miércoles 4, diciembre 2024
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La necesidad de un co-laboratorio sobre desarrollo y cognición infantil y adolescente en la UNA para Costa Rica

El neurodesarrollo, la cognición social, la regulación de las emociones y la toma de decisiones, han sido algunos de los ejes temáticos en auge dentro de las ciencias del desarrollo infantil y adolescente durante las últimas décadas. Ello se refleja no solo en el incremento de la cantidad de publicaciones científicas al respecto, sino también en los avances metodológicos y la precisión creciente de los modelos derivados de esa producción científica. Gracias a esto, nuestro conocimiento sobre la maduración de los procesos cognitivos en la infancia ha mejorado mucho en los últimos años, impulsado en gran parte por el uso de tecnologías avanzadas para el estudio del funcionamiento cerebral como: la resonancia magnética funcional, las electroencefalografías, la espectroscopia de infrarrojo cercano o el rastreo ocular; mismas que permiten registros y análisis muy precisos y reveladores que hasta hace poco eran imposibles, o al menos muy limitados.

¿Qué han permitido estos avances?

Gracias al gran desarrollo de estas investigaciones desde la neurociencia cognitiva y afectiva, y las ciencias cognoscitivas, la relación entre el cuerpo y el funcionamiento de la mente ya no es una «caja negra» impenetrable como en el pasado. Como ejemplo, varios premios Nobel en las áreas de fisiología y de economía han sido entregados en la última década a investigadores que han podido hacer aportes revolucionarios en cuestiones tales como el mapeo de localizaciones en el cerebro (O’Keefe, 2018), los sesgos cognitivos (Kahneman, 2012) o la toma de decisiones (Thaler, 2017).

Asimismo, el avance en el conocimiento del cerebro ha evidenciado la gran capacidad plástica que este posee, que le permite modificar su estructura y función para adaptarse a las circunstancias del entorno a nivel anatómico y fisiológico. El desarrollo de evidencias científicas ha logrado mostrar que las redes neurales se van formando poco a poco en la medida que se va adquiriendo conocimiento (Martínez y Martínez, 2017). La plasticidad del cerebro presenta capacidad de modificación a lo largo de las etapas de la vida y además evoluciona de acuerdo con la interacción en diferentes ambientes en los que se encuentra la persona. ¿Qué hacer para mantener la plasticidad cerebral? La investigación ha encontrado que es importante que el cerebro tenga constante actividad productiva, tal como el aprendizaje de nuevos conocimientos, el conversar y escribir en varios idiomas, el aprendizaje de tocar un instrumento musical, entre otras. También ha identificado que para mantener sano el cerebro es importante incluir el ejercicio físico regular, que ayuda a fortalecer los circuitos neurales existentes, así como a generar nuevas conexiones y estructuras, en un proceso conocido como potenciación sináptica.

Por otra parte, estos logros científicos han permitido desmentir algunas creencias comunes sobre el funcionamiento y la capacidad cerebral, como la de que «solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro», que “la pérdida neuronal no se puede recuperar”, o que “una vez alcanzada cierta edad, ya no se puede seguir aprendiendo” (Tokuhama-Espinoza, 2018).

¿Qué ha venido avanzando la UNA recientemente en este campo?

Aunque son apenas primeros pasos, ya hacemos esfuerzos importantes de investigación utilizando técnicas innovadoras, dentro de las cuales están la electroencefalografía y la espectroscopía cerebral de infrarrojo cercano, esta última gracias a una colaboración entre la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida (CIEMHCAVI) de la UNA y la Universidad de Stanford, de los Estados Unidos.

En la actualidad investigamos, entre otros temas, la forma en que el contexto social influye en la toma de decisiones y el autocontrol en niños preescolares, analizamos la posibilidad de predicción del desempeño cognitivo a partir de patrones de actividad cerebral y rastreamos los efectos de diferentes tóxicos sobre la actividad cerebral de niños y niñas. Estas investigaciones han permitido hacer aportes novedosos y propios al conocimiento científico, que ya se integran en docencia y proyectos de extensión, y donde colaboran tanto investigadores nacionales como internacionales.

La creación de un co-laboratorio de desarrollo y cognición infantil y adolescente

¿Por qué y para qué un co-laboratorio sobre desarrollo y cognición infantil y adolescente en la UNA? Este co-laboratorio nos permitiría fortalecer nuestra propia investigación en las ciencias del desarrollo infantil y adolescente, ligada a otros enfoques que, de manera integral, nos permitan crear conocimientos sobre las particularidades de la maduración y el aprendizaje en las y los niños y adolescentes costarricenses. Si continuásemos con poca investigación propia, podríamos restringirnos a asumir que los resultados foráneos aplican en nuestro contexto o también a limitar nuestros desarrollos a replicaciones metodológicas generadas en otras naciones, con poca posibilidad de estimar su aplicabilidad a nuestras realidades y contextos, lo cual puede llevar a graves equivocaciones.

Más específicamente, en el campo educativo nacional para primera infancia, mucho de lo que se hace no se sustenta en evidencia ni se evalúa sistemáticamente, lo cual frecuentemente implica poca claridad sobre los posibles pronósticos del rumbo de acción seleccionado. La sistematicidad ligada a la exploración neurocognitiva sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje podría aportar significativamente a cambiar esta realidad, y aunque no supone crear todas las soluciones, podría proveer una plataforma de trabajo colaborativo y transdisciplinario hacia la mejora de la atención integral para la primera infancia.

Es urgente avanzar en la implementación de políticas y planes nacionales apoyados en evidencia científica (Chaverri Chaves & Arguedas Ramírez, 2020), y esto requiere tanto de la articulación entre academia y políticas públicas, como de la consolidación de institutos de investigación de alto nivel en nuestras universidades públicas.

La investigación reciente deja cada vez más claro que las experiencias y oportunidades durante los primeros años de vida, sientan las bases que afectarán los alcances del desarrollo infantil (Berlinski et al., 2015). Tal investigación debe ser complementada con aquella que identifique con precisión los efectos de las diferentes experiencias de vida, así como de las acciones con mayor impacto potencial en cada aspecto del desarrollo. Las causas de las desigualdades en el desarrollo infantil no se encuentran de manera aislada a lo interno de las personas, sino que incluyen profundamente las condiciones sociales, económicas y ambientales en las cuales viven. Para reducir dichas brechas, son necesarias acciones concretas y basadas en evidencia. Este gran reto de dilucidar cuáles acciones son más efectivas, podrá ser mejor abordado con un co-laboratorio sobre desarrollo y cognición infantil y adolescente bien equipado y móvil, orientado al trabajo transdisciplinario e intersectorial.

(*) Pablo Chaverri [1], L. Diego Conejo 1,2, Michael Padilla [2], Berna van Wendel de Joode [3], Tamara Fuster [4], Jorge Salas[5]

 

Referencias

Berlinski, S., Schady, N. R., & Inter-American Development Bank. (2015). Los primeros años: El bienestar infantil y el papel de las políticas públicas. Inter-American Development Bank.

Chaverri Chaves, P., & Arguedas Ramírez, A. (2020). Políticas Públicas Basadas en Evidencia: Una revisión del concepto y sus características. Revista ABRA, 40(60), 49-76. https://doi.org/10.15359/abra.40-60.2

Martínez M, y Marttínez S (2017). La Sinaptogénesis durante el desarrollo normal y su implificación en la discapacidad intelectual. Revista de Neurología, 64, 1: 45-50

O’Keefe, J. (2018). Local transformations of the hippocampal cognitive map. Science, 359: 1143-1146.

Thaler, R. 2017. Behavioral Economics. Journal of Political Economy, 1799-1805.

Tokuhama-Espinosa, T. (2018). Neuromyths: Debunking false ideas about the brain. Norton & Company.

[1] Académico del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (INEINA) – UNA

[2] Académico de la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) – UNA

[3] Académica del Programa Infantes y Salud Ambiental del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) – UNA

[4] Académica de la Escuela de Psicología – UNA

[5] Académico de la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida (CIEMHVCAVI). Todas las anteriores instancias son parte de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica.

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