los conflictos, la diplomacia, las herramientas del derecho internacional y el multilateralismo para resolver la crisis en Venezuela”.
Este último aparte debe interpretarse, si bien es cierto, Costa Rica reconoce la gestión de Juan Guaidó, como que este hecho no implica la exclusión del diálogo y de los mecanismos propios de la resolución pacífica de conflictos, al que están llamados todas las partes en discordia, cosa que no hace el documento objetado.
Al respecto la cancillería no dejó de señalar “la necesidad de unir esfuerzos para que en el más breve plazo se establezcan las garantías necesarias para la realización de un proceso electoral creíble, con la participación de todos los actores políticos y con las garantías y estándares internacionales para una transición democrática y pacífica. Considerando a todos los sectores, se podrá prevenir mayor violencia y sufrimiento del pueblo venezolano”, (el énfasis es mío).
Los adversarios de la posición del gobierno costarricense citan el numeral 16 de la Declaración que dice: “Reiteran su convicción de que la transición a la democracia debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente y en el marco de la Constitución y el derecho internacional, apoyada por medios políticos y diplomáticos, sin uso de la fuerza.” A Costa Rica este aparte le pareció positivo, pero muy general, dentro de un contexto muy concreto de conversaciones y de ambiente donde la idea de “todas las opciones están abiertas” flotó como polen en primavera. Y no era para menos, porque en realidad el invitado de honor no fue Guaidó, sino Mike Pence, el vicepresidente de un gobierno que no forma parte del Grupo de Lima y que se reserva siempre el derecho de intervenir militarmente a toda hora y en cualquier parte del mundo. El fue el “alma” de la reunión, el hombre de la batuta.
El no haber firmado esta Declaración, y por las razones expuestas, ello le ha permitido a nuestro país diferenciarse dentro del Grupo de Lima, exhibiendo una identidad propia, un perfil en consonancia con nuestras tradiciones pacifistas, democráticas y equilibradas de lo que deben ser las relaciones internacionales en coyunturas conflictivas. La Declaración no fue buena para Costa Rica por lo que el documento no expresó. No fue suficiente para nuestros estándares. Al decir del señor Presidente, se trata de “resguardar” principios ya establecidos en nuestra Constitución Política. Leamos y reflexionemos serenamente.
(1)https://www.rree.go.cr/?sec=servicios&cat=prens
(2)https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/declaraciondelgrupodelima25feb.pdf
(3)https://semanariouniversidad.com/ultima-hora/alvarado-reitera-rechazo-de-costa-rica
(*) Allen Pérez es Abogado