jueves 25, abril 2024
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Evitar una crisis de seguridad alimentaria dentro de la pandemia

Durante las últimas semanas, Costa Rica ha afrontado de forma responsable la durísima tarea de reducir el contagio por COVID-19, con medidas que han ido aliviando de manera gradual, ordenada y, principalmente, segura, la salud ciudadana.

El país ha sido reconocido a nivel internacional por registrar la menor tasa de mortalidad en América Latina, y contar con un robusto sistema universal de salud pública y una estructura sólida de vigilancia epidemiológica que da seguimiento a cada caso por COVID-19.

En este periodo también se ha visibilizado la labor de los verdaderos héroes y heroínas de la sociedad:  los profesionales de la salud, de la seguridad, del transporte, de la distribución, del comercio y los productores agropecuarios. Este último sector ha trabajado sin descanso durante esta pandemia para que no falte comida en nuestra mesa, a pesar de las dificultades, y en esta recuperación post COVID-19, ha resurgido con mucha energía y responsabilidad en los planes de recuperación.

En este mes, el presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, junto a su gabinete de gobierno anunció la Planificación de la Ruta Económica Post COVID-19 para promover créditos a nuevos emprendimientos, impulsar la inversión pública, y apoyar al sector productivo.

Además, durante la celebración del Día Nacional del Agricultor y la Agricultora, el pasado 15 de mayo, el ministro de Agricultura y Ganadería, Renato Alvarado, señaló las 58 medidas para el sector agropecuario y pesquero que se han implementado para contrarrestar el impacto de la pandemia, como mantener las medidas de higiene, distanciamiento físico y aforo en las ferias del agricultor, promover la comercialización mediante plataformas digitales e incentivar el consumo de alimentos provenientes de la agricultura familiar, entre otras acciones.

Asimismo, se presentó un programa nacional de alta tecnología, AGRINNOVACION 4.0, para el mejoramiento de la productividad y la sostenibilidad del sector agrícola, mediante herramientas de precisión y agregación de valor a la agricultura que será aplicado de manera escalonada en todo el país.

Por otra parte, el Ministerio de Agricultura y Ganadería en conjunto con el Consejo Nacional de Producción (CNP) trabajan en el desarrollo de tres iniciativas concentradas en apoyar al sector de granos básicos, que se beneficiaría con una inversión de 2.800 millones de colones, en el fomento de la producción y fortalecimiento de la seguridad alimentaria y nutricional nacional.

Todo esto con el objetivo de evitar un desabastecimiento en los próximos meses, que pueda afectar a la población más vulnerable y para evitar una crisis alimentaria dentro de otra crisis sanitaria causada por la pandemia COVID-19.

Las medidas que se establecen en estas iniciativas buscan animar a nuestros héroes y heroínas de la alimentación a producir en un ambiente de mucha incertidumbre económica, pero con la seguridad de que todos necesitamos disponer de alimentos en cualquier circunstancia.

Sabemos que Costa Rica produce aproximadamente el 77% de lo que consume de la canasta básica, según datos de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria (SEPSA); una buena cifra si la comparamos con otros países de la región e importante esfuerzo de las medidas anunciadas en la búsqueda de la seguridad alimentaria y nutricional. Muchos países aprendieron penosamente la lección de descuidar este sector en otras crisis del pasado, como la que tuvo lugar en 2008, cuando  enfrentaron desabastecimiento, inflación alimentaria y aumento del hambre.

La tarea domestica está bien hecha, pero el mercado de alimentos está globalizado y todos los países se benefician, sin excepción, de la complementariedad de la circulación de productos del mar, frutas, hortalizas y granos producidos en otros climas. El esfuerzo del multilateralismo internacional es complementario al nacional y fundamental para evitar la ruptura de los eslabones de la cadena global de suministro de alimentos.

El pasado mes de abril, la FAO en conjunto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) organizó una reunión hemisférica Ministerial para abordar el impacto del COVID-19 en la agricultura y la alimentación, con participación de 35 Ministros de Agricultura, Pesca y Abastecimiento de América Latina y el Caribe. En esta inédita reunión virtual se observó que Costa Rica está cosechando un precioso elemento en el proceso de recuperación socioeconómica: el tiempo, como consecuencia del fino gerenciamiento de la crisis.

En la reunión surgieron aspectos que serán fundamentales para enriquecer las medidas anunciadas la semana pasada.  Destacamos, en primer lugar, la atención en fortalecer el acceso físico y económico a productos sanos y saludables a la población, principalmente los más vulnerables. En estas situaciones, vemos que se incrementa el consumo de harina y enlatados en un contexto donde existe otra epidemia silenciosa de la que ya alertamos en octubre de 2019 durante el Día Mundial de la Alimentación. Según la Encuesta Nacional de Nutrición 2008-2009, el exceso de peso afecta a los hombres en un 62% y a las mujeres en un 67%. Son precisamente estas condiciones que, combinadas con el COVID-19, causan mayor mortalidad, por lo que la lucha por la alimentación saludable sigue vigente durante esta pandemia.

También resaltamos el fortalecimiento del mercado de alimentos intrarregional y una atención prioritaria a la población en situación de pobreza, para que los recursos internacionales alcancen de forma más equitativa y no solo a los de siempre, bajo la premisa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de “no dejar a nadie atrás”.

Esta crisis derivada del COVID-19 y sus conocidos procesos para retomar el crecimiento suponen, sin duda, un gran reto, pero también es una puerta abierta a nuevas oportunidades para reorganizar y enfrentar lo que incomoda y avergüenza a América Latina y el Caribe: la desigualdad estructural. Desde la FAO reiteramos nuestro deseo, compromiso y cooperación para que el sector rural costarricense pueda entrar en este circuito post crisis y resurja renovado y más fuerte.

(*) Adoniram Sanches Peraci, Coordinador Subregional de la FAO para Mesoamérica y Representante en Costa Rica

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