viernes 26, abril 2024
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Invasión a Panamá: ¿Causa justa o injusta?

Las relaciones políticas de los Estados Unidos de América con los países de América Latina siempre han sido ambivalentes, sobre todo, cuando se trata del apoyo a los dictadores que han gobernado nuestros países; es decir, los apoyan firmemente hasta cuando ya no sirven a sus intereses.

Con el presunto combate al comunismo expansivo de la Unión Soviética, con excepción de México, Costa Rica y Venezuela en la América Latina continental, los demás países tuvieron algún tipo de dictaduras, fundamentalmente, si era de derecha, porque los militares progresistas que llegaron al poder de algunos países eran depuestos y las frágiles democracias, como la chilena, fueron asfixiadas hasta destruirlas.

En Panamá, producto del desgreño administrativo, político y legal de los personajes que gobernaban el país antes de 1968, la corrupción que se vivió en el periodo de 1964-1968, llegó a tal punto, que hubo dos presidentes simultáneamente: Marcos Robles, apodado “Marco Rifle” y Max Del Valle. Este último, proclamado por la Asamblea Nacional de Diputados. A la postre, aunque de manera ilegal, se quedó Marcos Robles en la Presidencia, porque se presume estaba respaldado por la Policía Nacional y su comandante de turno, lo que sucede es que hay gente en Panamá que piensa que la historia del país comenzó en 1968.

La historia ha comprobado que la fuerza pública a lo largo de la vida republicana ha tenido injerencia en la vida política del país y que en más de una ocasión, sirvió de árbitro en las elecciones fraudulentas que se llevaban a cabo cada cuatro años. Esta injerencia fue tomando auge con la llegada de José Antonio Remón Cantera a la jefatura de la Policía Nacional y, posteriormente, a la Presidencia de la República. Dividiré este ensayo en dos partes: la primera referente a la gestión de Omar Torrijos y la segunda, la tristemente célebre gestión de Manuel Antonio Noriega, que llevó al país a un callejón sin salida, hasta la brutal invasión del 20 de diciembre de 1989 por los norteamericanos.

El 11 de octubre de 1968, el teniente coronel Omar Torrijos y el mayor Boris Martínez dan un golpe de Estado al presidente Arnulfo Arias Madrid, recién instalado en el cargo (a escasos 11 días). Y es que dentro de la Policía Nacional había mucho nerviosismo por las decisiones que estaba tomando el Presidente, pues había empezado a jubilar a los altos oficiales y a trasladar o agregar militares a otros países, así como a hacer destituciones, sin tomar en cuenta la ley y el escalafón policial. Evidentemente, con estas acciones el Presidente Arias no hacia otra cosa sino violentar el frágil sistema seudo-democrático que imperaba en el pais.

No es difícil suponer que las fuerzas estadounidenses hayan apoyado el golpe militar, porque para ellos Arnulfo Arias no era de mucha confianza, toda vez que éste no había disimulado su apoyo a Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, aparte de que a través de la Escuela de las Américas, los gringos infiltraban oficiales a labores de inteligencia y contrainteligencia militar, para mantener vigilados a los Presidentes, tanto a presuntos aliados como a enemigos.

Lo cierto es que Omar Torrijos Herrera inició un programa de gobierno un tanto alejado del molde tradicional de los gobiernos militares latinoamericanos, situación que creó el descontento en la oligarquía criolla por la pérdida del poder político, aunque del económico no del  todo. Los estadounidenses, a pesar de mirar con recelo el Gobierno Revolucionario encabezado por el caudillo panameño, le dieron su aval y al final negociaron el nuevo tratado del Canal, denominado Torrijos-Carter, aunque en esta decisión jugó un importante papel el respaldo internacional logrado por Omar Torrijos H., para Panamá.

El Gobierno Revolucionario iniciado por Omar Torrijos H., incorporó a campesinos, indios, estudiantes, obreros, maestros, intelectuales y productores a un proyecto de modernización del Estado Panameño. Además, desde su cargo de Jefe de Gobierno, se lanzó a la tarea de negociar un nuevo Tratado Hay-Bunau Varilla. Tal fue la convicción y entusiasmo que imprimió Omar Torrijos Herrera a la concreción de esta meta, que logró un apoyo decidido de los países no alineados y de los principales dirigentes mundiales.

La determinación de Omar Torrijos H., de lograr la firma del nuevo tratado canalero fue tan fuerte, que convenció a un sector del gobierno norteamericano de que éste era la mejor medicina para lograr la paz en Panamá y evitar nuevos enfrentamientos con la población. Él decía que era la mano de la  historia la que estaba a su favor en esta negociación.

Así, finalmente, el Tratado Torrijos-Carter fue firmado en Washington, el 7 de septiembre de 1977, en la sede de la OEA, por Omar Torrijos Herrera y James Carter. Aunque considero que el tratado debió firmarse en la ONU, toda vez que es un organismo de mayor jerarquía y el canal presta servicios a la marina mercante del mundo.

Es prudente señalar que la correlación de fuerza del mundo en ese tiempo favorecía la causa panameña y a su líder Omar Torrijos H., pero hay fuertes indicios de que Omar Torrijos tenía un compromiso con el presidente James Carter de retirarse del poder político, replegarse a los cuarteles y realizar elecciones libres que llevaran a un gobierno civil a dirigir los destinos de la nación: en ese contexto, el gobierno de Arístides Royo fue una transición a ese objetivo.

Pero ya en repliegue y con un gobierno civil en funcionamiento, ocurre el hecho que cambió el rumbo del pais; muere trágicamente el General Omar Torrijos Herrera en un accidente de aviación, en condiciones no muy claras todavía  y fuertes sospechas e indicios de que el avión que lo trasladaba ese 31 de julio a Coclesito, explotó producto de una bomba que alguna mano siniestra puso dentro de este. Así lo manifestaron los campesinos de Coclesito, y los periódicos manejaron esa tesis; sin embargo, un sector político tiene serias reservas sobre lo ocurrido ese 31 de julio de 1981, y el pueblo con esa sabiduría innata, no cree en la tesis de que se trató de un acontecimiento “fortuito”.

Por otro lado, este trágico accidente coincidió con la muerte de Jaime Roldós en Ecuador y el General Hoyos en Perú, de hecho, todos ellos de línea nacionalista, lo cual hace mas sospechoso el hecho, ya que como dijo el propio Omar Torrijos a su amigo Jesús «Chuchú» Martínez: “el enemigo es poderoso”.

Lo cierto es que la muerte del General Torrijos le dio un giro de 180° a la política panameña y con ella se interrumpió la continuidad de una “democracia” al estilo de occidente. Inmediatamente, comenzó el forcejeo por el control político y militar del país. Al coronel Florencio Flores lo obligaron a renunciar e igualmente a Arístides Royo, por una presunta afección en la garganta. El general Rubén Darío Paredes asumió el mando militar por un breve periodo y, posteriormente, se acogió a su jubilación, por la edad cumplida en el servicio de la fuerza pública. Luego se postuló infructuosamente a la Presidencia de la República en 1984.

A la salida de Arístides Royo, asumió la Presidencia de la República, Ricardo De La Espriella y por razones no del todo claras, pero entendibles, renunció y ascendió Jorge Illueca al solio presidencial. La inestabilidad política fue tan notoria que en ese tiempo había un Presidente en promedio por año, acontecimiento éste sólo superado por la República de Bolivia.

En la rama militar, con el retiro del general Paredes, asumió el cargo el general Manuel Antonio Noriega, personaje enigmático, de quien, en los últimos tiempos se sospechaba espiaba para otros intereses ajenos al imperio norteamericano, aunque se presume que trabajó para la Agencia Central de Inteligencia Norteamericana (CIA), por varios años.

En 1984, se realizó la tan esperada elección presidencial, en donde por escasos 1,713 votos, Nicolás Ardito Barleta, le ganó al caudillo de los panameñistas, Arnulfo Arias Madrid. Esta elección fue altamente cuestionada por la oposición política y otros sectores. Según el coronel Roberto Díaz (2007), el General Noriega había cometido un presunto fraude en los comicios presidenciales de 1984.

No había pasado un año en el cargo el presidente Barleta, cuando producto del sonado homicidio de Hugo Spadafora, fue separado del cargo; pues tenía la intención de nombrar una comisión especial independiente que investigara el horrendo crimen y las sospechas recaían sobre altos oficiales de las extintas Fuerzas de Defensa de Panamá. De la noche a la mañana asumió “el poder” Erick Del Valle, quien tiempo después también fue separado del cargo por un enfrentamiento con Noriega. Del Valle destituyó a Noriega y, entonces, la Asamblea Legislativa, allegada o controlada por Noriega lo retiró del cargo, estando éste en el exilio.

Sin embargo, el gobierno norteamericano seguía reconociendo a Erick Del Valle como Presidente de Panamá; deteriorándose aún más las relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Pero el asunto no terminó allí, y hay dos corrientes de información referentes a lo estaba sucediendo en el país: una versión norteamericana y la otra de Noriega; las cuales esbozaré brevemente en este análisis.

Los norteamericanos le abrieron dos expedientes a Noriega, uno en Tampa y el otro en Florida, donde lo acusaban, presuntamente, de los delitos de narcotráfico, lavado de dinero y otros delitos federales; cargos por los cuales se le condenó a 40 años de prisión, pero después por tecnicismos jurídicos se le rebajó a 30 años. Sin embargo, Noriega, a través de sus abogados, solicitó acogerse a la Convención de Ginebra y se le reconoció como prisionero de guerra y no como un reo común. Eso le dio ciertos privilegios, entre ellos el uso del uniforme militar de un ejército que ya había desaparecido.

También hacían responsable a Noriega y su séquito de anular las elecciones de 1989, de la violación de derechos humanos y, en alguna medida, los gringos estaban molestos por la separación obligada de Nicolás Ardito Barleta, quien había sido Vicepresidente del Banco Mundial; también un hecho sonado fue la ejecución sin previo juicio de un grupo de oficiales que intentaron deponer a Noriega (aunque en Panamá no hay pena de muerte). Por estos delitos ha recibido varias condenas en Panamá, que  no se cumplieron por la muerte de éste.

Por su parte, Noriega se defendía diciendo que los gringos querían obligarle a participar en la guerra de Nicaragua y que para ello habían enviado a John Poindexter, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos de América, para que lo convenciera y la tesis de Noriega es que él se opuso a intervenir en la guerra de Nicaragua. Ahora bien, por oponerse, los gringos lo sentenciaron y fueron haciendo presión a todos los niveles: económico, político, diplomático y militar. Por ejemplo, la banca panameña cerró alrededor de dos meses en Panamá, en 1988. Imagínense, para un país que tiene un centro financiero, eso era fatal; aun con esas presiones logró resistirlos.

Como quiera que hayan sido las relaciones de Noriega con los norteamericanos, el país pago un precio muy alto en vidas humanas: Panamá fue socio del Canal con los Estados Unidos de América por casi un siglo, y este obtuvo muchos beneficios estratégicos, militares y económicos; por lo tanto, el país no se merecía una invasión tan salvaje, como al que fue sometido.

Panamá que, con el liderazgo de Omar Torrijos H. se había  ganado un espacio de respeto en el concierto de las naciones, con Noriega estaba prácticamente aislado, un aspecto que habría que añadir en éste análisis es que el imperialismo norteamericano estaba nuevamente en la cúspide de la hegemonía mundial y tenia acorralado al bloque liderizado por la Unión Soviética. A tal punto fue la presión que el sistema socialista colapsó y el mundo perdió el equilibrio de poderes, es decir, la guerra fría llega a su fin y quedo una sola superpotencia gobernando hasta hoy. Aunque Rusia se ha ido recuperando y aflora la República  Popular de China, como potencia mundial.

Pareciera que el grupo de Noriega, cegado por el poder o por temor a una presunta mafia de narcotraficantes, no valoró en su justa dimensión el equilibrio de poderes e ignoró donde estaban parados o con qué respaldo contaban para seguir resistiendo los embates del coloso del norte, que tenía al dictador prácticamente con los días contados.

Hay un aspecto adicional y es que el gobierno norteamericano no estaba muy contento con la creación del grupo Contadora que, precisamente, era impulsado por el gobierno panameño en busca de la paz en Centroamérica. Producto de las voces y presiones diplomáticas de lado y lado, con el tiempo, el grupo de Contadora colapsó. Después evolucionó al grupo de Río, sin lograr cumplir la misión para lo cual había sido creado, aunque fueron loables sus esfuerzos.

A pesar de que Panamá hizo ingentes esfuerzos por sacar adelante la negociación de la paz en Centroamérica, fue el Presidente de Costa Rica, Dr. Oscar Arias, quien logró convencer a los presidentes y las partes del conflicto que era el momento de firmar la paz. Posteriormente, Oscar Arias recibió el Premio Nobel de la Paz (1987), por su esfuerzo pacificador. Para esos tiempos, ya se vislumbraba la caída del bloque soviético; por lo tanto, menguaba el apoyo político, económico y el militar de manera solapada a la guerrilla centroamericana, lo cual precipitó la ansiada paz en Centroamérica, con la firma del Tratado de Estipulas. De esto habló Plinio Apuleyo Mendoza, periodista, político y diplomático colombiano en Radio Caracol, hace algunos años en Panamá.

Considerando el hecho de que los regímenes militares eran un modelo prácticamente agotado y que habían traído mas problemas que soluciones, por el alto costo de su sostenimiento (es decir, eran más costosos que castrenses), con un elevadísimo costo en violación de los derechos humanos  en toda América Latina, y como los norteamericanos querían lavarse la cara y las manos con aquellos “slogan” de los “Derechos Humanos” y la defensa de la democracia, vuelven con la transición a los gobiernos civiles. Se puede decir que el modelo de los gobiernos militares había llegado a su fin y era hora de presentar una mejor imagen al mundo con la famosa democracia que, como sistema de gobierno, también está fracasada, porque todavía no acaba de resolver los problemas de desempleo, analfabetismo y demás flagelos que golpean a la población del tercer mundo.

Este episodio surgió en el marco de la correlación de fuerzas políticas, económicas y militares del mundo; ya para finales de la década del 80, los norteamericanos sabían que el pacto de Varsovia estaba colapsando de manera inminente. Como quien dice, en la jerga militar, Noriega no tenia quien los respaldara; aunque le dieron opciones de viajar exiliado a otros países, pero la prepotencia o el miedo pudo más que la sensatez. Sólo él lo dirá, cuando los gringos lo dejen libre. Pero nunca dijo nada, llevándose muchos secretos a su tumba.

Para los norteamericanos, la invasión a Granada y después a Panamá, cumplió varios objetivos, a la vez de deshacerse de un socio que ya no servía a sus intereses, les permitió probar tecnologías militares de punta, las cuales se usarían en escenarios mayores, como, en efecto, se dice que emplearon en la Guerra del Golfo Pérsico, en Irak.

Pero queda una pregunta por contestar: ¿Por qué los norteamericanos no apresaron a Noriega y lo llevaron para enjuiciarlo, liberando así al país de esa cruenta intervención militar, donde murieron cientos de personas, muchas de ellas inocentes alejadas del conflicto, y que mas bien era rehenes de esta conflagración?

Como en la historia,  lo narra siempre hay por lo menos tres versiones: la del vencedor que la cuenta a su manera, la del perdedor que tiene su historia, pero no se la dejan contar, y la del observador, que ajeno al conflicto, observó desde afuera como sucedió el evento.

Hay una hipótesis y es que los norteamericanos más que acusar y desbancar a su antiguo aliado, lo que querían era desmantelar toda estructura político-militar torrijista encabezada por el PRD, porque no se ajustaba  a sus intereses. Aunque, oficialmente, se niega esa aseveración. Pero si fuera cierta, parece que lograron su objetivo al barrer física, militar y políticamente a las antiguas Fuerzas de Defensa, que, con honrosas excepciones, no cumplió el papel patriótico y legal para el cual habían sido creadas, que era defender el país, como lo establece la Constitución Nacional de Panamá (1972). Más bien, se rindieron sin disparar un tiro y muchos de sus altos mandos desertaron de manera pusilánime.

Se dijo que la invasión había sido pedida por algunos sectores políticos del país, con el objeto de expulsar al dictador; pero también puede ser que la misma haya sido provocada en contubernio con algunos sectores del imperio norteamericano.

El tiempo se encargará de esclarecer ese suceso maligno y vergonzoso, cuando los norteamericanos desclasifiquen esa información de inteligencia. La nación y los patriotas panameños van a tener que levantarse como el ave fénix y no permitir jamás que la Patria sea mancillada por políticos inescrupulosos, sean estos civiles o militares. Pero como el panameño olvida rápido, es posible que se levanten seudo líderes , que con falsas promesas vuelven a engatusar al pueblo.

Todavía se levanta la voz de protesta y reclamo de los familiares y desaparecidos por la invasión, pidiendo justicia, la cual ha sido atendida a medias, y sobre las victimas (muertos y/o desaparecidos) diferentes organizaciones manejan números difusos. Pero no se puede desconocer que también ha habido muertos, lisiados y violación de los derechos humanos durante la democracia, lo que pasa es que no hay a quien echarle la culpa, porque se pasan la pelota de unos a otros.

Así como se nombró una “Comisión de la Verdad” para investigar los presuntos muertos de la dictadura militar. Es justo y necesario que se nombre una “Comisión de la Verdad” para esclarecer todo lo ocurrido en la infame invasión militar, mal llamada “Causa Justa”.

(*) Diego Espinosa G. Docente, Escritor

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1 COMENTARIO

  1. Si bien es cierto, las raíces profundas de la corrupción de nuestra historia y de los partidos comunistas, siguen siendo las causales del afloramiento de los nuevos rebrotes del mal llamado corrupción o cancer politico. Que solo piensan en los intereses particulare y beneficios propios a costilla de los más vulnerables y debiles. Pero esto como bien lo dijo el Dr. Diego Espinosa en su escrito, se debe al hecho, que los panameños olvidamos muy rapido y que aquellos que no vivieron la historia o no se alimentan de los hechos, serán siempre manipulados por el decoro de palabras emulantes a la perfección por parte de los corruptos, con la finalidad de poder aprovecharse para su propio beneficio. Mientras no haya una verdadera separación de poderes y una política que dicte un certero castigo del delito, los maleantes de cuello blanco veran la política como un buen negocio para seguir lucrando.

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